Vitus Bering,
navegante
y explorador danés, en honor de quien se dio nombre a los vastos mares del
Océano Pacífico septentrional, nació en 1680 y siendo aún muy joven entró a
prestar servicios en la armada de Pedro el Grande, emperador de Rusia. Este zar
estaba reorganizando sus dominios, inclusive el gobierno, y la armada rusa
figuró entre las primeras instituciones en sentir los efectos de su entusiasmo.
Bering se
distinguió en la armada y fue recompensado con el grado de comodoro en premio
de su valor y tácticas navales brillantes en las guerras de Pedro en Suecia.
Poco antes de su
muerte, el zar resolvió llevar a efecto una expedición con el propósito de
dilatar las fronteras del imperio.
Los resultados
de ésta y otras expediciones rusas posteriores, aún se manifiestan en
California y otras partes del Nuevo Mundo, especialmente Alaska. También se ven
en la costa occidental de los Estados Unidos las características cúpulas
“acebolladas” de muchas iglesias ortodoxas griegas en países eslavos. Datan del
tiempo en que exploradores rusos –entre los primeros de los cuales figuró Bering --colonizaron estas costas del
Pacífico.
Pedro el Grande
nunca pensó colonizar California… como California. Pero sí quiso que se
explorara toda la costa norte de Asia, desde el mar y que se determinara de una
vez por todas que la América del Norte y Asia estaban separadas por un
estrecho.
Para esta
expedición, debían salir dos barcos desde Arcángel a través del Paso del
Noreste, hacia las zonas árticas de Asia y otros dos, construidos en Siberia,
se les unirían para explorar juntos el Océano Ártico. Bering fue designado
comandante de la flotilla.
El barco en que
navegó Bering no quedó terminado hasta mediados del verano de 1725, tres años
después de haber dado el zar sus instrucciones. La expedición en sí no duró más
de unas cuantas semanas.
Fue en este
viaje que descubrió el estrecho entre América del Norte y Asia, estrecho que
hoy lleva su nombre.
En un viaje al
Ártico en 1741, Bering llegó a las costas de Alaska y exploró las islas
Aleutas. Hubo en su barco un brote de escorbuto y Bering enfermó. Cuando menos
de la cuarta parte de la tripulación conservaba la salud y la nave aún
exploraba los canales y vericuetos entre las islas Aleutas, una fuerte
tempestad hizo encallar la nave en un extenso banco de arena.
La tripulación
pudo llegar hasta una isla vecina en la cual no crecía ni un solo árbol.
Hicieron los tripulantes cabañas rudimentarias con maderos arrojados por el mar
sobre las playas, pero hacía un frío intenso que cada día se acentuaba más con
la proximidad del invierno septentrional. Bering fue colocado en una cueva
horadada en la ladera de una colina y murió allí víctima del escorbuto unos
cuantos días antes de la Navidad.
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