THOMAS SYDENHAM (1624-1689) fue el “médico sensato” por
excelencia en la historia de la medicina.
Como vivió en
épocas en que la medicina y otras ciencias eran de todo menos sensatas, sus
enseñanzas y ejemplos fueron de importancia especial en el desarrollo de la
terapéutica o curaciones.
Sydenham
perteneció a los ejércitos de Oliver Cronwell que derrocaron al rey Carlos I.
Sentía menosprecio absoluto por las ciencias científicas médicas, en lo cual
estaba en lo cierto ya que la mayoría de las teorías “científicas” de su tiempo
no tenían nada de científicas.
Sydenham predicó y practicó que las enfermedades no
eran resultado de las iras de Dios ni de
hechizos conjurados por algún enemigo. Arguyó que las enfermedades eran cosa
natural y resultado de causas naturales que en muchos casos son inevitables.
Aunque nada
sabía de las bacterias y gérmenes que pululan en el mundo, creyó que cada
enfermedad individual tenía una causa natural individual también y que las
enfermedades podían definirse y clasificarse de la misma manera que los
animales y las plantas eran clasificadas por zoólogos y botánicos.
La fama de
que en nuestros tiempos disfruta Sydenham se debe a su método de tratamiento de
la gota, tipo de artritis causada – o al menos, empeorada – por la ingestión de
alimentos ricos en ciertas substancias llamadas “purinas”. En los días de
Sydenham el tratamiento corriente de la gota consistía de “moxa” que era quemar
la piel, y “acuperforación” o la inserción de agujas en las partes del cuerpo
afectadas.
Ambos
tratamientos eran, desde luego, extremadamente dolorosos; y, lo que es peor,
ninguno de los dos servía para nada.
Sydenham hizo
que sus pacientes dejaran de ingerir alimentos grasientos y les prohibió que
tomaran vinos, especialmente los llamados “dulces”.
Este médico
inglés de hace 300 años prescribió el mismo régimen que hoy en día se sigue
exactamente en los casos de gota: mucho descanso, ejercicios moderados y
templanza en todas las cosas.
Hasta
aconsejó a sus pacientes adinerados que siguieran las normas de vida de la
gente pobre tanto como sus dietas ya que la gente pobre jamás se quejaba de la
gota porque nunca la tenían.
Les hizo
tomar cerveza en vez de vinos, comer pan corriente en lugar de bizcochos
azucarados y les prohibió someterse a prácticas de charlatanes como sangrías,
sudoríficos, muxas y acuperforaciones.
Puede que,
empero, Sydenham llevara demasiado lejos su desprecio por los métodos del siglo
XVII. Cuando le fue a visitar un joven médico con una carta de presentación que
lo describía como “docto en botánica y anatomía”, Sydenham se violentó.
“/Basura y tonterías!”, exclamó refiriéndose a la botánica y a la anatomía, y
agregó: - ¡Estoy seguro de que mi carnicero sabe más de anatomía que usted!
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