CORRIDAS DE TOROS:
¡OLÉ! POR EL SADISMO.
PERÚ 21/ 31 de agosto del 2010
CON FRANQUEZA
En una corrida de toros se puede
intentar ver lo consciente y lo inconsciente.
Lo evidente o consciente es la
necesidad del torero de someter a la naturaleza; en los aficionados, del gozar
del espectáculo.
Lo inconsciente intentaremos
descubrirlo. ¿Por qué la necesidad del torero de tener al toro humillado?
¿Buscará ser reconocido y ovacionado? ¿Y los aficionados?
Al sentir a la naturaleza como amenaza,
los hombres primitivos necesitaron crear herramientas para dominarla y así se
inició la cultura. ¿Es cultura asesinar
sádicamente a un pobre animal?
Mire usted que “el buen arte del
toreo” exige hacer lo siguiente en la plaza: primero, penetrar al animal con
una lanza entre 6 y 8 veces seguidas para que disminuya el oxígeno en su sangre
y se debilite. Por eso el toro abre exageradamente la boca tratando de
respirar. Después, clavarle tres pares de banderillas con puntas de 6
centímetros par evitar que se desangre por la hemorragia interna. Finalmente,
el “valiente” tiene que clavarle una espada de 85 centímetros. ¡Que no me
vengan con que matar al toro sádicamente es un triunfo! La muerte es siempre
derrota. Empezando por la del alma de los aficionados que disfrutan viendo
matar a un ser vivo.
¿“Ir a los toros” es distracción? En
el malestar en la cultura, Freud decía que, como la vida no es fácil,
necesitamos de calmantes que nos ayuden a la supervivencia: “Los hay de tres
especies: distracciones poderosas que nos hacen parecer pequeña nuestra miseria,
satisfacciones sustitutivas que la reducen y narcóticos que nos tornan
insensibles ante ella”.
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