sábado, 22 de febrero de 2014

LA VIRGEN ETERNA / Antenor ORREGO

LA VIRGEN ETERNA

Lo mejor de la canción se queda dentro.

   El alma musical permanece aleteando, como un ruiseñor, prisionero en la caja de mi corazón.

   El arpegio se hiela en la palabra; la inconsútil tela azul se desgarra en las férreas puntas del vocablo; el trino se quiebra constreñido en la expresión.

   Cuando mis labios se hinchan para cantar, no queda sino un mezquino rumor de la melodía.

   Las notas divinas se quedan escondidas, orgullosamente rigurosas, detrás de la puerta entornada.

   Sólo tú posees la llave.

   Cuando escuchan tus pasos tácitos y familiares, se agolpan al dintel para recibirte, como una teoría de canéforas, y depositan a tus pies flores balsámicas.

   Y, sin embargo, amada mía, sería tan bueno regalar a nuestros hermanos, los hombres, la íntima melodía en toda su prístina pureza.

   iCómo nos lo agradecerían!

   El mal quedaría vencido y reinaría la bondad en el mundo.

   iCon qué ternura y con qué amor sentirías entonces a tu Dios!

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