viernes, 15 de septiembre de 2017

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA

                                                                                                            YURAMARCA

DE: ORACIONES SIGLO XX

“HISTORIA DE AMOR”

Señor: En esta fecha de San Marcos (25 de abril), evangelista, quiero pedirte un aumento de amor práctico hacia ese único Evangelio tuyo, cuya redacción confiaste a Mateo, Lucas y Juan.

Señor, déjame pedirte primero de todo, que siga como best seller de librería el libro de tu vida y doctrina, escrito por los cuatro evangelistas, hasta que no haya un solo discípulo tuyo que no tenga en su biblioteca los Evangelios.

En segundo lugar, Señor, enséñame a leer esas páginas únicas, inspiradas, con su espíritu limpio y sencillo, sin pretensiones literarias ni corazón maleado; para que así podamos entender tu mensaje a los pobres de espíritu.

Señor, mientras bebemos en la fuente más pura de la revelación cristiana, descúbrenos prácticamente que tu Evangelio significa “la buena noticia” del Reino de Dios; que sintamos flotar a lo largo y ancho de sus páginas esa verdad omnipresente y consoladora de que tenemos en el cielo un Padre providente.

Señor, que la lectura diaria de los Evangelios nos comunique el sentido cristiano de la vida, y que sepamos iluminar con sus palabras “de vida eterna” todas y cada una de las vicisitudes de nuestra historia contemporánea; desde la lejana guerra asiática, hasta el cercano problema familiar.
Señor, concédenos asimilarnos tanto tu Evangelio, que sin pensarlo, nuestras vidas sean ediciones actualizadas de tu doctrina, ejemplares vivientes de tu divino Mensaje.
                                                      Rafael de Andrés.


DOM. XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO


“Entonces Pedro se acercó y le dijo: ¿Cuántas veces debo perdonar las ofensas de mi hermano?  ¿Hasta siete veces? Jesús le contestó: No digas siete veces, sino hasta setenta y siete veces…..

Y Jesús terminó con estas palabras: ‘Así hará mi Padre Celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos”. Mateo 18, 21-35.



Pedro interrumpe al Señor, en la enseñanza que le viene impartiendo a la comunidad respecto a la reconciliación, para preguntarle acerca de la cuantificación del perdón: ¿cuántas veces le tengo que perdonar? De manera magistral, el Señor responde con una parábola para que su oyente obre conforme  al plan de Dios. En la misma intervienen tres actores: un Rey, un servidor y por último, un amigo del servidor. Después de escuchar al Señor, le corresponde al discípulo replantear sus relaciones interpersonales y comunitarias de acuerdo a los valores del Evangelio.

PÁGAME LO QUE ME DEBES



Qué ridículo queda el siervo poderoso de que nos habla el Evangelio de hoy.

Lo llamo “poderoso” porque tenía una deuda de millones, si lo traducimos a nuestras monedas.

Jesús, como buen pedagogo, nos da una lección magistral.
El siervo poderoso, ante la amenaza del dueño al que debe tanto dinero, pide misericordia:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.

El dueño se conmovió y le perdonó todo.

Por otra parte, un siervo pobrete debe cien denarios, equivalente a cien días de trabajo, a su con-siervo, al que he llamado el siervo poderoso.

Una miseria, en realidad, si la comparamos con la deuda del otro.

El pobre hace la petición a su compañero con las mismas palabras que él utilizó y éste es un detalle magistral de Jesús para resaltar qué ridículos somos unos hombres con otros:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.

Como hemos visto el amo generoso perdonó la gran deuda, en cambio el siervo miserable encarcela al pobrete “hasta que le pague todo”.

Ya se sabe: “el amo” es Dios que perdona a todos las deudas que contraemos con nuestros pecados.

Por eso en los siervos, tantas veces creídos y miserables, estamos bien retratados nosotros.

Dios nos perdonó todo en Cristo y nos abrió los cielos pero nosotros nos peleamos y hasta nos odiamos por unas monedas.

Como conclusión Jesús pide que aprendamos a perdonarnos unos a otros porque “si no perdonamos de corazón a los demás, tampoco Dios nos perdonará”.

Es lo del padrenuestro: “perdónanos porque perdonamos”.
Dios no cuenta las veces que perdona.

Para Él no es aceptable la generosidad de Pedro que decía ¿perdonaré hasta siete veces?

Por eso Jesús, jugando con los números, le contesta: “setenta veces siete, Pedro”, es decir, siempre.

Ignacio Alemany Grau, Obispo.

DE MI ÁLBUM
(Usquil, Milene Alfaro)



                                                                 U. con lluvia

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