miércoles, 11 de enero de 2012

SECCIÓN NUEVA: "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO". Oración por MARILYN MONROE, Por E. CARDENAL.

   


Plegarias que perduran
                                                    por la sinceridad
                                                                                       y sencillez que transmiten.

SEÑOR,
recibe a esta muchacha conocida en toda la tierra con el nombre de Marilyn Monroe, aunque ese no era su verdadero nombre.

   (Norma Jean Baker Mortenson, 1926-1962, actriz cinematográfica norteamericana,          mito   erótico de los años 50)

Pero Tú conoces su verdadero nombre: el de la huerfanita violada a los nueve años y la empleadita de tienda que a los diez y seis se había querido matar y que ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje, sin su agente de prensa, sin fotógrafos y sin firmar autógrafos: sola como un austronauta frente a la noche espacial.

Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia (según cuenta el Time), ante una multitud postrada, con las cabezas en el suelo, y tenía que caminar de puntillas para no pisar las cabezas.

Tú conoces nuestros sueños mejor que los siquiatras. Iglesia, casa, cueva: son la seguridad del seno materno. Pero también algo más que eso... Las cabezas son los admiradores, es claro: la masa de cabezas en la oscuridad bajo el chorro de luz.

Pero el templo no son los estudios de la 20th Century Fox.

El templo - de mármol y oro - es el templo de su cuerpo en el que está el Hijo del Hombre con un látigo en la mano expulsando a los mercaderes de la 20th Century Fox, que hicieron de tu casa de oración una cueva de ladrones.

Señor,
En este mundo contaminado de pecados y radioactividad Tú no culparás tan sólo a una empleadita de tienda, que como toda empleadita de tienda soñó ser estrella de cine (y su sueño fue realidad, pero como la realidad del tecnicolor).

Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos: el de nuestras vidas. Y era un script absurdo.

Perdónala, Señor, y perdónanos a nosotros por nuestra 20th  Century. Por esta colosal superproducción en la que todos hemos trabajado.

Ella tenía hambre de amor y le ofrecimos tranquilizantes.

Para la tristeza de no ser santos se le recomendó el sicoanálisis.

Recuerda, Señor, su reciente pavor a la cámara y el odio al maquillaje - insistiendo en maquillaje en cada escena- y cómo se fue haciendo mayor la impuntualidad a los estudios.

Como toda empleada de tienda soñó ser estrella de cine. Y su vida fue irreal, como un sueño que un siquiatra interpreta y archiva. Sus romances fueron un beso con los ojos cerrados, que cuando se abren los ojos se descubre que fue bajo los reflectores y apagan los reflectores y desmontan las dos paredes del aposento (era un set cinematográfico) mientras el director se aleja con su libreta... porque la escena ya fue tomada.

O como un viaje en yate, un beso en Singapur, un baile en Río, la recepción en la mansión del Duque y la Duquesa de Windsor, vistos en la salita del departamento miserable.

La película terminó sin el beso final.

La hallaron muerta en su cama con la mano en el teléfono. Y los detectives no supieron a quién iba a llamar.

Fue como alguien que ha marcado el número de la única voz amiga y oye tan sólo la voz de un disco que le dice: wrong number!

O como alguien que herido por los gansters alarga la mano a un teléfono desconectado.

Señor,
Quien quiera que sea el que ella iba a llamar y no llamó ( y tal vez no era nadie o era Alguien cuyo número no está en el directorio de la ciudad de Los Ángeles), contesta Tú el teléfono.

                                                                                                Ernesto Cardenal.

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