Hay muchos
modos de amar a la Patria… Esa inquietud, ese descontento en que vivimos, nos
fuerzan a trabajar, a descubrir nuevas rutas, a emprender caminos de
perfección.
Los resignados, los satisfechos, los aduladores de la vanidad nacional son los peores enemigos de la Patria. Más hacen por ella quienes luchan y se revuelven contra los vicios seculares, contra los rancios patrones, contra la pereza vestida de retórico patriotismo.
¿Qué vale ya lo que fue? Lo futuro será lo que nosotros querramos que sea.
Los resignados, los satisfechos, los aduladores de la vanidad nacional son los peores enemigos de la Patria. Más hacen por ella quienes luchan y se revuelven contra los vicios seculares, contra los rancios patrones, contra la pereza vestida de retórico patriotismo.
Es más necio
y cobarde volver los ojos al pasado y llorar eternamente a los muertos, que
defender a los vivos y afrontar con energía lo porvenir. Amar las cosas,
mejorarlas.
El progreso
es obra de los revolucionarios en todos los órdenes, de quienes han sabido
deshacer encuentros, enmendar sinrazones e imponer el ideal con generosas
arremetidas. El amor no duerme sino que vela con la lanza en ristre y el
corazón lleno de sublimes locuras. El heroísmo huye del sosiego y ama la
inquietud sobre todas las cosas… Dejemos ya los sepulcros y las ruinas, la
grosera comodidad del surco y el escabel al fuego…
Olvidemos los ditirambos de la edad fabulosa
de las pródigas castañas y las solícitas abejas… Orientemos nuestros ideales
por encima de los tejados, cielo arriba, al sol de este nuevo renacimiento
universal. ¿Para qué encerrarnos en
nuestra antigua torre a morir entre libros viejos y armaduras mohosas? ¿Qué vale ya lo que fue? Lo futuro será lo que nosotros querramos que sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario