(ESPECIAL PARA LA PRENSA EN LIMA)
Freud llamó
una vez subconsciencia o “id” al subsuelo de la mente. La violencia se está
convirtiendo rápidamente en el id de los norteamericanos. Hasta los teólogos
corren a defender a los estudiantes que destruyen edificios para demostrar que
la Iglesia “está en ello”. Se cita sin más ni más a la Biblia para demostrar
que Jesús fue un revolucionario y que, en consecuencia, para ser seguidores de
Él debemos ser violentos.
Pero la Biblia no justifica tales alegatos.
En las mismas primeras páginas de las Escrituras se mencionan dos tipos de
violencia: la violencia de Caín y la de Lamec. Ambos son tipos erróneos de
violencia, pero el Señor aparece en el caso de Caín para hablar de violencia
justificada.
Caín protestó ante Dios: “cualquiera que me
encuentre me matará”. Dios le respondió: “Si alguien matara a Caín, sería éste
siete veces vengado”. Aquí fue presentada por vez primera la idea de
retribución por violencia. Así el Señor puso una señal en Caín “para que nadie
que le encontrase le matara”. La señal no fue de venganza sino de protección;
no fue para señalarle como asesino sino para señalarle como persona marcada
para salvación y reconciliación. No sabemos qué señal puso en Caín, pero puede
muy bien haber sido una gota de la sangre de Abel para indicar que en el
derramamiento de la sangre de otros somos salvados, como los israelitas
pudieron haber sido salvados de los egipcios en virtud de la sangre de un
cordero sobre la jamba de la puerta.
La descendencia impía de Caín se sigue hasta
la sétima generación, donde nos encontramos con Lamec, el primer polígamo. Su
hijo hizo la primera espada. Viendo su poder destructivo en uso violento, Lamec
entonó esta canción a sus dos esposas:
“Ada y Sela, oíd mi voz;
mujeres de Lamec dad
oído a mis palabras:
Por una
herida mataré a un hombre y a un joven por un cardenal.
Si Caín sería
vengado siete veces,
Lamec lo será setenta veces siete”.
Éste es el cántico más antiguo del mundo y
es cántico de guerra, “El cántico de la Espada”. Orgulloso de lo que fue el
equivalente de la primera bomba nuclear, haced alarde de inmunidad de venganza
mayor que la de Caín. Por razón de una capacidad mayor para la violencia,
gracias a este metal forjado por el fuego se da alientos a sí mismo para
mayores violencias. Dueño de la primera “bomba” destructiva de la Historia,
tenía un medio de protección y de venganzas mucho más grande del que dio Dios a
Caín que era sólo de siete veces. Su espada sería setenta veces siete mayor que
la violencia protectora de Dios.
El primer hombre de la Historia Bíblica en
tener más de una esposa, fue también el primero en la historia en aumentar el
poderío de la violencia. No hace referencia a Dios, con excepción de alardear
de que tenía un medio mayor de protegerse del que tenía Caín. Para él no
existía día del juicio ni venganza justa contra el pecado ni condenación del
pecador, sino mayor defensa.
Suena cosa tan familiar en que los
estudiantes alardean de que serán violentos y de que nadie se atreverá a ser
violento contra ellos. La primera garantía que surge de un edificio en llamas
es que les darán inmunidad. Oculta en esta historia está la distinción que debe
hacerse cuando se habla de violencia: la diferencia entre violencia indiscriminada
y violencia legalmente ordenada. No es cierto alegar que como el estado se vale
de la violencia para proteger la ley, todo el mundo puede hacer uso de la
violencia. Así, san Pablo al escribir a los romanos que perseguía a su propio
pueblo, les dijo que reconocieran las leyes. “El buen comportamiento no teme de
los magistrados; sólo los delincuentes tienen algo que temer. Si quieren
ustedes vivir sin temor de la autoridad, deben vivir honestamente y hasta la
autoridad les rendirá pleitesía. El estado está sólo para servir a Dios en
beneficio de ustedes. Cumplen con la venganza de Dios castigando a los
malhechores”.
Existe, desde luego, coartación legítima
tanto como Dios instituyó coartación legítima contra aquellos que habrían sido
violentos hacia Caín. La promesa que se inició con la protección de Caín por
Dios fue como decir: no habrá linchamiento. Continúa hoy aun cuando la ley
mantiene la justicia. La Biblia, en consecuencia, tiene dos tipos de violencia:
el tipo que defiende el orden y protege aun al asesino de las iras de la
multitud y, la otra el de injusta violencia de Lamec; violencia sólo por el
gusto de ser violento. San Pablo dijo a su pueblo que obedeciera a Nerón aunque
sabía que Nerón le cortaría la cabeza. Que esté o no justificada la violencia
contra un grupo o un estado, es harina de otro costal. Lo que es evidente es: “La venganza es mía,
dijo el Señor”.
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