No toda
crisis, ni todo caos son necesariamente malos. La crisis acrisola, funciona como
un crisol que purifica el oro de las gangas y lo libera para un nuevo uso. El
caos no es solo caótico; también puede ser generativo. Es caótico porque
destruye cierto orden que no atiende las demandas de un pueblo; es generativo
porque a partir de un nuevo reajuste de los factores, inaugura un nuevo orden
que hace mejor la vida del pueblo. Dicen algunos cosmólogos que la vida surgió
del caos. Este organizó internamente los elementos de alta complejidad y de esta
complejidad hizo surgir la vida en la Tierra y más tarde nuestra vida consciente
(Prigogine, Swimme, Morin y otros).
La actual
crisis política y el caos social obedecen a la lógica descrita arriba. Ofrecen
una oportunidad de refundación del orden social a partir del caos social y de
los elementos depurados de la crisis. Como en Brasil hacemos todo a medias y no
concluimos casi ningún proyecto (independencia, abolición de la esclavitud, la
república, la democracia representativa, la nueva democracia post dictadura
militar, la amnistía) existe el riesgo de que perdamos nuevamente la oportunidad
de hacer algo realmente profundo y cabal, o continuaremos con la ilusión
acostumbrada de que poniendo esparadrapos curamos la herida que gangrena la vida
social desde hace tanto tiempo.
Antes de
cualquier iniciativa nueva, el PT, que hegemonizó el proceso nuevo en la
política brasilera, debe hacer lo que hasta ahora no ha hecho: una autocrítica
pública y humilde de los errores cometidos, de no haber sabido usar el poder
realmente como instrumento de cambios y no de ventajas corporativas y de haber
perdido la conexión orgánica con los movimientos sociales. Necesita hacer su
mea-culpa porque algunos con poder traicionaron a millones de afiliados al haber
manchado y rasgado su principal bandera: la moralidad pública y la transparencia
en todo lo que hicieran. Aquel pequeño puñado de corruptos y de ladrones del
dinero público dentro de Petrobras que traicionaron a más de un millón de
afiliados al PT y avergonzaron a la nación, deberán ser borrados de la memoria.
Cito a frei
Betto que estuvo dentro del poder central y que ideó Hambre Cero. Al darse
cuenta de los desvíos, dejó el gobierno comentando: «El PT en 12 años no
promovió ninguna reforma de la estructura, ni agraria, ni tributaria, ni
política. ¿Había alternativa para el PT? Sí, si no hubiese arrojado su garantía
de gobernabilidad en los brazos del mercado y del Congreso; si hubiese promovido
la reforma agraria, para hacer a Brasil menos dependiente de la exportación de
materias primas, y favorecido más el mercado interno; si osase hacer la reforma
tributaria recomendada por Piketty, priorizando la producción y no la
especulación; si hubiese, en fin, asegurado la gobernabilidad prioritariamente
mediante el apoyo de los movimientos sociales, como hizo Evo Morales en Bolivia…
Si el gobierno no vuelve a beber en su fuente de origen –los movimientos
sociales y las propuestas originales del PT– las fuerzas conservadoras volverán
a ocupar Planalto».
Y ahora
concluyo yo: hemos echado a perder la revolución pacífica y popular hecha a
partir de 2003 cuando ocurrió no un cambio de poder sino el cambio de la base
social que sustenta el Estado: el pueblo organizado, antes al margen y ahora
puesto en el centro. El PT puede soportar el rechazo de los poderosos. Lo que no
puede es defraudar al pueblo y a los humildes que tanta confianza y esperanza
pusieron en él. Y muchos, como frei Betto y yo, que nunca nos inscribimos en el
PT (preferimos el todo y no la parte que es el partido), pero siempre apoyamos
su causa, por verla justa y afín a las propuestas sociales de la Iglesia de la
Liberación, sentimos abatimiento y decepción. No tenía por qué ser así. Y lo fue
por inmoralidad, por falta de amor al pueblo y por la ausencia de conexión
orgánica con los movimientos sociales.
No por eso
desistiremos. En el espectro político actual no vislumbramos ningún proyecto que
huya de la sumisión al capitalismo neoliberal, que haga a la sociedad menos
malvada y que presente líderes confiables que mejoren la vida del pueblo. La
vida nos enseña y las Escrituras cristianas no se cansan de repetir: quien cayó
siempre puede levantarse; quien pecó siempre puede redimirse después de una
clara conversión al primer amor. Hasta se dice que quien estaba muerto puede ser
resucitado, como Lázaro y el joven de Naín.
El PT tiene
que volver a comenzar desde allá abajo, humilde y abierto a aprender de los
errores y de la sabiduría del pueblo trabajador. Son válidos todavía los ideales
primeros: inclusión social de millones de marginados, desarrollo social con
distribución de la renta y redistribución de la riqueza nacional, cuidado de la
naturaleza con sus bienes y servicios amenazados y la siempre ansiada justicia
social. Pero todo esto no podrá sostenerse si no viene acompañado de una reforma
política, tributaria y fuerte inversión en la agroecología, dada la
imposibilidad actual de hacer la reforma agraria.
Para que eso
ocurra, necesitamos creer en lo justo de esta causa; fortalecerse frente a la
batalla que será entablada contra el PT por aquellos que viven batiendo ollas
llenas, que nunca quieren cambios por miedo a perder beneficios; pero sin usar
jamás las armas que ellos usan –mentiras y distorsiones– sino las que ellos no
pueden usar: la verdad, la transparencia, la humildad de reconocer los errores y
la voluntad de mejorar día a día, de querer un Brasil soberano y un pueblo feliz
porque es lo justo, no más destinado a penar en las periferias existenciales
sino a brillar. Sigue siendo válido lo que Don Quijote sentenciaba: «no hay que
aceptar las derrotas sin dar antes todas las batallas».
-Leonardo BOFF/ 2-junio-15
No toda crisis, ni todo caos son necesariamente malos. La crisis acrisola, funciona como un crisol que purifica el oro de las gangas y lo libera para un nuevo uso. El caos no es solo caótico; también puede ser generativo. Es caótico porque destruye cierto orden que no atiende las demandas de un pueblo; es generativo porque a partir de un nuevo reajuste de los factores, inaugura un nuevo orden que hace mejor la vida del pueblo. Dicen algunos cosmólogos que la vida surgió del caos. Este organizó internamente los elementos de alta complejidad y de esta complejidad hizo surgir la vida en la Tierra y más tarde nuestra vida consciente (Prigogine, Swimme, Morin y otros).
La actual
crisis política y el caos social obedecen a la lógica descrita arriba. Ofrecen
una oportunidad de refundación del orden social a partir del caos social y de
los elementos depurados de la crisis. Como en Brasil hacemos todo a medias y no
concluimos casi ningún proyecto (independencia, abolición de la esclavitud, la
república, la democracia representativa, la nueva democracia post dictadura
militar, la amnistía) existe el riesgo de que perdamos nuevamente la oportunidad
de hacer algo realmente profundo y cabal, o continuaremos con la ilusión
acostumbrada de que poniendo esparadrapos curamos la herida que gangrena la vida
social desde hace tanto tiempo.
Antes de
cualquier iniciativa nueva, el PT, que hegemonizó el proceso nuevo en la
política brasilera, debe hacer lo que hasta ahora no ha hecho: una autocrítica
pública y humilde de los errores cometidos, de no haber sabido usar el poder
realmente como instrumento de cambios y no de ventajas corporativas y de haber
perdido la conexión orgánica con los movimientos sociales. Necesita hacer su
mea-culpa porque algunos con poder traicionaron a millones de afiliados al haber
manchado y rasgado su principal bandera: la moralidad pública y la transparencia
en todo lo que hicieran. Aquel pequeño puñado de corruptos y de ladrones del
dinero público dentro de Petrobras que traicionaron a más de un millón de
afiliados al PT y avergonzaron a la nación, deberán ser borrados de la memoria.
Cito a frei
Betto que estuvo dentro del poder central y que ideó Hambre Cero. Al darse
cuenta de los desvíos, dejó el gobierno comentando: «El PT en 12 años no
promovió ninguna reforma de la estructura, ni agraria, ni tributaria, ni
política. ¿Había alternativa para el PT? Sí, si no hubiese arrojado su garantía
de gobernabilidad en los brazos del mercado y del Congreso; si hubiese promovido
la reforma agraria, para hacer a Brasil menos dependiente de la exportación de
materias primas, y favorecido más el mercado interno; si osase hacer la reforma
tributaria recomendada por Piketty, priorizando la producción y no la
especulación; si hubiese, en fin, asegurado la gobernabilidad prioritariamente
mediante el apoyo de los movimientos sociales, como hizo Evo Morales en Bolivia…
Si el gobierno no vuelve a beber en su fuente de origen –los movimientos
sociales y las propuestas originales del PT– las fuerzas conservadoras volverán
a ocupar Planalto».
Y ahora
concluyo yo: hemos echado a perder la revolución pacífica y popular hecha a
partir de 2003 cuando ocurrió no un cambio de poder sino el cambio de la base
social que sustenta el Estado: el pueblo organizado, antes al margen y ahora
puesto en el centro. El PT puede soportar el rechazo de los poderosos. Lo que no
puede es defraudar al pueblo y a los humildes que tanta confianza y esperanza
pusieron en él. Y muchos, como frei Betto y yo, que nunca nos inscribimos en el
PT (preferimos el todo y no la parte que es el partido), pero siempre apoyamos
su causa, por verla justa y afín a las propuestas sociales de la Iglesia de la
Liberación, sentimos abatimiento y decepción. No tenía por qué ser así. Y lo fue
por inmoralidad, por falta de amor al pueblo y por la ausencia de conexión
orgánica con los movimientos sociales.
No por eso
desistiremos. En el espectro político actual no vislumbramos ningún proyecto que
huya de la sumisión al capitalismo neoliberal, que haga a la sociedad menos
malvada y que presente líderes confiables que mejoren la vida del pueblo. La
vida nos enseña y las Escrituras cristianas no se cansan de repetir: quien cayó
siempre puede levantarse; quien pecó siempre puede redimirse después de una
clara conversión al primer amor. Hasta se dice que quien estaba muerto puede ser
resucitado, como Lázaro y el joven de Naín.
El PT tiene
que volver a comenzar desde allá abajo, humilde y abierto a aprender de los
errores y de la sabiduría del pueblo trabajador. Son válidos todavía los ideales
primeros: inclusión social de millones de marginados, desarrollo social con
distribución de la renta y redistribución de la riqueza nacional, cuidado de la
naturaleza con sus bienes y servicios amenazados y la siempre ansiada justicia
social. Pero todo esto no podrá sostenerse si no viene acompañado de una reforma
política, tributaria y fuerte inversión en la agroecología, dada la
imposibilidad actual de hacer la reforma agraria.
Para que eso
ocurra, necesitamos creer en lo justo de esta causa; fortalecerse frente a la
batalla que será entablada contra el PT por aquellos que viven batiendo ollas
llenas, que nunca quieren cambios por miedo a perder beneficios; pero sin usar
jamás las armas que ellos usan –mentiras y distorsiones– sino las que ellos no
pueden usar: la verdad, la transparencia, la humildad de reconocer los errores y
la voluntad de mejorar día a día, de querer un Brasil soberano y un pueblo feliz
porque es lo justo, no más destinado a penar en las periferias existenciales
sino a brillar. Sigue siendo válido lo que Don Quijote sentenciaba: «no hay que
aceptar las derrotas sin dar antes todas las batallas».
-Leonardo BOFF/ 2-junio-15
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