Victor Marie Hugo (1802-1885) ocupa un puesto notable en la historia de las letras francesas del Siglo XIX, en una variedad de géneros y ámbitos.
LOS VIVOS Y LOS MUERTOS
No son los muertos los que
en dulce calma
la paz disfrutan de la tumba
fría.
Muertos son los que tienen
muerta el alma
y viven todavía.
No son muertos, no, los que
reciben
rayos de luz en sus ojos
yertos,
los que mueren con honra son
los vivos;
los que viven sin honra son
los muertos.
La vida no es la vida que
vivimos,
la vida es el honor, el
recuerdo.
Por eso hay muertos que en
el mundo viven
y hombres que viven en el
mundo, muertos.
MAÑANA, AL ALBA...
Mañana, al alba, cuando
blanquea el campo,
Yo partiré. Mira, sé que me esperas.
Iré por el bosque, iré por la montaña.
No puedo permanecer lejos de ti más tiempo.
Caminaré, los ojos fijos en
mis pensamientos,
Sin ver nada alrededor, sin escuchar ningún
ruido,
Solo, desconocido, la espalda encorvada, las
manos `cruzadas,
Triste, y el día para mí será como la noche.
No miraré ni el oro de la
tarde que cae,
Ni las velas lejanas descendiendo hacia
Harfleur,
Y al llegar, pondré sobre tu tumba,
Un ramo de acebo verde y de brezo en flor.
Victor Hugo, Las
contemplaciones en 1856.
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