Reza un mito
antiguo del área mediterránea que, de tiempo en tiempo, el águila cuando
observa en su cuerpo señales de envejecimiento, debilidad en sus ojos
penetrantes, y flacidez de las garras, se propone renovarse totalmente. Así
hacía también la fénix egipcia que aceptaba morir para volver rejuvenecida a
una nueva vida. ¿Cuál era la estrategia del águila? Se ponía a volar cada vez
más alto hasta llegar cerca del sol. Entonces sus plumas se incendiaban y toda
ella empezaba a arder. Cuando llegaba a este punto extremo, se precipitaba
desde el cielo y se lanzaba cual flecha en las aguas frías del lago. El fuego
se apagaba.
Y entonces ocurría la
gran transformación. A través de esta experiencia de fuego y de agua, la vieja
águila volvía a tener plumas nuevas, garras afiladas, ojos penetrantes y el
vigor de la juventud.
Queremos aplicar este
mito al PT, metido en una crisis crucial que lo obliga a renovarse como el
águila o a aceptar el lento envejecimiento hasta perder todo el vigor vital y
la capacidad de renovación de la sociedad, como era su sueño primordial.
Para entender mejor
este relato y aplicarlo al PT vamos a revisitar al filósofo Gaston Bachelard y
al psicoanalista C. G. Jung que entendían mucho de mitos y de su sentido
profundo. Según ellos, fuego y agua son opuestos, pero cuando se unen se
vuelven poderosos símbolos de transformación.
El fuego simboliza
la conciencia, el vigor y la determinación de abrir caminos nuevos. El agua,
por el contrario, representa el inconsciente y las dimensiones del cuidado y la
capacidad de entender el sentido secreto de las crisis.
Pasar por el fuego y
por el agua significa, por tanto, integrar en sí los opuestos: la determinación
con el descubrimiento del sentido secreto de las crisis. Estas suceden para
purificar, limpiar todo tipo de añadido y dejar aparecer lo esencial. Nadie al
pasar por el fuego y por el agua permanece intocado. O sucumbe o se
transfigura, porque el agua lava y el fuego purifica.
El agua nos hace pensar
también en las grandes crecidas, como las que conocimos en 2011 en las ciudades
serranas del Estado de Río de Janeiro. Con su fuerza se llevaron todo,
especialmente lo que no tenía consistencia y solidez. En una sola noche
murieron 903 personas y 32 mil quedaron sin abrigo. Fue un cataclismo de
resonancia mundial. Es el poder invencible del agua.
El fuego nos hace
imaginar el crisol o los hornos que queman y acrisolan todo lo que es ganga y
no es esencial. El oro y la plata pasan por ese proceso purificador del fuego.
Las crisis
existenciales son bien conocidas. Cuando hacemos esa travesía por la “noche oscura y temible”, como dicen los maestros espirituales, dejamos aflorar
nuestro yo profundo sin las ilusiones del ego superficial. Entonces maduramos
para lo que es auténticamente humano y verdadero. Quien recibe el bautismo de
fuego y de agua rejuvenece como el águila del mito antiguo.
Pero existen también
las crisis mayores, de todo un proyecto e incluso de todo un partido como el
PT. Él tiene que asumir la verdad: tuvo muchos aciertos que beneficiaron a
millones de personas que vivían en la pobreza y en la marginalidad, pero
también cometió errores evitables: se dejó tomar por el “demonio” del poder
como fin en sí mismo, cuando debe ser siempre medio. Hubo la corrupción
vergonzosa de algunos miembros importantes que destruyeron el sueño de una
multitud que creía y se esforzaba para vivir lo nuevo factible.
Pero dejando las
metáforas y yendo directamente al contenido real: ¿qué significa concretamente
para el PT rejuvenecerse como el águila? Significa entregar a la muerte todos
los errores cometidos que impiden que el sueño despierte.
Lo viejo en el PT son
los hábitos y las actitudes de la vieja política que servía de instrumento para
crecer y perpetuarse en el poder. Con eso perdió el sentido originario del
poder como medio de transformación en beneficio de las grandes mayorías y jamás
como fin en sí mismo. Todo eso debe morir para que el PT pueda inaugurar una
forma de relación con los verdaderos portadores del poder, que son el pueblo y
los movimientos sociales.
Rejuvenecer como águila
significa también desprenderse de convicciones endurecidas, de cierta
arrogancia de representar el mejor camino, de querer tener razón en todo.
Muchos dirigentes del PT continúan manejando conceptos superados, incapaces de
ofrecer respuestas nuevas a la crisis que devasta los países centrales y ahora
nos toca poderosamente. Rejuvenecer como águila significa tener valor para
volver a comenzar y estar siempre abierto a escuchar, a aprender y a revisar.
Pero esto no es lo que
está ocurriendo. Hasta hoy esperamos una revisión sincera y el reconocimiento
público de sus errores. Sus líderes imaginan que haciendo así dan armas a los
adversarios, cuando demostrarían ser más fieles a la verdad que a su propia imagen.
El PT, que se
presentaba como un águila de alto vuelo, se está se transformando en gallina
común que apenas cisca el suelo y hace vuelos rastreros. No es ese el destino
que la historia quiere destinarle.
Por último, si el PT
quisiera renovarse como un águila debe regresar al seno del pueblo. Este le da
bellos ejemplos de lucha, de trabajo, de entereza ética y también duras
lecciones. Esa inmersión es salvadora y renovadora como lo fue para el águila
arder en fuego, sumergirse en las aguas frías y así resurgir
rejuvenecida.
Leonardo BOFF/ 19-agosto-15
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