viernes, 20 de mayo de 2016

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA


DE: "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"

ORACIÓN VALIENTE

Señor, danos tu fuerza,
danos el empuje de la iniciativa
y el coraje de la disciplina;
más amor, Señor, más autenticidad,
el valor de hacer y de hacer sin temores,
más coherencia, Señor, más impulso.

El valor de continuar
y el ánimo de siempre renovarse,
más generosidad, Señor,
más comprensión,
el valor de saber estar a solas
y el de saber estar a solas
y el de saber recomenzar,
más sinceridad, Señor,
más amistad.

El valor de no irritarnos,
de mantenernos siempre dueños 
de nosotros mismos,
más delicadeza, Señor,
más caridad,
el valor de encontrar siempre
un poco de tiempo para meditar y orar,
más fe, Señor, más luz:
con la mirada siempre en la justicia 
y en la bondad.
 Anónimo.


SANTÍSIMA TRINIDAD


“Pero cuando Él venga, el Espíritu de la Verdad, los introducirá a la verdad total.
Él no vendrá con un mensaje propio sino que les dirá lo que ha escuchado, y les anunciará las cosas futuras. Me glorificará porque recibirá de lo mío para revelárselo a ustedes. Todo lo que tiene el Padre también es mío. Por eso les he dicho que recibirá de lo mío para anunciárselo”. Juan 16, 12-15

    Todo hombre es hijo. Todo hombre, a su vez, debe ser padre. O física y espiritualmente –engendrar, criar, educar—o, en todo caso, espiritualmente, si su propio destino y vocación lo transfieren  a una absorbente paternidad espiritual a través de una total profesión religiosa, política, magisterial, artística o social.

            La fiesta religiosa de hoy, la Santísima Trinidad, aparentemente matemática y abstracta, encierra un doble interés vital: mostrarnos cómo es y vive Dios y mostrarnos cómo es y debe vivir el hombre.

            Sólo Dios puede hablar de Dios. En la revelación Dios dice de sí mismo que es personal y familiar.  Hay un yo, un tú y un él en Dios, distintos y activos. Y, al mismo tiempo, junto con esa diversidad personal, una sola naturaleza.

            El Padre es el Origen. Se conoce a Sí mismo con un conocimiento o Palabra infinita y perfecta, que es Dios y es persona. Ese conocimiento es el Hijo. Conociéndose el Padre, se ama en el Hijo y ama al Hijo con un amor que, por infinito y perfecto, es Dios y es persona. Ese amor es el Espíritu Santo.

            Conocer esa realidad personal de Dios nos facilita personificarles. El yo se va a la obligación natural de amar a Dios y de vivir religados a Él. Dios no es una abstracción, una distancia, una isla, un ensimismamiento.

            Esa revelación interesa para conocer mejor la esencia y la conducta del hombre. Aunque el hombre ha investigado siempre al hombre, la antropología filosófica y la sicología han dado sus pasos más serios solamente en las últimas décadas.

            Los datos aportados por el dogma trinitario para el conocimiento del hombre –imagen de Dios—no son datos científicos, sujetos a experiencia y observación. Pero en el plano de la fe y de la conducta, sí son datos utilizables para lograr del hombre un conocimiento teológico que, al ser verdadero, tiene que coincidir y estimular los descubrimientos que puedan ir logrando el conocimiento metafísico, síquico y material del hombre.

            Por la fe, mirando al Modelo y Origen del hombre, sabemos que éste, por naturaleza, es personal, familiar y social. El yo surge como una dirección y un anhelo hacia otro. La incomunicabilidad y la afirmación de la persona se basan y se realizan en la comunicación y la relación firma no en la posesión sino en la donación, no el egoísmo sino en el altruismo, no en la introversión sino en la fecundidad, fruto de la riqueza interior. “El abismo llama al abismo”. El yo sólo puede ser yo ante el tú. El yo sólo es pleno, íntegro y derrochadoramente yo en medio del oleaje, doloroso y alegre, del nosotros.

            Dios es fecundidad, conocimiento y amor. Si fallan en el hombre, imagen suya, esas tres facciones básicas del ser humano, esas tres leyes fundamentales de la vida humana, el hombre ya no vive, solamente infravive o seudovive.

            Por su parte, la autoridad o estado y su acción política cumplen su propio destino, justifican su existencia, solamente si son humanas, puesto que existen por el hombre y para el hombre. Y son humanas sólo si tienen en cuenta el carácter personal, familiar y social del individuo, de la familia y de la sociedad. Decía san Pablo que “la religión es útil para todo”. La actitud religiosa es útil para acertar con la exacta actitud política, económica y social.

                                                           José María Romaña

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