Orígenes, quien vivió en el segundo siglo de nuestra era, aconsejaba pedir en la oración sólo lo espiritual. Decía: “Así como al que busca los rayos solares, después de haberlos alcanzado la sombra del cuerpo no le agrada ni le molesta; del mismo modo, si tenemos las cosas espirituales y éstas son iluminadas por Dios, no buscaremos con pequeñez de ánimo las cosas efímeras, la sombra.
“Por
consiguiente, se ha de orar para alcanzar aquellas cosas principales, verdaderamente
grandes y celestiales. Por lo que hace a las cosas materiales, las sombras que
se seguirán a aquellas cosas principales, debemos dejarlo a la voluntad de
Dios. Bien sabe vuestro Padre lo que habéis menester (para vuestro cuerpo
mortal) antes de pedírselo”.
De esto
me acordé al leer una oración que parece un poema o un poema que parece
oración, del insigne poeta de la India, Rabindranath Tagore, más conocido por
nosotros por sus delicados poemas de amor.
Impresiona
cómo este poeta, dos mil años más tarde que Orígenes, en otro continente, de
otra raza y practicando otra religión, da perfecto ejemplo de lo que debe ser
una oración dirigida a la Divinidad para pedir todo aquello que el ser humano
necesita. Oración que, sin desperdiciarse en trivialidades, no por eso resulta
abstracta o remota, sino más bien parece que por labios del poeta hablara el
corazón de cada uno de nosotros.
Desde
que la encontré he estado leyéndola y copiándola para toda persona a quien
encuentro. El mayor placer de hallar una cosa bella es poder compartirla.
No me
quedaría satisfecha si no la compartiera contigo. Por eso, he aquí la oración,
que seguramente merece la pena conservar:
“Esta es
mi oración a Ti, Señor mío:
Extirpa
de raíz la mezquindad de mi corazón.
Dame la
fuerza para llevar con ligereza mis alegrías y
mis dolores.
Dame la
fuerza para hacer que mi amor fructifique
en servicio.
Dame la
fuerza para nunca desentenderme
del pobre o doblar la rodilla ante el poderío insolente.
del pobre o doblar la rodilla ante el poderío insolente.
Dame la
fuerza para llevar con ligereza mis alegrías
y de las pequeñeces diarias.
Y dame
la fuerza para hacer abandono de mi
fuerza a tu voluntad con amor”.
fuerza a tu voluntad con amor”.
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