Para esta publicación hago
uso de mi patrón analítico acostumbrado: “Ver, juzgar, actuar y celebrar”.
Hoy, cambiando el orden, “celebro” primero /por compartir lo que un hombre de orquesta ha preparado
especialmente para su familia musical. Como primer fruto de la tierra, ha
obsequiado su trabajo a su amigo y lo ha hecho en el marco del Festival 29,
clausurado en la Ciudad Imperial el 5 de los corrientes. “Do sicut das”, doy como
das, en actitud de reciprocidad.
Veo el escrito. A primera
vista fui cautivado por él; luego capturé su original para leerlo con mayor
atención.
Juzgo. Como antesala de su
plena divulgación, decidí publicarlo en el blog. Algo bueno llegaba a mis manos
a fin de compartirlo.
Actúo, actuamos. Francisco
pide permiso al autor y así con satisfacción me siento a imponer las dóciles
palabras de su escritura.
DESDE EL ATRIL / Horacio
PUCHET
Los trabajos y los días de
un músico de orquesta
A mis dos familias: la
natural y la musical
Para mi querido amigo
Francisco Pereda con mi profundo agradecimiento y admiración. Cuzco 5.8.16
¡Oh musas, oh altos genios, ayudadme!
Oh memoria que apunta lo que vi,
Ahora se verá tu auténtica nobleza.
(Dante,
Infierno II, 6-8)
Preludio
Tras veinticinco años como
músico de orquesta creo tener algo que decir al respecto. Desde el atril es una
investigación de mi propio oficio, retrato del trabajo de un músico y su
entorno. Explora lo que oculta el velo de lo cotidiano para descifrar lo
verdadero que hay en él. Si la conciencia es un río caudaloso, mi escrito es
una inmersión en ese río. Tímida al principio, fue ganando seguridad al
progresar. Superado el frío impacto inicial, he disfrutado la inmersión en esas
aguas fugitivas. Las imágenes iban imponiéndose a mi mente y fueron dóciles a la
escritura. Dibujaron una realidad compleja y no siempre grata, una mezcla de
luz y oscuridad que es imposible separar. Crecen juntos el trigo y la cizaña y
las lágrimas suelen ocultar dentro de sí algunas sonrisas.
Toda escritura tiene un
propósito, o varios. Primero escribí para decir algo que quería olvidar. El
dolor pierde su poder al ser nombrado y cede el paso a lo real. Verbalicé cosas
que se desvanecieron al ser dichas como nubes en el aire. Escribí también para
decir algo que quería compartir. En primer lugar con mi familia natural:
compartirles algo de ese mundo que habito en su ausencia, esa otra vida que
transcurre lejos de su grata compañía; compartir en segundo lugar con mis
colegas, mi familia musical, que ha vivido experiencias similares y podría
identificarse con algunas de mis frases; y en fin, para compartir con todos
aquellos amantes de la música que deseen asomarse al interior de una orquesta
sinfónica. Acaso un atrilista pueda ofrecerles un punto de vista infrecuente en
la literatura musical.
Los chistes los oí durante los ensayos. Surgieron al aire del trabajo y reflejan el ambiente de una orquesta en su labor. El gusto por la anécdota es universal. Sirve para amenizar el tedio y endulzar la desventura.
Los chistes los oí durante los ensayos. Surgieron al aire del trabajo y reflejan el ambiente de una orquesta en su labor. El gusto por la anécdota es universal. Sirve para amenizar el tedio y endulzar la desventura.
Llegado a este punto debo reconocer mi
profundo reconocimiento. Toda experiencia es un don inmerecido. En el fondo,
creo que escribí como una forma de celebración: veinticinco años como músico de
orquesta ha sido una experiencia fascinante.
Una última palabra sobre la
forma que adoptó el carácter fragmentario de estas notas. En lo alto de la sala
de espectáculos brilla el plafón de cristal en cada concierto. La gran obra de
Geza Marotti despliega sobre nuestras cabezas un coro de musas que danza en
torno a un hierático Apolo, el sol que las congrega e ilumina, formando un
misterioso sistema planetario. Desde lo alto del techo de Bellas Artes, como si
fuera la cumbre del monte Olimpo, las hijas de Zeus y Mnemósyne extienden sus
alas para brindarnos inspiración y apoyo. Recrean cantando las historias que
conserva la memoria. Coro de musas mexicanas, más próximas a los volcanes
nevados de la cortina de cristal que al Helicón antiguo, estas cristalinas y
translúcidas doncellas abren paso a la luz de la conciencia. Sus historias
resuenan todavía. Relatos que viajan por el tiempo a través de incontables
generaciones gracias al poder seductor de su belleza. Las musas inspiran
historias y las historias regresan a ellas como niños a su madre. De igual
forma mis palabras se aglutinan como un coro en torno a su coro, por su misma
naturaleza, buscando aliento y sentido en sus hermanas, pues como las musas
ellas son también hijas de la memoria.
Cabe señalar el Índice para su publicación semanal
Cabe señalar el Índice para su publicación semanal
I Calíope
II Clío
III Euterpe
IV Talía
V Melpómene
VI Politmia
VII Erato
VIII Terpsícore
IX Urania.
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