En el Mundial
2014 de fútbol algunos jugadores se siguen santiguando y ofreciendo otros
gestos religiosos.
Teniendo en cuenta los sentimientos y las
pasiones que el fútbol mueve y la tendencia a absolutizar el espectáculo y los
resultados, no está mal que el futbolista, en un trance de tensa
responsabilidad, sobre todo en la gloria del gol, invoque o señale a Dios y de
algún modo recuerde que el Absoluto está más arriba.
La palma se
lo llevan quizá nuestros parientes católicos suramericanos. Pero hay quien se
santigua en ortodoxo u oriental, quien alza las manos en un gesto de oración
islámica.
Por la
explosión mágica del gol el estadio puede convertirse por un instante en un
templo donde un deportista se santigua, levanta los brazos hacia el cielo o cae
postrado de rodillas.
El fútbol, no
es todavía una religión, ni aun teniendo en cuenta la altísima intensidad de
las emociones que desata. De todos modos, los gestos religiosos en un partido
poseen la fuerza incontestable de lo espontáneo. Y en cualquier caso apuntan,
aunque sólo sea iniciariamente, que por encima del fervor de las masas que
convierte a los grandes futbolistas en ídolos, Dios, el Absoluto, está más
arriba.
-J. Mauleón / 26-junio-14
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