Gustavo Gutiérrez: "El
Papa es un 'kairós' que nadie esperaba, un gran don"
"Sólo conocemos el 10%
de las resistencias al Papa. El otro 90% está oculto, pero él lo sabe"
José Manuel Vidal, 02 de
marzo de 2017
Gustavo Gutiérrez: "El
compromiso con el pobre no puede evitar la denuncia de las causas de la
pobreza"
Gustavo Gutiérrez: "No
nos hemos comprometido con los pobres hasta que seamos amigos de ellos"
Habría que abrir en la
Iglesia una nueva línea de santidad: los santos de las causas sociales. El
primero, monseñor Romero
(José Manuel Vidal).- A sus
88 años, Gustavo Gutiérrez, el padre de la Teología de la Liberación es un
abuelito entrañable, que, a pesar de su fama, no se da importancia, y al que todo
el mundo venera. Pequeñito, con su bastón siempre en la mano, sigue marcando la
pauta de la corriente teológica que fundó y por la que fue perseguido durante
20 años. Ahora, le llegan los reconocimientos del propio Papa Francisco y de
toda la comunidad teológica mundial. Uno de los últimos 'gurús' vivos apuesta
por Francisco, "un kairós, un gran don", tras participar en el I
Encuentro Iberoamericano de Teología, celebrado en el Boston College.
¿Cómo llegó a la Teología?
Fui vocación tardía. Entré
en el seminario cuando ya había cumplido los 24 años y después de haber
estudiado Medicina. Una vez que decidí ser cura, estudié Filosofía y Psicología
en Lovaina y Teología en Lyon, además de algún curso en la Gregoriana de Roma,
con el padre Alfaro. Me ordené en 1959 y comencé a enseñar y a trabajar en una
parroquia.
¿Entró a dar clases en la
Facultad de Teología?
No. Nunca estuve en la
Facultad de Teología. No querían saber nada de mí en ella. Daba clases en la
Universidad católica, pero no en la Facultad de Teología. De hecho, mi primer
nombramiento para enseñar en una Facultad de Teología data de hace solo 12 años
en USA. A la vejez, viruelas. Desde hace años, paso tres meses en la
Universidad estadounidense de Notre Dame.
¿Qué recuerda de su trabajo
pastoral en la parroquia?
Sigo trabajando en la
parroquia. Nunca la dejé. De hecho, conocí ya a dos generaciones de feligreses.
Adoro el trabajo parroquial y, al mismo tiempo, me apasiona la Teología. Por
eso, a veces, tuve dificultades para compaginar ambas cosas en mi vida. Me
gusta enseñar, pero no a tiempo completo. Soy cura párroco.
¿Esperaba la repercusión de
su libro sobre la Teología de la Liberación?
Nunca pensé que iba a hacer
tanta bulla la publicación de ese libro.
Y pronto empezaron sus 'problemas'
con Roma
Estuve durante muchos años
en diálogo con Doctrina de la Fe. 20 años de diálogo. Siempre fui una nulidad
en Derecho canónico, pero aprendí a diferenciar el diálogo del proceso. A mí me
obligaron al diálogo, pero nunca me incoaron un proceso. Por eso, cuando los
periodistas me preguntan si el Papa me va a rehabilitar, siempre contesto que
no puede rehabilitarme, porque nunca fui deshabilitado. Eso sí, hubo una
fregadera de cartas y de idas y venidas.
Y, sin embargo, siempre se
dice que fue usted condenado por Roma
Los medios de comunicación
tienen una fuerza enorme y esos clichés, divulgados erróneamente, tienden a
permanecer y cristalizar en la gente. Hace un par de meses, una señora, tras
asistir a la misa que había celebrado, se acercó y me dijo: 'Pensé que tenía
prohibido celebrar'
¿Qué piensa del papa
Francisco?
Es un momento de 'kairós'
que nadie esperaba. Un gran don. Va a lo central del mensaje cristiano, a la
frescura del Evangelio. Además, es muy valiente. Aunque hay quienes le piden más, pero esos tales están locos. Francisco es una bendición, tiene clarísima
la solidaridad con el pobre, la gente le entiende y, encima, tiene sentido del
humor y hace bromas, además de su impresionante capacidad para crear metáforas.
Estoy dispuesto a apoyar al Papa a fondo, en la medida de mis posibilidades.
¿Cómo aprovechar este
'kairós'?
La reforma de la Iglesia
exige el cambio de la Curia, que detesta el Papa Francisco.
¿Hay resistencias contra
Francisco?
Sólo conocemos el 10% de las
resistencias. El otro 90% está oculto, pero él lo sabe y tiene una fibra muy
fuerte. El Papa necesita mucho apoyo, porque tiene problemas. Hasta hay
cardenales que critican públicamente al Papa, algo nunca visto en nuestra época
y prueba evidente de las resistencias a las que tiene que hacer frente.
¿Qué pueden hacer los que lo
apoyan?
Sostenerlo y hacerlo
presente en la Iglesia. Porque este excelente momento y este don que significa
el Papa nos exige una tarea. Hay que tener una visión de Iglesia grande. Hay
que preparar la continuidad. Y mantenerse firmes. Falta una bienaventuranza, la
de 'bienaventurados los tercos, porque de ellos es el Reino de los cielos'
¿Se vio personalmente con
Francisco?
Sí, pero no quisimos darle
publicidad a ese encuentro.
¿En qué está trabajando?
Tengo un libro terminado,
pero sin releer.
¿El título?
Eso no se dice, da mala
suerte.
¿Sobre qué tema?
El del pobre y la situación
teológica. El libro y el título girará en torno a esta frase: 'Cerca del pobre,
cerca de Dios'. Tenemos que zanjar la cuestión de la pobreza. La pobreza es
muerte temprana e injusta. La pobreza es destructora de personas y de familias.
La pobreza nunca es buena, nunca. Como dice Hannah Arendt, 'el pobre es aquel
que no tiene derecho a tener derechos'. Por eso, el compromiso con el pobre no
puede evitar la denuncia de las causas de la pobreza.
¿La gente se ha aburguesado?
La gente se cansa. Un
cansancio que se da mucho en política. Pero también hay que tener muy en cuenta
la experiencia del martirio. Hay gente que ha dado su vida. Por ejemplo,
Enrique Pereira Neto, al que mataron a los 28 años, por defender a los pobres.
Habría que abrir en la Iglesia una nueva línea de santidad: los santos de las
causas sociales. El primero, monseñor Romero.
¿Qué lugar ocupa la
espiritualidad en el quehacer teológico de la TL?
Es fundamental, entendida
como un estilo de vida y una manera de ser. Como decía Chenu, 'es la
espiritualidad la que está detrás de la teología'. Espiritualidad como
comportamiento y como práctica. El mensaje cristiano es como carne congelada:
Está ahí, pero no se puede comer. Hay que descongelarla, es decir, ponerla en
la realidad. Como dice Simone Weil, 'si quieres saber si una persona cree en
Dios, no te fijes en lo que dice de Él, sino en lo que dice del mundo'. O como
señala Nicolás Berdiaeff, 'si tengo hambre, es un problema material. Si otra
persona tiene hambre, es un problema espiritual para mí'.
Es llamativa su amistad con
el actual prefecto de Doctrina de la Fe, Gerhard Müller
Tras entrar en contacto
conmigo, Müller fue durante 15 años seguidos a dar clases a los seminaristas
del seminario de Cuzco. Nunca vi a un teólogo europeo hacer algo parecido. El
propio Müller dice que allí se convirtió.
DE MI ÁLBUM
Cañón del Colca-Perú
No hay comentarios:
Publicar un comentario