sábado, 12 de noviembre de 2011

ANTOLOGÍA. POETAS JÓVENES DE AMÉRICA: Alberto GUILLÉN. URUGUAY.

                          Á R B O L

   Árbol, yo ya sabía que eras hermano mío.
Hacia los cielos vamos en claro florecer...
en el cristal y en el ámbar, luz de mi amanecer...
Árbol, ¡yo ya sabía que eras hermano mío!

   En tí hay, a momentos, más pájaros que hojas.
Y eres en primavera mágico surtidor.
Y en mí qué profusión de rosas blancas, rojas.
¡Y qué acento en mi lírico manantial interior!

   Los dos brindamos, Árbol, savia joven y nueva,
y por nosotros corre un idéntico río
de emoción y sabemos, en las nieves de prueba,
aguardar libremente el calor de otro estío.

   Hacia lo azul el mismo impulso azul nos lleva...
Árbol: ¡yo ya sabía que eras hermano mío!


                                           JULIO J. CASAL

                     LA PANDERETA

    Bendito sea el día en que vienen los pájaros
trayendo en su pico la caja de música,
como un mensaje que mi alma ha esperado
en vano durante la noche infinita.

    ¿Para qué la tristeza, alma mía, para qué?
¡Ahora viene la luz, ahora viene la música!...

    La pajarera del espackio tiene
rotas todas sus rejas,
y el ritmo
ha lanzado a los aires su fiat lux,
y el aire está preñado de colores divinos.

    Vamos, alma mía, vamos.
Deja el cuerpo
como un cántaro al borde del camino:
el primero que pase lo llevará en sus hombros...

    (Ah, la pandereta de mi corazón
que golpea
contra el puño cerrado de la vida.)

             ENRIQUE RICARDO GARET

CANTO A LA MANO FRATERNA

    Mano hacia mí tendida
salutar tu mano franca;
más allá de mi mundo y de mi vida,
tras de todos los mares,
no sé de dónde fraterna y conmovida,
en yo no sé qué lares,
presta para la bienvenida...

   Callosa, por el ideal trabajador;
noble por alzar las lámparas acogedoras
de la Fe y del Amor;
generosa, sembrando en las auroras,
y rudamente abierta,
y alerta,
y perdonadora.

   ¡Ah, el júbilo de verte izar mañana
esa nueva bandera que esperamos
los que todavía soñamos!
¡Verte transfigurada
en un ernorme puño al que, prendida,
se agita por los vientos de la vida
la sola enseña sobre todas alta!

   Porque en los tres garfios de tus dedos
yo sé que todo es fuerza y es nobleza,
más que todos los credos,
sobre todas las tiaras
y las piedras...
¡Más arriba del pecho y la cabeza,
en lo más alto de más recio brazo.
Harás de la bandera un aletazo
para los cuatro puntos cardinales!

      DIEGO LARRIERA VARELA.

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