NO tengo oro
ni plata mas lo que tengo te doy. Lentamente se aproxima el tiempo en que debo
emprender el camino que no tiene regreso. No puedo llevarte conmigo y te dejo
en un mundo en el que los buenos consejos no salen sobrando. Nadie es sabio de
nacimiento. Aquí el tiempo y la
experiencia enseñan y limpian la conciencia; yo he observado el mundo más
tiempo que tú.
Querido hijo, no todo lo que brilla es oro.
He visto caer algunas estrellas del cielo y quebrarse muchos bastones en los
cuales uno confiaba para poderse sostener, por eso, quiero darte algunos
consejos y decirte lo que yo encontré y lo que el tiempo me ha enseñado.
Nada es grande si no es bueno y nada es
verídico si no perdura.
No te dejes engañar por la idea de que
puedes aconsejarte solo y que conoces el camino por ti mismo. Este mundo
material es para el hombre demasiado poco y el mundo invisible no lo percibe,
no lo conoce, ahórrate pues esfuerzos vanos, no te aflijas y ten conciencia de
ti mismo.
Considérate demasiado bueno para obrar mal.
No entregues tu corazón a cosas perecederas. La verdad querido hijo no es
gobernada por nosotros sino que nosotros debemos ajustarnos a ella.
Ve lo que puedas ver y para ello usa tus
propios ojos y con respecto a lo invisible y eterno atente a la palabra de
Dios. Mantente fiel a la religión de tus padres y huye de los charlatanes
teólogos.
No desconfíes de nadie como de ti mismo;
dentro de nosotros vive un juez que nos enseña y cuya voz es más importante
para nosotros que el aplauso de todo el mundo y la sabiduría de los griegos y
egipcios; hazte el propósito, hijo, de no actuar contra su voz y si algo
piensas o intentas hacer póntelo primero en la mente y pídele consejo a tu juez
interno; al principio, él hablará únicamente en forma muy suave balbuceando
como una criatura inocente, sin embargo, si honras su inocencia soltará su
lengua y te hablará en forma más perceptible.
Aprende con gusto de los demás y escucha con
atención donde se hable de sabiduría, dicha humana, luz, libertad, virtud, pero
no confíes inmediatamente en todo porque no todas las nubes llevan agua y
existen diversos caminos para seguir. Hay quienes creen que dominan una materia
porque hablan de ella; pero no es así hijo mío, no se tienen las cosas por
poder hablar de ellas, palabras sólo son palabras y ten cuidado si fluyen en
forma demasiado hábil y ligera, pues los caballos cuyos carros están cargados
de mercaderías avanzan con pasos más lentos.
Nada esperes del trajín ni de los
trajinantes y pásate de largo donde haya escándalo callejero. Si alguien quiere
enseñarte sabiduría, mírale la cara, si lo ves enorgullecido, déjalo, no hagas
caso de sus enseñanzas por más famoso que sea.
Lo que uno no tiene no lo puede dar, y no es
libre aquel que puede hacer lo que quiere sino que es libre aquel que puede
hacer lo que debe hacer, y no es sabio el que cree que sabe sino el que se
percató de su ignorancia y logró sobreponerse a la vanidad.
Piensa con frecuencia en cosas sagradas y
ten la seguridad que ello te traerá ventajas y así serás como la levadura que
fermenta la masa del pan. No desprecies religión alguna puesto que están
consagradas al espíritu y tú no sabes lo que pudiera estar oculto bajo
apariencias insignificantes. Desdeñar algo es fácil, hijo, pero es mucho mejor
comprenderlo.
No instruyas a otros hasta que tú seas
instruido. Acógete a la verdad si puedes y gustosamente permite que te odien a
causa de ella; sabe sin embargo, que si tus cosas no son cosas de verdad, cuida
de no confundirlas puesto que de ser así vendrán sobre ti las consecuencias;
simplemente haz el bien y no te preguntes por lo que de ello resulte. Quiere
sólo una cosa y esa quiérela de corazón. Cuida de tu cuerpo pero no de tal
manera como si fuera tu alma.
Obedece a la autoridad y deja que otros la
discutan. Sé correcto con cualquier persona pero confíate difícilmente. No te
mezcles en asuntos ajenos y los tuyos, arréglalos con diligencia. No adules a
persona alguna y no te dejes adular. Honra a cada quien según su rango y deja
que se avergüence si no se lo merece.
No quedes debiéndole a persona alguna, pero
sé afable como si todos fueran tus acreedores. No quieras ser siempre generoso
pero procura ser siempre justo. A nadie debes sacar canas, sin embargo, cuando
obres con justicia no te preocupes por ellas.
Desconfía de la gesticulación y procura que
tus modales sean sencillos y correctos. Si tienes algo, ayuda y da con gusto, y
no por ello te creas superior; y si nada tienes, ten a mano un trago de agua
fresca y no por ello te creas menos.
No lastimes a doncella alguna y piensa que
tu madre también lo fue.
No digas todo lo que sabes, pero siempre
debes saber lo que dices. No te apoyes en algún grande. No te sientes donde se
sientan los burlones porque ellos son los más miserables de todas las criaturas.
Respeta y sigue a los hombres piadosos, mas
no a los santurrones. El hombre que tiene en su corazón verdadero temor a Dios
es como el sol que brilla y calienta, aunque no hable.
Haz lo que merezca, pero no pretendas
obtenerla. Si tienes necesidades, quéjate ante ti mismo y ante nadie más.
Y no olvides que lo mejor que puedes dar a
un enemigo es el perdón, a un oponente tolerancia; a un amigo, oídos; a tu
hijo, buen ejemplo; a tu madre, una conducta que la haga sentirse siempre
orgullosa de ti; a tu prójimo siempre caridad.
Cuando yo muera ciérrame los ojos; no me
llores… Ayuda y honra a tu madre mientras viva.
-Mathias
CLAUDIUS
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