30.01.14 |
18:27. Archivado en Comunidades eclesiales de base, Iglesia en Brasil
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Murió hoy en
Curitiba, capital del estado de Paraná, en el sur de Brasil, el jesuita João
Batista Libanio, uno de los referentes de la Teología de la Liberación en
Brasil y en el mundo. Hombre de profunda cultura, aspecto heredado de su padre,
de diálogo y respeto, que desempeñó diferentes funciones y realizó diversas
misiones a lo largo de su vida: colegio, universidad, misiones populares,
trabajo intelectual, director de estudios del Colegio de Seminaristas
Brasileños en Roma, profesor de teología, párroco…
Siempre se
sintió profundamente latinoamericano y muy unido a la Teología de la
Liberación. De hecho decía que no había estudiado teología para ser profesor de
una universidad europea. Para él hacer teología aquí era otra cosa, no es
encerrarse estudiando en un despacho, es sumergirse en la realidad pastoral y a
partir de ella pensar la teología, a partir de una visión crítica de la
realidad, cuestión ésta muy marcada en su personalidad.
Por eso,
después de diez años en Roma, a la vuelta se dedicó a moverse por Brasil y el
continente latinoamericano, considerando esta etapa de su vida como años muy
enriquecedores, que le llevaron a penetrar en la realidad latinoamericana. Es
en esta época que entra a formar parte del grupo de teólogos ligados a la
Teología de la Liberación, con su primo Frei Betto, Leonardo Boff, Carlos
Mesters, Beozzo, entre otros.
Después de
eso se asentó en Vespasiano, Minas Gerais, donde tuvo la felicidad de encontrar
una parroquia viva y prestar su servicio a la comunidad, pues él decía que la
pastoral se alimenta de la teología y me alimenta la teología, en una
circularidad que enriquece.
Definía la
vida jesuítica como excelente oportunidad para una buena formación espiritual e
intelectual, para después salir al mundo a realizar la acción apostólica con
amplia libertad, conjugando la misión recibida de los superiores con la
creatividad y originalidad, ayudando así al crecimiento interior espiritual de
las personas, lo que suponía para él la mayor fuente de felicidad para el ser
humano. Esta tarea la llevaba a cabo en sus múltiples libros y artículos,
homilías, charlas, retiros (murió de un infarto fulminante dando un retiro a
profesores). Todo esto como instrumento de Dios, pues consideraba que el Señor
Jesús, se aprovecha de nuestras pequeñas y simples palabras para hacer avanzar
su Reino.
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