sábado, 16 de julio de 2016

HOMBRES DE CIENCIA: Bronislaw MALINOWSKI


Lo fortuito desempeña papel importante, aunque a veces sutil, en la vida de todos los seres humanos.

En la vida de Bronislaw  Malinowski (1884-1942) lo accidental es cosa evidente.

Malinowski, uno de los más debatidos y fértiles antropólogos del siglo XX, habría decidido estudiar ciencias físicas. Pero un día al acaso, se puso a leer “El Ramaje de Oro”, la gran obra de James Frazer, y su lectura le hizo modificar su decisión. Se propuso, desde entonces, hacer lo que Frazer había hecho: estudiar al hombre.

Malinowski había nacido en la parte de Polonia que quedaba dentro del imperio de los Habsburgo, Austria Hungría, y estaba camino de sentar plaza prominente en el mundo científico y filosófico del Centro de Europa cuando un nuevo accidente le llevó a convertirse en figura destacada del mundo de habla inglesa.

 Estaba estudiando en Londres cuando se le brindó la oportunidad de ir a Australia en un viaje de investigaciones antropológicas auspiciado por la Asociación Británica para el Avance de las Ciencias.

  El viaje a Australia tuvo lugar pocos días antes de estallar la Primera Guerra Mundial y Malinowski, como ciudadano de un país enemigo, fue internado. Sin embargo,  no le obligaron a desperdiciar su tiempo en internamiento pasivo en un campo de concentración.

 Logró persuadir a las autoridades australianas de que le permitieran explorar algunos territorios remotos del subcontinente para estudiar los pueblos aborígenes que en ellos vivían.

 Se pasó seis años en Australia y después de terminada la guerrea continuó estudiando y escribiendo en inglés. La mayor parte del resto de su vida la pasó en Inglaterra y en los Estados Unidos.

 Malinowski dio lugar a controversias por su franqueza en criticar los sistemas de estudio  de sus contemporáneos antropólogos.

 Criticó lo que consideraba una desafortunada tendencia a concentrarse en las frivolidades de la antropología: las extrañas costumbres y las ridículas vestimentas, práctica moderna que parecía ser superviviente de anécdotas y necesidades olvidadas.

 Malinowski afirmó haber demostrado conexiones entre la moderna sicología freudiana y la antropología. Insistió en que la familia era el elemento realmente esencial en la evolución de las sociedades humanas. La familia, dijo Malinowski era el medio en virtud del cual los deseos y energías individuales se ajustaban a los propósitos del grupo.

 Las relaciones de afecto y amor entre los miembros de una familia, lo mismo primitiva que civilizada, son molde donde se fragua la fidelidad hacia organizaciones más dilatadas y más inconexas como son una secta o una nación, creía Malinowski.

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