DOM. XXVI DEL TIEMPO
ORDINARIO
… Era un hombre rico que
vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno
pobre, llamado Lázaro, que echado junto a su portal, cubierto de llagas,
deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico… pero hasta los perros
venían y le lamían las llagas. Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado
por los ángeles al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue sepultado.
Estando en el Hades entre
tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno.
Y, gritando, dijo --Padre Abrahán, ten
compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y
refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama.
Pero, Abrahán le dijo – Hijo, recuerda que tú
recibiste bienes durante la vida y Lázaro, al contrario, males; ahora, pues, él
es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se
interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de
ahí puedan pasar donde nosotros”. Lucas 16, 19-26
Jacopo da Ponte
James Tissot -Museo Brooklyn
Fyodor Andreyevich Bronnikov
La historia del rico, a los
ojos de Cristo, se desarrolla entre dos polos: la tristeza de esta tierra (el joven se marchó apenado) y la
infelicidad eterna (estoy atormentado en
esta llama). El hecho del joven rico y la parábola del hombre rico
constituyen la más clara documentación de estas verdades.
Su retrato
Le debemos a Mounier uno de
los retratos más realistas del rico.
Rico es sinónimo del hombre
al que nada resiste. El rico tiene medios para suprimir el mundo.
Se acabaron los choques con
los demás hombres. Entre el rico y los demás seres se levanta siempre el dinero
para nivelar las resistencias y falsear las palabras y las conductas humanas.
De cuando en cuando se produce algún suceso imprevisto, pero también esos
sucesos son domeñados: se conquista la salud, esto es la enfermedad o la
muerte, se conquistan las apariencias de amistad y de amor, y de esta forma,
todas las elaboraciones íntimas se van sofocando y se va creando una vida no
demasiado catastrófica, salvo los inconvenientes del destino; una vida de
cualquier clase que se quiera, o dulce o insípeda, o voluptuosa o excitante.
De este modo, el rico va
poco a poco desamparando al otro. Y lo peor es que se cree que posee el mundo
porque lo suprime. Esta potencia mediocre, que obra por medios interpuestos y
que no conoce esa pequeña posesión que constituye el don de sí, da forma a su
rostro y al estilo mismo de su propia vida adornándolos de una ventajosa
fatuidad, de una sonrisa estereotipada, de una actuación mecánica.
Riqueza: es un nombre
usurpado. Es una “riqueza” que sirve de careta no sólo a los ricos, sino
también al mundo que se extiende ante ellos. Es una riqueza que nivela, una
riqueza opaca, constituida de psicologías simplificadas, de pobres psicologías
raquíticas en su constitución y raquíticas ante la vida Sólo la pobreza, al poner a las almas
desnudas ante la experiencia y al enfrentarlas con la verdad, conoce las
suntuosas riquezas del mundo.
El rico conoce solamente un
tipo de relaciones humanas: la consideración. Todos los sentimientos derrotados
se suben a este carro. Por lo que se refiere al amor, hay que tener presentes
dos aspectos del mismo: lo que compra y lo que también se compra; o sea, lo que
se compra con placer o por olvidar y lo que se compra por la consideración, por
razones sociales: esto es, el matrimonio y la consiguiente transferencia de
capital. Honor conyugal. Por lo que atañe a la amistad, los bienes que entran
en consideración son los siguientes: consejos de administración, trusts,
carteles y, para la intimidad, los camaradas de las trapisondas secretas. Por
lo que concierne a la familia: el marido, la mujer, y la querida: si es
preciso, se ponen los términos en plural, se unen y se invierten. ¡Honor
familiar!
Y su clasificación
Hemos presentado el retrato
del rico, que parece trazado a golpes de navaja.
No nos falta más que
puntualizar su “clasificación psicológica”. Y, para permanecer en un terreno
seguro, para elaborar datos dignos de consideración, lo encontramos en los
labios de Cristo: “La vida de uno no está asegurada por sus bienes”. “¡Necio!
Esta misma noche te reclamarán el alma”.
Por tanto el rico es
clasificado por Cristo como un necio, como un “insensato”.
Según el evangelio, la
“categoría” que define exactamente al rico es la de la necedad.
Se dice ordinariamente que
con el dinero es posible conseguirlo todo. Puede ser. Pero hay una cosa que
jamás podrá llegar a conseguir el dinero: que no hayan sido pronunciadas
aquellas palabras tajantes de Cristo.
Hemos de amar a los ricos.
Es verdad. Son nuestros hermanos más pobres, los que más necesidad tienen de
nuestro amor.
Se ha dicho, no sin cierto
aire de ironía: “Lo que tengáis de más, dádselo a los ricos”. Sí, tenemos algo
que dar a los ricos. Nuestra piedad. Nuestro amor. Sobre todo, aquellas
palabras terribles de Cristo.
El peor servicio que podemos
hacer a los ricos es el de callarnos.
¡Es tan desgraciado el rico!
No aumentemos sus ya notables desgracias, escondiéndole o suavizándole el
mensaje que Jesús le ha dirigido.
Lo ha traicionado su propia
riqueza. No es justo que tenga que sufrir además la traición del silencio de
los cristianos.
Me doy cuenta de que les he
hablado a los ricos con una
mentalidad racista. Pero también yo pertenezco a
esa categoría. También en mi pecho se ha albergado el rico.
Lo sé, porque a veces también el Señor me llama
por mi nombre: ¡Necio!
Alessandro Pronzato /
Evangelios Molestos.
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