martes, 7 de junio de 2016

EL 2006 FUE EL AÑO DE MOZART y en nuestra ciudad se dio vida a su RÉQUIEM / Edgar VALCÁRCEL

UNA OBRA QUE MARCÓ HUELLA EN TRUJILLO
Ø  PARA LA CRÍTICA FUE UNO DE LOS MEJORES CONCIERTOS VIVIDOS EN ESTA CÁLIDA TIERRA.
Textos Edgar Valcárcel
redaccionindustria@industria.com



El miércoles 20 de diciembre se clausuró el VIII Festival Mozart-Beethoven 2006, que incluyó la Obertura Prometeo Op. 43 de Beethoven y el Réquiem  k. 626 de W. A. Mozart en el Teatro Municipal de Trujillo.

   Participaron el Coro de la Universidad Mayor de San Marcos bajo la dirección del maestro Israel Olaya, la Orquesta Sinfónica de Trujillo y los cantantes solistas Margarita Ludeña (soprano), Maya Hoover (mezzosoprano), Zenón García (tenor) y David Dillard (bajo), todos con la dirección del maestro Francisco Pereda, quien, además, fuera el gestor, preparador y organizador de la presentación de tan magna obra. Pereda se consagró así como un director con precisión y sobriedad gestual y a la vez, refinada expresión estilística en el manejo y estructuración del hondo contenido dramático del RÉQUIEM.

   A estos méritos se sumó la impactante preparación y presentación del Coro Universitario en obra tan compleja y cuyos logros superaron toda expectativa. Con honores se consagró, también, como una agrupación coral de indiscutible mérito y de gran protagonismo en la escena coral peruana. Aplausos para su director igualmente, la Orquesta Sinfónica de Trujillo sostuvo con gran calidad y responsabilidad su condición de soporte y marco sonoro tanto a las exigencias del director como a la presencia de cantantes y coreutas.

   El cuarteto solista tuvo momentos de excelente empaste vocal  y calidad expresiva. Los cantantes peruanos Margarita Ludeña (salvo  accidentales lapsus lingüe en el Tuba Mirum) y Zenón García, cumplieron con estimulante esfuerzo sus intervenciones, tanto solísticas como las de conjunto (cuarteto vocal).





   Pero es menester resaltar el valioso aporte de los excelentes cantantes norteamericanos: Maya Hoover y David Hillard. La primera contó con el respaldo del Departamento  de Música de la Clayton State University de Atlanta, Georgia y el segundo, con el auspicio de la Southern Illinois University, en Carbondale. Ellos brindaron notable respaldo profesional de alta calidad técnica de belleza vocal en sus roles respectivos.

   EL RÉQUIEM no es sólo una obra emblemática de repertorio; es una obra de enorme contenido histórico y trágicas connotaciones musicales y humanas en su existencia magistral. Mozart, en carta dirigida a Lorenzo Da Ponte en 1791, dramáticamente escribió: “Tengo el presentimiento de que mi hora ha llegado y de que esto me guiará a la muerte”.

   Este descarnado presentimiento enmarca la composición del RÉQUIEM, obra maestra en la que debemos recordar que, a la muerte de su autor, quedara inconclusa. De las 14 partes que conforman la obra sólo el Introito, Kyrie y Dies irae fueron concluidas por Mozart.

   Fue su discípulo Franz Xaver  Sussmayer quien concluyera las partes restantes mediante indicaciones instrumentales y corales de voces solistas y del bajo cifrado, todas ellas incompletas y, en algunos casos, inexistentes. Sussmayer aportó con la versión propia del Sanctus y del Communio y para este último recurrió a una reexposición casi textual de los elementos estructurales del Introito y Kyrie. Es doloroso comprobar que en el Lacrimosa Mozart sólo escribió hasta el compás 8. Hermoso fragmento de hondo  dramatismo que conmueve hasta las lágrimas.

   El estreno de la obra mozartiana nos recuerda que estamos acostumbrados a asistir a una impresionante sucesión de eventos internacionales en la ciudad de Trujillo. El último, el que en estas líneas comentamos, nos hace repensar cuán equivocados estamos al aceptar que sólo Lima tiene el privilegio de hacerlo.

   Es conveniente constatar cómo en el evento que nos ocupa se asistió a una muestra de entrega y compromiso personal de cada uno de los organizadores y participantes. Se disfrutó de un aura de belleza plena y espontánea, que ennobleció el contenido y esfuerzo musical de los músicos trujillanos, muy superior en lo artístico y humano a las pretensiones perfeccionistas de modelos extranjeros capitalinos.

   Hacer música en el Perú es un acto heroico que merece el respeto y el emocionado y comprometido reconocimiento por parte de todos nosotros. La presentación del RÉQUIEM de Mozart en Trujillo constituyó un inolvidable acontecimiento. La versión se dio en un marco de gran calidad musical y con espíritu peruano elevado, verdadero y muy auténtico.

[La Industria], Domingo 31 de 2006. Trujillo, La Libertad.

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