lunes, 16 de marzo de 2015

HOMBRES DE CIENCIA: Thomas SYDENHAM


THOMAS  SYDENHAM (1624-1689) fue el “médico  sensato” por excelencia en la historia de la medicina.

      Como vivió en épocas en que la medicina y otras ciencias eran de todo menos sensatas, sus enseñanzas y ejemplos fueron de importancia especial en el desarrollo de la terapéutica o curaciones.

      Sydenham perteneció a los ejércitos de Oliver Cronwell que derrocaron al rey Carlos I. Sentía menosprecio absoluto por las ciencias científicas médicas, en lo cual estaba en lo cierto ya que la mayoría de las teorías “científicas” de su tiempo no tenían nada de científicas.

      Sydenham  predicó y practicó que las enfermedades no eran  resultado de las iras de Dios ni de hechizos conjurados por algún enemigo. Arguyó que las enfermedades eran cosa natural y resultado de causas naturales que en muchos casos son inevitables.

     Aunque nada sabía de las bacterias y gérmenes que pululan en el mundo, creyó que cada enfermedad individual tenía una causa natural individual también y que las enfermedades podían definirse y clasificarse de la misma manera que los animales y las plantas eran clasificadas por zoólogos y botánicos.

     La fama de que en nuestros tiempos disfruta Sydenham se debe a su método de tratamiento de la gota, tipo de artritis causada – o al menos, empeorada – por la ingestión de alimentos ricos en ciertas substancias llamadas “purinas”. En los días de Sydenham el tratamiento corriente de la gota consistía de “moxa” que era quemar la piel, y “acuperforación” o la inserción de agujas en las partes del cuerpo afectadas.
Ambos tratamientos eran, desde luego, extremadamente dolorosos; y, lo que es peor, ninguno de los dos servía para nada.

     Sydenham hizo que sus pacientes dejaran de ingerir alimentos grasientos y les prohibió que tomaran vinos, especialmente los llamados “dulces”.

     Este médico inglés de hace 300 años prescribió el mismo régimen que hoy en día se sigue exactamente en los casos de gota: mucho descanso, ejercicios moderados y templanza en todas las cosas.

     Hasta aconsejó a sus pacientes adinerados que siguieran las normas de vida de la gente pobre tanto como sus dietas ya que la gente pobre jamás se quejaba de la gota porque nunca la tenían.

     Les hizo tomar cerveza en vez de vinos, comer pan corriente en lugar de bizcochos azucarados y les prohibió someterse a prácticas de charlatanes como sangrías, sudoríficos, muxas y acuperforaciones.


     Puede que, empero, Sydenham llevara demasiado lejos su desprecio por los métodos del siglo XVII. Cuando le fue a visitar un joven médico con una carta de presentación que lo describía como “docto en botánica y anatomía”, Sydenham se violentó. “/Basura y tonterías!”, exclamó refiriéndose a la botánica y a la anatomía, y agregó: - ¡Estoy seguro de que mi carnicero sabe más de anatomía que usted!

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