miércoles, 11 de marzo de 2015

¿ES EL SUBCONSCIENTE UNA SENTINA? / Fulton SHEEN


(ESPECIAL PARA LA PRENSA EN LIMA)   

En un tiempo, el hombre tenía alma que ser salvada, luego mente que ser educada y más tarde conciencia que mantener despierta; hoy parece que tiene sólo un inconsciente que analizar. La diferencia entre la mente consciente y la mente inconsciente es fácil de comprender.

      La mente consciente es como la planta baja de una casa donde se recibe a las visitas; donde ponemos nuestra mejor cara y nos hacemos presentables. Por otra parte, el subconsciente puede compararse a un sótano donde arrojamos cierto número de nuestras experiencias desagradables, fracasos, aprietos y desperdicios de los cuales no querríamos pensar, como no nos gustaría hablar de un pariente ajusticiado por robar carneros.

    Ocultamos todo esto en compañía de personas decentes que queremos ganarnos como amigos o influir en ellas. No sólo arrojamos trastos viejos y desperdicios en ese sótano sino que tiene su propia medida de repugnancia, turbaciones y aborrecimiento al igual que las ratas ambientales que proceden desde afuera, el agua que se filtra por el piso y paredes o termitas y charcos podridos. Pero además de los pensamientos y experiencias desagradables que echamos en el sótano, hay también ciertos impulsos instintivos básicos, el más profundo de todos  --según Freud—la ansiedad de placeres o experiencias sexuales, aunque otros , como dijo Adler, es la ansiedad de superioridad y, como dijo Jung, la ansiedad de seguridad.

      ¿Nacimos con estas ansiedades o nos llegaron desde fuera? Nos llegaron desde fuera en el sentido de que todas nuestras experiencias  --agradables o desagradables--  son el  resultado de nuestro contacto con el medio ambiente. Otros psicólogos dicen que estos impulsos proceden desde afuera por ser parte de nuestro arrastre evolucionario o descendencia de animal y porque heredamos de la humanidad mitos y símbolos que con frecuencia se nos presentan en sueños.

      Pero las tensiones que se encuentran en nuestro subconsciente son parte de nuestra naturaleza e intrínsecas de su situación humana. A despecho de diferencias en religión, cultura, educación, color de la piel y raza todos los seres humanos son idénticos en cuanto a que tienen alas para las alturas y pies cargados de fango para lo que es bajo. Atraídos hacia los ideales, les distrae lo que es despreciable.

      Pero aparte de su origen, no es fácil que estos impulsos suban hasta la conciencia, porque en lo alto de la escalera del sótano está un “censor” que es una especie de protector de los tabús, las convenciones y la moralidad. Freud llama a esto el “super ego”. Tan pronto como un pequeño impulso remonta la escalera, el censor le da en la cabeza. El impulso instintivo, como resultado, comienza a enojarse y se siente desdichado porque se le negó expresión, fue reprimido y pisoteado. Si se trata de la ansiedad sexual, tiene que disfrazarse, ponerse una librea espúria para poder pasar de largo frente al censor a la entrada. Generalmente lo hace cuando el censor está dormido.  Pero habiendo sido reprimido con frecuencia, el instinto estrangulado se presenta en forma de sueño; pero de sueño disfrazado. Puede que el soñador no sepa siempre lo que quiere significar, pero es de la responsabilidad del siquiatra decirle su significado, de acuerdo con los puntos de vista de Freud. También algunos “sexiatristas” interpretan todos los sueños en función de lo sexual haciéndolo así esclavo del hombre más bien que el hombre señor de lo sexual. Recomiendan abandono al por mayor basándose en que todo tipo de represión es cosa mala. Sin embargo, esta teoría olvida que todas las expresiones contienen represiones de algún tipo. Si reprimo el deseo de robar, expreso honestidad y si reprimo la ira, expreso compatibilidad.

      Pero, ¿ha revelado la sicología en su totalidad el misterio del subconsciente? Además de estos instintos libidinosos, deseos reprimidos, ansiedad de placeres y de relaciones sexuales y mitos colectivos de nuestros antepasados humanos, ¿no hay otro impulso? Nuestra conciencia y la antropología revelan un gran tesoro en las profundidades de nuestro ser.


   ¿Por qué ha de estar el sótano lleno de trastos viejos? ¿No son hoy la mayoría de los subsuelos salas de recreo y hasta de expansión? Nuestros psicólogos  han puesto demasiado énfasis en los trastos viejos del subconsciente. También hay allí lugares apropiados para guardar cosas buenas y útiles. En otras palabras: nuestro subconsciente nos tienta no sólo a lo malo sino a lo bueno.

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