Ciudad
de México, Distrito Federal, Mexico · 2-set--17
NOTAS DE
CAMPO. El concierto K 491 de Mozart estaba muy de moda en Viena a principios
del siglo XIX. Beethoven se inspiró en él al componer su Tercer concierto para
piano. Es a la vez dramático y amable. Como mi padre lo oía mucho, para mí esta
música es un recuerdo infantil.
La pianista
no llegó al primer ensayo debido al huracán. Su vuelo fue desviado a Cancún.
Varios bromearon que entonces debíamos ir a ensayar con ella.
Un video
compartido en facebook mostraba las pistas del aeropuerto inundadas como lagos,
vistas desde una camioneta que desplazaba agua formando olas como una lancha.
El director
nos contó la anécdota de que en dos ocasiones ya había tenido que cancelarle un
concierto a esta pianista: por una rara coincidencia, sus dos hijos habían
nacido en la misma fecha en que ellos debían presentarse.
Nos dedicamos
a ver las partes orquestales. Para no aburrirme, escribo en mi Iphone en las
pausas del ensayo.
Al día siguiente
llega la solista. Es americana. Tendrá unos sesenta años. Viste toda de blanco
y trae una gorra de beisbolista en la cabeza. Me pareció un atuendo excéntrico.
Pero su ejecución es muy segura: toca con claridad y energía. Veo al director
sudando en su esfuerzo de concentración por acompañarla y cuidando cada
detalle.
Ella es
especialista en Beethoven. Los gringos se especializan en todo aquello que les
gusta. Son especialistas en especializarse. Logran altos niveles de calidad,
sin duda, pero hay algo de neurótico en su perfeccionismo.
Nuestros
camerinos están inhabilitados tras el conato de incendio del mes pasado.
Persiste el olor a quemado: una mezcla de olor a plástico, tela, madera y papel
que impregna las paredes. Siento tristeza por esa esquina ennegrecida del
Palacio, como si algo de su grandeza hubiese muerto.
Pronostican
más lluvia para la tarde. El director se despidió de nosotros diciendo: “nos
vemos en la noche, si el agua lo permite”.
DE MI ÁLBUM
(Flautas)
No hay comentarios:
Publicar un comentario