(ESPECIAL PARA LA PRENSA EN LIMA)
En un tiempo, el hombre tenía alma que ser
salvada, luego mente que ser educada y más tarde conciencia que mantener
despierta; hoy parece que tiene sólo un inconsciente que analizar. La
diferencia entre la mente consciente y la mente inconsciente es fácil de
comprender.
La mente consciente es como la planta baja
de una casa donde se recibe a las visitas; donde ponemos nuestra mejor cara y
nos hacemos presentables. Por otra parte, el subconsciente puede compararse a
un sótano donde arrojamos cierto número de nuestras experiencias desagradables,
fracasos, aprietos y desperdicios de los cuales no querríamos pensar, como no
nos gustaría hablar de un pariente ajusticiado por robar carneros.
Ocultamos
todo esto en compañía de personas decentes que queremos ganarnos como amigos o
influir en ellas. No sólo arrojamos trastos viejos y desperdicios en ese sótano
sino que tiene su propia medida de repugnancia, turbaciones y aborrecimiento al
igual que las ratas ambientales que proceden desde afuera, el agua que se filtra
por el piso y paredes o termitas y charcos podridos. Pero además de los
pensamientos y experiencias desagradables que echamos en el sótano, hay también
ciertos impulsos instintivos básicos, el más profundo de todos --según Freud—la ansiedad de placeres o
experiencias sexuales, aunque otros , como dijo Adler, es la ansiedad de
superioridad y, como dijo Jung, la ansiedad de seguridad.
¿Nacimos con estas ansiedades o nos llegaron
desde fuera? Nos llegaron desde fuera en el sentido de que todas nuestras
experiencias --agradables o
desagradables-- son el resultado de nuestro contacto con el medio
ambiente. Otros psicólogos dicen que estos impulsos proceden desde afuera por
ser parte de nuestro arrastre evolucionario o descendencia de animal y porque heredamos
de la humanidad mitos y símbolos que con frecuencia se nos presentan en sueños.
Pero las tensiones que se encuentran en
nuestro subconsciente son parte de nuestra naturaleza e intrínsecas de su
situación humana. A despecho de diferencias en religión, cultura, educación,
color de la piel y raza todos los seres humanos son idénticos en cuanto a que
tienen alas para las alturas y pies cargados de fango para lo que es bajo.
Atraídos hacia los ideales, les distrae lo que es despreciable.
Pero aparte de su origen, no es fácil que
estos impulsos suban hasta la conciencia, porque en lo alto de la escalera del
sótano está un “censor” que es una especie de protector de los tabús, las
convenciones y la moralidad. Freud llama a esto el “super ego”. Tan pronto como
un pequeño impulso remonta la escalera, el censor le da en la cabeza. El
impulso instintivo, como resultado, comienza a enojarse y se siente desdichado
porque se le negó expresión, fue reprimido y pisoteado. Si se trata de la
ansiedad sexual, tiene que disfrazarse, ponerse una librea espúria para poder
pasar de largo frente al censor a la entrada. Generalmente lo hace cuando el
censor está dormido. Pero habiendo sido
reprimido con frecuencia, el instinto estrangulado se presenta en forma de sueño;
pero de sueño disfrazado. Puede que el soñador no sepa siempre lo que quiere
significar, pero es de la responsabilidad del siquiatra decirle su significado,
de acuerdo con los puntos de vista de Freud. También algunos “sexiatristas”
interpretan todos los sueños en función de lo sexual haciéndolo así esclavo del
hombre más bien que el hombre señor de lo sexual. Recomiendan abandono al por
mayor basándose en que todo tipo de represión es cosa mala. Sin embargo, esta
teoría olvida que todas las expresiones contienen represiones de algún tipo. Si
reprimo el deseo de robar, expreso honestidad y si reprimo la ira, expreso
compatibilidad.
Pero, ¿ha revelado la sicología en su
totalidad el misterio del subconsciente? Además de estos instintos libidinosos,
deseos reprimidos, ansiedad de placeres y de relaciones sexuales y mitos
colectivos de nuestros antepasados humanos, ¿no hay otro impulso? Nuestra
conciencia y la antropología revelan un gran tesoro en las profundidades de
nuestro ser.
¿Por qué ha de estar el sótano lleno de
trastos viejos? ¿No son hoy la mayoría de los subsuelos salas de recreo y hasta
de expansión? Nuestros psicólogos han
puesto demasiado énfasis en los trastos viejos del subconsciente. También hay
allí lugares apropiados para guardar cosas buenas y útiles. En otras palabras:
nuestro subconsciente nos tienta no sólo a lo malo sino a lo bueno.
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