lunes, 11 de agosto de 2014

DEL BLOG "NIDO DE POESÍAS", [NOSOTROS LOS MAYORES], DE Nicolás LA CARRERA / CÍTARA MÍA y ARRUGAS

"TE BAJE A LA BELLEZA / DE LA VIDA MORTAL"
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Poema mayor del místico chileno Gonzalo Rojas, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 1992 y Premio Cervantes 2003. En los versos de “Cítara mía”, con el exquisito y descarado lenguaje de un Camilo José Cela, describe el surrealista lírico, de cuatro poderosos brochazos, el placer arrebatado del amor carnal bajo la mirada bondadosa y cercana del Dios vivo, para quien pulsa, como un arpa, una cítara, una guitarra, el luminoso cuerpo de la amante (así describe la esposa, en el Cantar de los Cantares, el cálido y musical abrazo del esposo: “Su izquierda bajo mi cabeza / y su derecha me abraza”: Cantar 8,3).
El amor, la pasión no bastan al amante y suplica al cielo y confiesa a la amada: que “el mismo Dios vaya con mi semilla / como un latido múltiple por tus venas preciosas...”, y desea a la esposa, pensando sin duda en el hijo, que “te baje a la belleza / de la vida mortal”.
No me resisto a reproducir la respuesta de Rojas una vez que le preguntaron: ¿usted cree en Dios? Su respuesta: “Yo creo en mi Dios y le hablo despacito; no hay que hablar fuerte con él. En mí funciona un juego medio místico. Cuando la gente lee mis poesías de amor, dice: ¡cómo va a ser místico este señor, casi libertino! Bueno, místico concupiscente, si tú quieres... Además, creo que el encantamiento amoroso y hasta el acto sexual es sagrado...”
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CÍTARA MÍA
Cítara mía, hermosa
muchacha tantas veces gozada en mis festines
carnales y frutales, cantemos hoy para los ángeles,
toquemos para Dios este arrebato velocísimo,
desnudémonos ya, metámonos adentro
del beso más furioso,
porque el cielo nos mira y se complace
en nuestra libertad de animales desnudos.

Dame otra vez tu cuerpo, sus racimos oscuros para
bblancoque de ellos mane
la luz, deja que muerda tus estrellas, tus nubes
bblancoolorosas,
único cielo que conozco, permíteme
recorrerte y tocarte como un nuevo David todas las
bblancocuerdas,
para que el mismo Dios vaya con mi semilla
como un latido múltiple por tus venas preciosas
y te estalle en los pechos de mármol y destruya
tu armónica cintura, mi cítara, y te baje a la belleza
de la vida mortal.
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bblancoLA ESCRITURA DEL TIEMPO EN TU ROSTRO
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Mientras la publicidad nos asalta obsesivamente para que estiremos las arrugas que el tiempo y la vida han ido pellizcando por nuestra piel, Miguel d’Ors, a 25 de mayo de 2011, nos invita a un ejercicio nuevo de encantamiento. En su lírica humanista, interpreta las arrugas de su esposa como “escritura del tiempo en tu rostro. La veo / y reconozco en ella nuestra historia...” Inolvidables días por el Pirineo navarro, valles de Ulzama, entre robles y hayas, de Belagua y su paisaje glaciar... Los hijos..., que desbordaban el limitado espacio del coche familiar (“¿Mi vida? –Siete niños / que lloran, se divierten, cruzan, piden...”, en “Autobiografía, en la que salgo de extra”). Por las azules aguas de esa historia, la pareja, ella... Complicidad, escapadas de amor... Tus arrugas...: “cada vez que te beso beso también en ellas / tantos años de amor...”

ARRUGAS
Arrugas en tu frente, patas de gallo, ojeras:
la escritura del tiempo en tu rostro. La veo
y reconozco en ella nuestra historia:
aquellas viejas tardes en el oro romántico
de La Ulzama y del Valle de Belagua,
las noches de desvelo impotente ante el llanto
de nuestros hijos, sus primeras sílabas,
que eran como un regalo fresco y limpio
del futuro, los largos kilómetros en coches
que siempre nos estaban demasiado pequeños,
nuestra telegrafía de miradas,
las horas convividas en amargos pasillos
de hospital, nuestras fugas jugando a ser amantes; y
los números rojos, y los suspensos, y
los muertos, y las velas de tantos «happy birthday»...

Toda esa vida dicen tus arrugas. Ahora
cada vez que te beso beso también en ellas
tantos años de amor.

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