domingo, 5 de abril de 2015

NO PERSONAS Y PERSONAS / Fulton SHEEN



(Especial para LA PRENSA en Lima)

   El sicólogo que tanto hizo por convencernos que tenemos un problema de identidad ha dejado ya ese tema para ofrecernos una explicación siquiátrica de Gandhi. Puede que se trate de feliz presagio al indicar que la gente está comenzando a hallarse a sí misma y saber quién es. Puede que sea exagerada esta esperanza porque se encuentra uno aún con muchos jóvenes y algunos adultos que se debaten por saber quiénes son en realidad.
   
   Ciertamente, ningún hombre puede ser normal o feliz a menos que posea un sentido de conocimiento propio. Nos ha costado a todos nosotros mucho tiempo pasar el plano de "ansiedades infantiles" al plano de madurez en que comenzamos a emplear el pronombre personal "yo". En la matriz somos totalmente dependientes, pero después nos llega el sentido de estar separados de madre y padre, y aun de hacerles frente. La conciencia del "yo" es lo que separa al hombree de los animales y a una persona del resto del mundo.

   ¿Cómo perdemos este auto-conocimiento y esta identidad? En la sociedad moderna se pierden de dos maneras: 1. por pasividad y 2. por hiper-actividad. Pasividad es ese estado emntal en virtud del cual permitimos, aun en las cosas no esenciales, que otros nos controlen. Nuestras antenas están siempre enfocadas para recibir señales desde el exterior a las cuales nos ajustamos automáticamente. La misma euforia de la gente joven al describirse en función de automatización en vez de en función de personalidad se hace evidente en expresiones como "es que él me dispara" o "es que él me impulsa". Al igual que los conmutadores eléctricos en las paredes, responden mecánicamente y no como personas. A nadie se le escucha hasta terminar: prejuicios irracionales cortan todas las comunicaciones, al igual que la persona enferma que rehúsa tomar la tableta prescrita por un médico reconocido sólo por no gustarle el color.

   El pasivismo que destruye el auto-conocimiento resulta también de sobre enfatizar el subconsciente. Mientras los marxistas nos decían que estábamos determinados por los métodos de producción, algunos freudianos fueron al extremo de decirnos que éramos determinados en la matriz de nuestras madres. No hay capitán en la nave con la cual debemos de navegar toda la vida: tampoco piloto que, al timón, decida los virajes y tome decisiones. Carecemos de voluntad, de capacidad para auto-determinación, de dones que nos permitan tomar decisiones.

   Otra causa creciente de pasivismo es el uso de drogas, con las cuales la persona toma una decisión: convertirse en no persona. Esta es la fase química del totalitarismo. Bajo el comunismo, la voluntad de la persona le es arrebatada por el partido, sin existir más ideas que las del dictador y sin más decisiones que las del partido. Pero con las drogas, los que las ingieren son sus propios verdugos. Son las enemigas de la conciencia, el vehículo contra el auto-conocimiento, las suicidas lentas de la dignidad de la personalidad. /Quién pudo imaginarse que tendríamos en el mundo totalitarismo farmacéutico en virtud del cual la dignidad de la persona es destruida, no por un enemigo exterior, sino por una mano que se levanta contra sí misma!

   La otra forma extrema de invalidar nuestra identidad es con hiper-activismo. Estando excesivamente activo llega uno a tener la ilusión de que está uno realmente vivo. No se trata de trabajar esforzadamente ni de estar ocupado sino más bien de entretenimiento anormal que es con frecuencia fuga de uno mismo. Dando vueltas en el exterior como un trompo, evita uno mirar hacia dentro donde la personalidad es auto-consciente. Los estudiantes que se orientan sólo hacia el activismo, violencia y desquiciamiento  de la sociedad olvidan que precisan tiempo, meditación y reflexión para interpretar los acontecimientos. El ladrillo lanzado contra el cristal de una ventana o la bomba que estalla en una universidad son simplemente actos que jamás se miden con reflexión. Tal activismo tiene la falla muy seria de nunca identificarse con aquellos que sufren. En lugar de recoger al peatón que ha sido arrollado... este tipo de activismo riega tachuelas a lo largo de las carreteras para pinchar todas las llantas de todas las autopistas. El activismo que no es responsable y que no cura niega el sentido de auto-conocimiento que es el signo de distinción de los humanos.

   Lo que antecede es dos moscas en el caldo del desarrollo del "yoísmo" y del sentido de la identidad personal. Si tan sólo la pasividad pudiera convertirse en algún tipo de actividad social útil y el activismo pudiera convertirse en momentos de calma y meditación, tendríamos los elementos de la identidad que quiere decir ser alguien antes de hacer algo. Lo esencial del ser de una persona es libertad y la libertad no sólo es algo que se otorga; es también algo que otorgamos. La dignidad de la persona depende de la cualidad de la persona a quien entrega su libertad. Mientras más noble la mujer con quien el novio se casa, más noble  tendrá él que ser para ser digno de ese amor. Hay dos maneras de enamorarse: exterior y ascensional. La primera nos hace esclavos de modas y disposiciones de ánimo; la segunda nos convierte en personas hechas a imagen de Dios.

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