martes, 8 de noviembre de 2011

ANTOLOGÍA. POETAS JÓVENES DE AMÉRICA: Alberto GUILLÉN. PUERTO RICO.

                     R  E G R E SO

   La casa. El campo. Mi regreso. Existe
la bondad de mis hermanas
Hay pan blanco y agua clara,
y canta como un pájaro el orgullo
que he colgado de una rama.
La tarde nos mira con ojos fraternales...
El cariño se recoge en nuestras faldas...
Los recuerdos se avivan....
--Una vez ...sí... yo me acuerdo... Tú eras
muy pequeñito... ¡Anda!...
--¡Todo el tiempo que ha pasado!
Se abren a la espectativa mil ventanas
y entra la felicidad
de este día. Sube una quietud del alma...
Late mi corazón.
Descansa una sonrisa en los labios...
Yo callo. Mi padre habla y habla...
Todos los ojos se humedecen...
La hora cae en una laxitud mansa...
  
                     EMILIO R. DELGADO.

     IMAGINARIO DE LAS ESTRELLAS

   La admiración ha sacudido reciamente
los árboles de la flora estelar,
y se han desprendido --frutos maduros--las imágenes:
estrellas.
Rocío de inmensidad adamantinado
el crespón de la tiniebla.
Arcos de triunfo para el fracaso de los bohemios
                                                           nocherniegos.
Dedos de bebé inquieto
tecleando en la falda negra de la abuela.
Cálices que culminan su rubio temblor
sobre tallos invisibles.
Comentarios pitagóricos al margen de la duda universal.
Pupilas dilatadas en éxtasis sobre el infinito.
Lentejuelas en el cuerpo desnudo
de la africana hermana de la Muerte.
Naranjas de una cosecha inverosímil
que siega en sazón con la hoz blanca de la luna.
¡Estrellas!... ¡Excelentes tachuelas doradas
para festonear la tapa de mi ataúd!...

                              SAMUEL R. QUIÑONES.

           ESTE CANTO INSOLENTE

   Este canto insolente, como un viento rijoso,
con que elevo a los hombres y multiplico la vida,
tiene un ritmo rotundo y un compás poderoso
cuando inmanto sus alas y sacudo la brida.

   Es el canto de hierro, es el canto de llama,
que palpita en la entraña de este siglo reciente,
amasado en las furias de un eléctrico drama
y apresado en las garras de un cerebro potente.

   Es el himno de fuego de esta trágica hora,
borracha de hecatombes y erizada de trenes,
en que el hombre es un monstruo con pezuñas de aurora.

   Para todos los locos que idolatran la guerra
yo construyo este canto, cuyos negros barrenes
electrizan el tiempo y horripilan la tierra.

                                     JORGE PASTOR.

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