Raza de bronce
(fragmento).
(…) “Somos para ellos
menos que las bestias.
El más humilde de los
mestizos, o el más canalla, se cree infinitamente superior a los mejores de
nuestra casta. Todos nos quitan ellos,
hasta nuestras mujeres, y nosotros
apenas nos
vengamos haciéndoles pequeños males o
dañándoles sus cosechas,
como una
débil reparación de lo mucho que nos hacen penar.
Y así, maltratados y
sentidos, nos hacemos viejos y nos morimos llevando una herida viva en el
corazón.
¿Cuándo nos ha de acabar esta desgracia?
¿Cómo hemos de librarnos de
nuestros verdugos?
“Alguna vez en mis
soledades, he pensado que,
siendo, como somos, los más, y estando metidos de
esclavos en la vida,
bien podríamos ponernos de acuerdo, y en un gran día,
y a
una señal convenida, a una hora de la noche,
prender fuego a sus casas en las
ciudades, en los pueblos y en las haciendas, caerles en su aturdimiento y exterminarlos;
pero
luego he visto que siempre quedarían soldados, armas y jueces para perseguirnos con
rigor, implacablemente,
porque alegarían que se defienden y que es lucha de razas la
que justifica a sus medidas de sangre y odio.-
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