Las
enfermedades de los dientes son tan viejas como los dientes mismos, pero la
práctica de dentistería es, comparativamente, de origen reciente. Que se sepa,
comenzó hace solamente 5000 años.
Fragmentos fósiles de hombres prehistóricos
acusan señales evidentes de cavidades o picaduras en los dientes y de otras
condiciones como, por ejemplo, piorrea o enfermedad de las encías. Y,
naturalmente, los restos de seres humanos de tiempos antiguos muestran también
otras muchas condiciones como “maloclusión” –cierre imperfecto de los dientes—y
otras deformaciones de las quijadas.
Los escritores médicos egipcios del año 3000
A. C. describieron algunos males de la boca que aún padecemos e Hipócrates y
sus asociados inventaron en el año 450 A.C. un instrumento especial para
extraer piezas dentales. Fue durante ese mismo periodo que se hicieron los
primeros puentes y las primeras empastaduras.
Después de ese tiempo siguió un largo
periodo de muy limitados progresos y los dentistas modernos consideran a un
hombre, relativamente moderno, como fundador de la dentistería. Se llamó Pierre Fauchard y tal vez en la
historia del mundo hay hombre que, como él, haya ejercido tanta influencia en
el desarrollo de la dentistería.
Fauchard nació en 1678 y murió en 1761.
Recibió su instrucción médica inicial cuando aún no había cumplido veinte años
al ser designado aprendiz de cirujano de la Armada Francesa. Eso era 1693. No
fue sino mucho más tarde cuando se especializó en enfermedades y condiciones de
la boca y los dientes.
Al igual que otros médicos, los dentistas del
siglo XVII guardaban en secreto sus curas y sus tratamientos. Si un médico
descubría su método especial exitoso de tratamiento, no lo daba a conocer sino
que lo pasaba a sus hijos como medio de ganarse la vida. Fauchard fue uno de
los que rompió con la tradición en bien de la humanidad.
En 1728 publicó su libro “Cirugía Dental”
que calificó de tratado de los dientes, explicando cómo “conservarlos limpios y
saludables, cómo embellecerlos, cómo reparar su pérdida y cómo remediar sus
enfermedades y las de las encías”.
El libro de Fauchard contenía todos los
conocimientos dentales que la humanidad había acumulado hasta su tiempo (que
Fauchard conociera) y vaticinó también en muchos aspectos de la dentistería
procedimientos que los dentistas modernos consideran hoy rutinarios.
Describió la extracción de dientes y muelas,
manufactura y colocación de dientes postizos, limpieza, empastes y prevención
de las picaduras.
La valentía y el desinterés de Fauchard en
compartir con otros sus conocimientos científicos hicieron posible que otros
procedieran lo mismo que él. El resultado ha sido un aumento constante de
conocimientos y de mejoramiento de métodos dentales desde sus días hasta los
nuestros.
Se hicieron rápidos progresos por los
cuales, es grande el crédito que se merece Fauchard.
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