domingo, 8 de junio de 2014

BRINDANDO SU MANO: PROFETA / Federico NIETZSCHE

           A los treinta años se alejó de su patria y del lago de su patria, y se fue a la montaña. Diez años gozó allí de su espíritu, y de su soledad sin cansarse. Pero variaron sus sentimientos, y una mañana, levantándose con la aurora, púsose delante del sol y le habló así:

     "!Gran astro! ¿Qué sería de tu felicidad si te faltasen aquellos a quienes iluminas?
Diez años hace que vienes a mi caverna, y sin mí, sin mi águila y mi serpiente, te habrías cansado de tu luz y de este camino. Pues nosotros te esperábamos todas las mañanas, te tomábamos lo superfluo y te bendecíamos…

      Pues bien; yo estoy hastiado de mi sabiduría, como la abeja que ha acumulado demasiada miel. Necesito manos que se alarguen hacia mí… Yo quisiera dar y repartir hasta que los sabios vuelvan a gozar de su locura y los pobres de su riqueza… Por eso debo bajar a las profundidades, como tú por la noche, astro exuberante de riqueza, cuando traspones el mar para llevar tu luz al mundo inferior. Y debo descender, como tú, según dicen los hombres, hacia quienes quiero dirigirme…”

            Así empezó el ocaso de Zaratustra.

MENSAJE
Muchas mentes se aventuran a salvar a la humanidad.         La mayoría se infecta, pocos se perennizan en la eternidad.
                   

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