martes, 23 de junio de 2015

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA



DE "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"

Permíteme, Oh Señor,
lamentar nuestra
ceguera e ingratitud.         


Todos vivimos engañados,

buscando a la gente 
necia y abandonándote
Tú que eres nuestro Dios. 

/Te abandonamos

Oh Fuente de Vida!,
por el tonto lodazal
del mundo.
                       Molinos.

VENTANA AL MUNDO:
VENECIA














VENECIA: UNA MARAVILLA QUE SE HUNDE
                Por Donald y Luise Peattie

ENTRE LAS ciudades más sobresalientes del mundo, desde Manhattan, la de los rascacielos, hasta la torva Moscú, desde la montañosa San Francisco hasta la amurallada Peiping, una existe que no pertenece propiamente a la tierra. Construida en el agua, Venecia hace pensar en un mago que hubiera transformado en torres, iglesias y palacios las espumas del mar, y hubiera puesto a flotar toda esa maravilla en las deslumbrantes aguas del Adriático. Venecia fue una vez la reina del comercio entre Europa y el Oriente; fue la señora de los mares mucho antes que la Gran Bretaña; fue república más de mil años antes que las repúblicas americanas; y ahora en su vejez, Venecia es aun más adorable que nunca.
   
   En su ámbito predomina una especie de encantamiento porque no hay ruedas en las calles, ni siquiera las de una bicicleta. Cuando una de esas torcidas callejuelas tropieza con un canal, se convierte en escalones y lo cruza sobre un pequeño puente. Es preciso transitar a pie o por el agua; si se camina, las gentes que van en barcas o en góndolas dan la impresión de que se mueven en un mundo aparte; y si va uno por el agua, las que se hallan en los puentes parecen moverse en una dimensión distinta. Así aumenta la sensación de estar soñando.

   El encanto es mayor a lo largo del Gran Canal, en forma de S, que no fue construido por la mano del hombre sino que es el cauce de un río antiguo que se precipita al mar. Allí surgen del agua centelleante los antiguos palacios envueltos en luces y colores deslumbrantes. Fantásticos, con sus columnas retorcidas y sus arcos entrelazados, se recuestan los unos contra los otros, colgados de flores, lamidos por el agua y acariciados por las algas que ondulan al pie de los pórticos. Desde la estación de ferrocarril hasta el puerto, el canal está todo bordeado de palacios, y la boca del puerto se abre sobre la Plaza de San Marcos. Esta gran plaza es el corazón de Venecia porque allí está enterrado el cuerpo de su patrono, San Marcos, autor del segundo Evangelio.

   Desde el amanecer hasta bien entrada la noche la Plaza de San Marcos bulle de animación. Entre torbellinos de golosas palomas, la banda toca, repican las campanas, los niños retozan, y grupos de vecinos y turistas van de un lado a otro como los coros de una ópera que no terminara jamás. Napoleón la llamó "la más esplendorosa sala de Europa".

   ¿Quién sacó de las aguas esta ciudad de ensueño? La más remota narración de un viaje a Venecia data del año 523, y describe a los "venetti" como un grupo bastante civilizado de pescadores, armadores y comerciantes los cuales por razones de seguridad vivían mitad en el agua, mitad fuera de ella, tan apretujados como las aves marinas en los peñascos. Amarraban las barcas a un poste frente a la casa, lo mismo que las gentes de tierra sus caballos.
(Terminamos), Venecia también es suya, pues forma parte inalienable de la civilización occidental que hemos recibido como herencia.

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