miércoles, 2 de noviembre de 2011

ANTOLOGÍA.POETAS JÓVENES DE AMÉRICA: Alberto GUILLÉN. MÉJICO

PARÁBOLA DEL FILÓSOFO

   Hermano Burro: quiero decir lo que eres;
pero traed a los niños y a las mujeres...
porque de ellos es el porvenir.

   Tú cargas todo lo que te ponen encima:
bien y mal, año de hambre y cosecha óptima;
no te importa y le buscas un sentido al vivir...

   Si rebuznas, el necio lo interpreta
a su modo; te dicen poeta
porque vives un sueño y una beatitud...

   Te abollan las orejas, te estiran por el rabo
y si tiras dos coces, cansado al fin y al cabo,
te apalean porque dieron en Dios y en la Virtud.

   Si no fueras tristón, quizás valieras
algo más; no murieras
unas veces en cruz, otras asado....

   Aprende a comer carne, hermano Burro;
sé menos inocente y más cazurro,
y quizá alguna vez
tendrás luz en la frente y alitas en los pies.

   Como el grano de la uva lleva en potencia el vino,
la mujer lleva hijos...
¡El infante bien puede transformarse en Pollino!...

   Hermano Burro: he dicho lo que eres
delante de los niños y de las mujeres...

                                     JOSÉ M. SOLÍS.

D Í A   D E   C A M P O

   Sobre pardos pollinos sin pecado,
deshojando amapolas de alegría,
las muchachas regresan al poblado,
y como arriero, atrás se queda el día.

  Chispas contra las chinas de la calle
saltan de las pezuñas que, livianas,
arrastran las luciérnagas del valle
hasta el pueblo ojeroso de ventanas.

   Ladran los perros. El bullicio asusta
a las nubes doncellas del tejado.
A los agudos gritos de la fusta
responde el gallo de plumón dorado.

   Los sombreros de sol escurren flores.
Los ligeros vestidos son de viento,
viento rosa  y azul, que los colores
suben con el calor del pensamiento.

   Coro de las parroquias de la vida
que va cantando el júbilo soltero
de paso, nada más por la aturdida
calleja del poblado pordiosero.

               BERNARDO ORTIZ DE MONTELLANO.

I N V I T A C I Ó N

   Venid a visitar el jardín de mi alma,
ávidos de belleza,
niños ojerosos.
                    ¡Venid!
Los "autos" locos en los caminos se persiguen.
                    ¡Venid!
Las flores acaban de ser pintaqdas.
Aquí todo es luz,
hay frutos en cada rama,
perfume en cada naranja
y los labios maduros esperan los besos.
Después treparemos a los árboles
para ver la planicie
y nos hundiremos en el río claro
tan fresco.
Mas si la noche llega,
iremos
de estrella en estrella,
cometas astros errantes,
huyendo del jardín ridículamente teñido por la luna.
Y desde allá arriba
oiremos pasar
la sollozante procesión de los hombres tristes,
pues aún hay hombres que lloran a la luna
en este año mil novecientos veintiuno.

                                            KIN TANIYA. 

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