LAS LECCIONES DE LA HISTORIA
WILL y
ARIEL DURANT
En La Historia de la civilización, obra de diez tomos,
culmina un magno trabajo de erudición contemporánea calificado por el eminente
historiador Allan Nevins como “una de las grandes obras de la historiografía
norteamericana”. Durante los 40 años trascurridos desde que los Durant
iniciaron sus investigaciones se han vendido más de tres millones de volúmenes
de la serie.
Las lecciones de la Historia es el
compendio de esta empresa monumental, la
síntesis de lo que 20 civilizaciones, en un período de 4000 años, nos enseñan
acerca de la larga peregrinación del hombre a través de la guerra, la
conquista, la creación y la exploración de sí mismo. Es una obra profunda y
original, llena de ingenio, advertencias y esperanza en nuestra herencia
humana.
Debate del general y el filósofo
EN
LOS últimos 3421 años de Historia
registrada, sólo 268 se han visto libres de guerras. Hemos aceptado la guerra
como la forma definitiva de la competencia y selección natural de la especie
humana. Hoy una guerra puede destruir la obra de siglos que se necesitaron para
edificar ciudades, crear las artes y formar hábitos de civilización. como
apología y consuelo anótase que la
guerra fomenta la ciencia y la técnica, cuyos mortales inventos pueden más
tarde ampliar las realizaciones materiales de la paz.
En
todos los siglos los generales y los gobernantes (con raras excepciones)
sonríen ante el tímido disgusto que los
filósofos muestran por la guerra. Ésta, según la interpretación militar de la Historia , es el árbitro
final, y la aceptan como necesaria todos, menos los cobardes y los simplones. ¿Qué
habría sido de nuestra herencia clásica si no la hubiéramos protegido con las
armas contra las invasiones mongólicas y tártaras?
Es
lástima, dice el general, que tantos jóvenes mueran en las batallas, pero son
más los que mueren en accidentes de automóvil que en la guerra. Muchos de ellos
se sublevan o se oxidan por falta de disciplina; necesitan un escape para su
espíritu de aventura. Si tarde o temprano han de morir, ¿por qué no morir por
la patria, rodeados de gloria?
Hasta
el filósofo, si conoce la
Historia , tiene que reconocer
que una paz larga puede debilitar fatalmente el músculo marcial de una
nación. Vistas las fallas del actual derecho internacional, cada nación tiene
que estar preparada para defenderse en cualquier momento. Los Diez Mandamientos
tienen que callar cuando está en juego la propia supervivencia.
Es
evidente (arguye el general) que los Estados Unidos tiene que asumir hoy la
tarea que tan acertadamente desempeñó Inglaterra durante el siglo XIX : la
protección de la civilización occidental contra el peligro exterior. Los
gobiernos comunistas han proclamado muchas veces su decisión de destruir la
independencia de los Estados que no son comunistas. ¿No es cuerdo ofrecer
resistencia inmediatamente, llevar la guerra al enemigo, pelear en territorio extranjero,
sacrificar, si es necesario, cien mil vidas norteamericanas y quizá un millón
de civiles, pero dejar a los Estados Unidos libres para vivir su propia vida en
la seguridad y la libertad? ¿No está esta política previsora totalmente de
acuerdo con las lecciones de la
Historia ?
El
filósofo responde : Sí… y los resultados devastadores también estarán de acuerdo
con la Historia ;
sólo que se multiplicarán en proporción con la capacidad destructiva sin
paralelo de las armas que se empleen. Hay algo superior a la Historia. En algún lugar, en
algún momento, tenemos que atrevernos a aplicar en nombre de la humanidad la
regla áurea a las naciones.
El
general sonríe. “Ha olvidado usted todas las lecciones de la Historia ”, dice. “Nos ha
dicho que el hombre es un animal competidor, que sus Estados tienen que ser
como es él, y que la selección natural opera hoy en el plano internacional. Los
Estados sólo se unirán para una cooperación básica cuando sean atacados
conjuntamente desde el exterior. Quizá ya nos estamos moviendo sin descanso
hacia ese plano superior de competición. Podemos establecer contacto con
especies ambiciosas de otros planetas; no pasará entonces mucho tiempo sin que
sobrevenga la guerra interplanetaria. Entonces, y sólo entonces, nosotros los
de la Tierra
seremos uno”.
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