jueves, 27 de febrero de 2014

MANOS QUE ACOGEN AUN CUANDO ARRANCAN UN MOLAR / Alejandro PEREDA

Siempre he querido, por lo menos, comentar el epigrama de Bernard Shaw: “El hombre que escribe de sí mismo y de su época es el único que escribe acerca de todas las gentes y de todos los tiempos”, y hoy se presenta en “bandeja” con ocasión de mi tercera intervención quirúrgica, justificando así el título de esta publicación: “Manos que acogen aun cuando arranquen un molar…

Mi historia: En los 8 últimos años he sido operado tres veces y he visitado a muchos médicos; puedo resumir: cada órgano con su respectivo especialista. Actualmente, con la Medicina científica: Homeopatía, Salud Integral. En las tres, he visto mi propia sangre y en la última, hasta la he bebido, “tragado”, como explicaré en un apartado especial.

En la primera operación, vesícula (2008), conocí el Hospital Lazarte y a su Director por entonces,  Dr. Serrano, quien a tiempo descubrió la imposibilidad de hacerla porque había tomado aspirina, que impide la coagulación. Lo programó para la semana siguiente. En efecto, me avisó que todo estaba preparado (cama, principalmente) y me operaron. El tiempo de prueba se cumplió y salí al tercer día. Al sexto día, como me sintiera sano, comí pato, lo cual fue una sorpresa para el doctor y sus alumnos en el día de sacar los puntos, al decirme: “es una prueba de fuego; siempre se debe acompañar de una pastillita”.
Siento haber contribuido a la ciencia por demostrar ese estado de salud a los pocos días, mucho más confirmando el buen trabajo del experto cirujano, cifrado en sus manos; en palabras del doctor Gutiérrez: “un buen pistolero, el que le operó”, me dijo, puesto que se trataba de operación con láser y me disponía para la segunda operación, (Ecografía).

Descubrí, pues, que el médico tratante era un hombre muy experimentado. Lo puedo calificar: muy humano.

La segunda operación: el mal de la mayoría de los hombres, “próstata” (2011). Por ella conocí la Clínica Suárez y también a algunos médicos.

Mi observación: mucha diferencia en el trato personal y aceleración del proceso. Mientras que al compañero de sala, su médico le prescribe 12 frascos de suero y que saldría al cuarto día, a mi me dieron de alta al tercer día, sólo con 8 frascos. Yo le decía a mi compañera y amiga, Yolanda: “Está experimentando conmigo una nueva modalidad”. Es el Dr. Sevilla Torres; que valgan verdades, él no me operó; estuvo presente para trasladarme a la sala de recuperación. Sin duda que debe tener su equipo de cirujanos a órdenes suyas. No discuto el hecho, mucho más si estoy bien, señal de que fue un éxito para ellos y para mí.

Mi calificación: Más amor a los chicharrones que al chancho. Lo dice todo.

Tercera operación: Extracción de tercer molar (muela del juicio).

En realidad, se llegaría a la extracción después de un tratamiento especial…

Repentinamente se presentó el dolor agudo a las 8 de la noche, el 10 de febrero, y por teléfono mi compañera y amiga trata de sacar cita a la doctora Lena, quien recomienda una pastilla y enjuagatorio y que me presente al día siguiente. Parte de su ternura lo demuestra diciéndome ¿cómo, después de 6 años?, cuando menos una vez al año. (aunque he visto un cartelito, cada 6 meses). Luego, vamos a tratar de conservar la pieza; si ya no es posible se le tiene que extraer. Pero había que aprovechar la ocasión para limpieza y resanar otras. Empiezan los trabajos o sesiones.

Para curar la quinta pieza me cita para el martes 25, pero el molar dio su voz de alerta el 24, que reapareció con dolor más agudo y se planificó para la noche la extracción.

Segunda parte de su ternura: me habla con sinceridad de que serán dos quienes lo harán.  Me dice: “Yo soy debilucha; él me ayuda en estos casos”. Se refería a su colega Jairo. Ya tenía conocimiento de esta ayuda, provechosa, armónica y alentadora para el paciente en referencia de una sobrina y enamorado de ella que han sido tratados recientemente.

A las 8 de noche del día 25, me esperan los cirujanos y empieza la labor del Dr. Jairo: después de anestesiar el maxilar, hace uso de sus botadores recto y el de forma de bandera para que con el alicate haga el forcejeo y en pocos minutos, gracias a su destreza y experiencia, extrae la pieza completa. Después de la limpieza conveniente tapona la encía y entrega como posta al cuidado de su colega Lena.

Así trabajan estos eficientes odontólogos, Lena Andrea Huancayo y Jairo Gonzáles en favor de los pacientes…

Ellos también esperan la demostración de parte mía: he comido “pichones” a las 16 horas de la intervención; he publicado el suceso en el blog en virtud del ofrecimiento, y muy pronto, los libros de mi imaginación, los recibirán  con mayor sorpresa todavía.

El trabajo no termina en su Consultorio. En mi caso, después de los primeros 20 minutos en que hay que cambiar el algodón-tapón, me sobrevino hemorragia en la que tuve que pasar mi propia sangre y tuvimos que acudir a la doctora, quien me aplicó una inyección para lograr la coagulación, inicio de la correcta recuperación.

Sigue la tercera parte de su ternura, por no decir, su única ternura, su modo de ser: “Usted ha traído el problema. Yo soy la encargada de resolver el problema. Ud. no se alarme”, (como si dijera: tranquilo, chino). Me está llamando para observar la cicatrización y a la fecha sin permiso para ir, mañana, a la Feria del Libro.

En suma: profesionales muy humanos y si hay que añadir, llenos de ternura, además, de ser jóvenes (no pasan de los 40) y de buen parecer.

En las sesiones, conversamos además, del trabajo que tengo como válvula de escape, publicar en el blog a mi cargo, para lo cual, pido a la Dra. Lena  su correo electrónico y le hago llegar los artículos referentes a la "ternura", propios del escritor Leonardo Boff. A partir de ahora, lo que escribo va con el pensamiento Leonardino, pero con sentimiento Alejandrino, puesto que ambos nos hemos compenetrado de ese escrito.

Si a la buena profesión en su ejercicio agregamos la práctica de la ternura como misión, que bien le caen las palabras antes dichas: “Manos que acogen aun cuando arranquen” bajo la fina observación de ambas partes. Es, pues, una ternura esencial. La ternura es el afecto que damos a las personas en sí mismas. Es el cuidado sin obsesión. Es un afecto que nos abre al conocimiento del otro. En realidad sólo conocemos bien cuando tenemos afecto y nos sentimos envueltos con la persona con la cual queremos establecer comunión. La relación de ternura no envuelve angustia, porque está libre de la búsqueda de ventajas y de dominación. El enternecimiento es la fuerza propia del corazón, es el deseo profundo de compartir caminos. La angustia del otro es mi angustia, su éxito es mi éxito, según Boff.

He hablado de citas, compra de medicamentos, la inyección / con urgencia. Muchas de éstas a horas no tan convenientes. Siempre han recaído en María Yolanda, mi esposa, quien ha estado en las tres intervenciones habidas, y tiene un juego muy aparte conmigo, siempre con afecto, razón de nuestra convivencia: me ayuda en el teléfono, en las consultas. Me sirve como intérprete; casi en todo de importancia; un lazarillo sin ser ciego.

Hay motivos para agradecer y las hago con las palabras de la Biblia, aunque no sean inspiradas literalmente por Dios mismo, sin embargo, fue el pensamiento de entonces y así están contenidas en ella:
“Respeta al médico, pues tienes necesidad de sus servicios. Porque en realidad, del Altísimo viene la mejoría.  La capacidad del médico le viene de su Soberano. La ciencia del médico le da prestigio y hace que hasta los poderosos lo admiren”.

Eclesiástico 38, 1-2

2 comentarios:

  1. Nunca pensé inspirar esto. Sin embargo mi agradecimiento a usted porque sus palabras me inspiran para seguir siendo mejor cada día en el plano profesional. Pero sin duda usted me ha confirmado que la ternura, el cariño y la empatía son también elementos quirúrgicos. Que ayudan a curar el cuerpo físico pero que también curan y alimentan el alma tanto del que dá como del que recibe. Y como le dije ayer, somos instrumentos de Dios; asi que dejemos que él nos use. No puedo terminar sin antes reconocer la ayuda de su esposa y como usted dice su compañera, una mujer fuerte y a la vez dulce y alegre. Siempre aprendo mucho de ustedes.Gracias por hacerme partícipe de este su sueño.

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    1. El mejor comentario.
      La doctora hace hincapié en lo dicho y eleva su trabajo a una dimensión sobrenatural muy posible.

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