CONFIDENCIAS.
Sol que cundías en las tétricas tinieblas
como una estrella fraguada en el ocaso,
reinando vanamente en la penumbra rutilante,
aumentando el marasmo irascible.
He sufrido en silencio lo indecible
sin tener a quien quejarme la eversión,
menguando a cada instante el estoicismo
que diezmaba la tristeza y cruel pasión.
Jamás pensé arrancarte una mirada,
mucho menos un término de amor;
se partía un abismo insondable
y un trémulo mundo de pavor.
Un día se escaparon de tus labios,
palabras que abrigaron mi ilusión:
"que en la vida no hay nada imposible
cuando se anhela alcanzar un ideal".
Al fin variaron las dudas y temores
que embargaban y absorbían mi vivir,
ascendiendo y escalando hacia la cima
rompiendo y menguando mi sufrir.
Hoy no siento que he triunfado,
ni victorias me atrevo a cantar,
porque sé que lo bueno poco dura
y nada eterno hay en el azar.
Quisiera que grabes para siempre
que te quiero y te amo de verdad,
con la fe de un hombre convencido
que pregona y no duda de tu amor.
Burilar en tu corazón quisiera
palabras que brotan de mi entraña,
epigramas que horaden en tu alma
insinuando que me ames sólo a mí.
Ha copado por completo tu encanto,
porque vivo y sólo pienso en tí,
te figuro en cada instante en mis brazos
secuestrada y presa por mi amor.
Te prometo ser fiel a mis principios,
intangible a los mandatos de mi ser,
erigirte un altar en mi memoria
para tenerte ahora y siempre junto a mí.
IMPACTO
Poseída de genial sonrisa,
imbuída de genuina emoción
penetras en la niña de mis ojos
cual capullo de un regio manantial
que se rinde ante la furia genial.
En tu ingenua mirada descubrí
candorosas aureolas que te adornan
virtuosa y núbil creatura,
destello de frenética bondad
como aroma imponente de una flor.
Melodiosa confianza me inspiraste
y desde entonces mi sueño empezó;
pero los vaivenes de trágico destino
con vil perfidia de tu lado me alejó
causando en mí nostálgico embarazo.
Los azares confusos de la vida
condujo a tu destino a encontrar
el tesoro más preciado de tu entraña,
el brazo fuerte y sostén sempiterno,
producto concebido del amor.
Seguirás siendo la musa singular,
magnolia y huésped del edén,
vivirás latente en el recuerdo,
y muy presente en mi accionar,
lacerando y torturándome alguna vez.
Los días van y vienen incansables
semejando a las olas del mar,
rastrillando duramente a las rocas,
murmurando a solas
como pidiendo absolución.
Concibo que la espera es dolorosa,
pese a todo, la espera llegará,
prefiero el dolor y no el olvido,
porque el olvido duele mucho más,
y para todos es... ¡mortal!
Eres fuente y crisol de enseñanza
con vocación de madre ejemplar,
nutres mentes infantiles y maduras,
maravillosamente sostenidas:
mi ilusión se nutre al pensar en tí.
PECADO
Conociendo la gravedad del pecado,
consciente de la dolosa infracción,
pese a todo, el corazón no fue imbatible,
reincidiendo en falta más de una vez.
El delirio amoroso llegó a su clímax,
disfrutando con febril pasión,
vivimos un temporal de emociones,
haciendo gala de frenética ilusión.
Fuimos el foco de la pérfida tormenta,
sujetos de crítica y vil indignación,
insinuaban que nuestro idilio era iluso,
mas no efugio de cariño y fe.
Triunfamos en la felonía de la batalla,
vencedores románticos: ella y yo;
el vulgo irascible sorprendido enmudeció,
siendo el duro golpe mortal para los dos.
Hemos vuelto a la vida normal,
a disfrutar de los recuerdos del ayer,
deliciosamente a vivir de los idílicos recuerdos
que nos proyecta vivir con férrea lealtad.
En esta fase de aparente olvido,
predomina con firmeza la ética virtual;
conscientemente nos vamos olvidando,
como el ocaso del sol en altamar.
Despojado de toda arrogancia inane,
con franqueza confieso esta grata experiencia,
mientras la moral demuestra hipocresía;
la inmoralidad tiene sabor a sinceridad.
Culmino esta novela plenamente convencido
que en la vida el pecado tiene absolución;
me resigno vivir en cómplice silencio,
hasta que se acabe la fiebre del sabor.
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