miércoles, 16 de julio de 2014

DEMUESTRA LO QUE VALES / Carmen GONZÁLES

CORRIDAS DE TOROS: ¡OLÉ! POR EL SADISMO.
PERÚ 21/ 31 de agosto del 2010

CON FRANQUEZA

            En una corrida de toros se puede intentar ver lo consciente y lo inconsciente.

            Lo evidente o consciente es la necesidad del torero de someter a la naturaleza; en los aficionados, del gozar del espectáculo.

            Lo inconsciente intentaremos descubrirlo. ¿Por qué la necesidad del torero de tener al toro humillado? ¿Buscará ser reconocido y ovacionado? ¿Y los aficionados?

            Al sentir a la naturaleza como amenaza, los hombres primitivos necesitaron crear herramientas para dominarla y así se inició la cultura. ¿Es cultura  asesinar sádicamente a un pobre animal?

            Mire usted que “el buen arte del toreo” exige hacer lo siguiente en la plaza: primero, penetrar al animal con una lanza entre 6 y 8 veces seguidas para que disminuya el oxígeno en su sangre y se debilite. Por eso el toro abre exageradamente la boca tratando de respirar. Después, clavarle tres pares de banderillas con puntas de 6 centímetros par evitar que se desangre por la hemorragia interna. Finalmente, el “valiente” tiene que clavarle una espada de 85 centímetros. ¡Que no me vengan con que matar al toro sádicamente es un triunfo! La muerte es siempre derrota. Empezando por la del alma de los aficionados que disfrutan viendo matar a un ser vivo.

            ¿“Ir a los toros” es distracción? En el malestar en la cultura, Freud decía que, como la vida no es fácil, necesitamos de calmantes que nos ayuden a la supervivencia: “Los hay de tres especies: distracciones poderosas que nos hacen parecer pequeña nuestra miseria, satisfacciones sustitutivas que la reducen y narcóticos que nos tornan insensibles ante ella”.

            ¿Qué calma la “fiesta taurina”? ¿La culpa de ser tan indiferentes en un país con miles de niños muertos de frío, hambre y enfermedad? ¿Frustraría mucho a los aficionados perderse “la fiesta” donde hay un ambiente tan coloridamente español, vinos, quesos, botas, sombreros, mantones de Manila y otras huachafadas como gritar ¡olé!, mismos chapetones? Imposible entonces perderse la oportunidad de ser “grandes” y “valientes” como el torero y, de paso, codearse bien y hasta pituquearse en la plaza. Así es que un ¡Olé! por el sadismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario