Este tipo de
construcción brota de un concepto del mundo en el que la materia se junta a un
esqueleto de gráciles arcos de tensión : de un modo de concebir el mundo, según
el cual todo el espacio está siendo cruzado por fuerzas que se disparan
incesantemente. (El término “dinamismo” no se aplica bien a esta concepción,
porque la vieja dinamis es tenebrosa y tan compacta como el capitel dórico.)
Este método de construcción es de origen reciente… a menos que veamos un
anticipo del mismo en las mansiones de madera de nuestros antepasados,
desaparecidas hace ha mucho. Este tipo de construcción tuvo su gran
representante en la arquitectura gótica y ha alcanzado su culmen en nuestra
“tecnología”. A buen seguro, el esqueleto gótico prácticamente no sabe nada de
miembros forjados. Limítase a grupos de gráciles y resistentes columnas y, en
consecuencia, se queda en estructura montante, ascendente y abovedada… pero,
como tal, constituida por completo de elástica ligereza. La “tecnología” fue la
que aportó por primera vez la fuerza tensora del acero y, con ella, el juego
ascensional del cable. Visto desde el avance que supone la moderna “técnica”,
el método gótico resulta anticuado. Mas la “tecnología” tuvo la desgracia de
que no se la tomó en serio y contra ella se formularon acusaciones similares a
las que se hicieron contra la asidora mano. Había nacido en una época de obtusa
mentalidad.
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