A los treinta años se alejó de su
patria y del lago de su patria, y se fue a la montaña. Diez años gozó allí de
su espíritu, y de su soledad sin cansarse. Pero variaron sus sentimientos, y
una mañana, levantándose con la aurora, púsose delante del sol y le habló así:
"!Gran astro! ¿Qué sería de tu
felicidad si te faltasen aquellos a quienes iluminas?
Diez años hace que
vienes a mi caverna, y sin mí, sin mi águila y mi serpiente, te habrías cansado
de tu luz y de este camino. Pues nosotros te esperábamos todas las mañanas, te
tomábamos lo superfluo y te bendecíamos…
Pues bien; yo estoy hastiado de mi
sabiduría, como la abeja que ha acumulado demasiada miel. Necesito manos que se
alarguen hacia mí… Yo quisiera dar y repartir hasta que los sabios vuelvan a
gozar de su locura y los pobres de su riqueza… Por eso debo bajar a las
profundidades, como tú por la noche, astro exuberante de riqueza, cuando
traspones el mar para llevar tu luz al mundo inferior. Y debo descender, como
tú, según dicen los hombres, hacia quienes quiero dirigirme…”
Así empezó el ocaso de Zaratustra.
MENSAJE:
Muchas mentes se aventuran a salvar a la humanidad. La mayoría se infecta, pocos se perennizan en la eternidad.
Muchas mentes se aventuran a salvar a la humanidad. La mayoría se infecta, pocos se perennizan en la eternidad.
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