CLAUDE BERTHOLLET (1748-1822) es la persona en quien los televidentes deben pensar cada vez que en las pantallas de sus televisores aparecen dos amas de casa debatiendo cuál de ellas logra un lavado más blanco. Fue él quien inventó la manera de blanquear tejidos con cloro.
Nació en el sur de Francia, hijo de una
familia educada e inteligente pero no muy práctica en cuestiones de negocios.
Era gente culta pero pobre.
Claude estudió medicina en la universidad de
Turín, Italia, graduándose cuando sólo tenía 19 años de edad. Cuatro años después, luego de haber hecho
práctica en su ciudad natal, se trasladó a París para ampliar sus horizontes.
Un médico famoso, popular en la corte francesa, lo apadrinó y por su intermedio
consiguió clientes ricos y el derecho a experimentar en los laboratorios reales
de París.
Berthollet, pese a su condición de médico,
no gustaba de practicar su carrera ni aún en el caso de enfermos ricos.
Practicaba la medicina como medio de vida pero su interés real era la química.
En 1784 este interés especial le fue reconocido y le nombraron director de una
fábrica de tintes.
Puede que esto pareciera un descanso, pero
no fue así. Berthollet contribuyó a convertir la vieja tarea de teñidos
domésticos en la base de gran parte de la industria química del siglo XIX.
Fue en este respecto que descubrió la manera
de blanquear o descolorar con cloro. El blanqueado era necesario (como lo ha
sido desde la prehistoria) antes del teñido con el fin de que los colores “prendieran”
adecuadamente. Era un largo proceso (como lo había sido desde la prehistoria).
En 1785 Berthollet ideó un proceso de blanquear tejidos, rápida y totalmente,
sumergiéndose en una solución a base de cloro. De esta forma revolucionó la
industria textil.
Berthollet fue, además, uno de los héroes de
la Revolución Francesa. Descubrió la capacidad explosiva de los compuestos de
potasa y en el curso de uno de sus experimentos voló virtualmente el
laboratorio y sepultó a los presentes bajo montañas de escombros. Aunque este
experimento no condujo más que a este accidente, Berthollet continuó sus
peligrosos ensayos con el propósito de mejorar la calidad de las municiones
francesas.
El predestinado Napoleón le conoció en
Italia y tanto se impresionó con él y con los aspectos prácticos de las
ciencias que durante un tiempo dio clases con él y posteriormente concurrió en
París a numerosas de sus conferencias. Más tarde, Berthollet contribuyó a la
organización de la desastrosa expedición napoleónica para la conquista de
Egipto.
Figura exitosa y popular sucesivamente con
Luis XVI, los líderes de la Revolución y Napoleón, Berthollet adquirió título
de nobleza bajo la restauración borbónica de Luis XVIII, logro quizás el más
notable de todos los obtenidos en su vida y carrera.
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