COMPENDIO DEL UNIVERSO:
Cuando estoy en tus brazos, el Universo es tu corazón.
Tú lo compendias en un suspiro, en un sí, en un
no, en una lágrima, en un gesto, en un beso.
Reclinado en tus senos, una tenue palpitación
de tu ser me da la clave de la armonía universal.
Mirando tus ojos, en tus pupilas se ahogan mis
esperanzas, mis ambiciones y mi orgullo.
Naufraga mi voluntad y la realidad supera al
ensueño.
Condensas el infinito y me anonadas.
Vencido, entonces, como un niño inerme, me
resigno a tus besos piadosos y maternales.
Ni una protesta, ni una rebeldía; me amas a discreción y
con la plenitud de mi rendimiento.
Se abate mi soberbia masculina; el dios-hombre
se abisma en tu amor, y mi amplia frente creadora, acostumbrada a mirar a Dios,
se desploma en tu regazo.
Se apagan todas las vibraciones de mi vida; se
cortan los hilos vitales de mi ser; se suspende la fluida continuidad de mi
existencia, se hace el supremo reposo, y tú te levantas como una soberana
inexorable.
(Orrego)
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