martes, 6 de diciembre de 2011

"VERSOS POR ESPIGAR": Último adiós. Himno paternal. Oración maternal, de Javier CALDERÓN ÁVILA.

                          ÚLTIMO ADIÓS.

   Una ingenua paloma mensajera alzó su vuelo y huyó
sin rumbo definido ni destino final,
tampoco dejando huellas por la ruta que pasó;
odisea sorpresiva ya que nunca descendió.

   Riscos y montañas urdieron tal adversidad,
por entrar en un cauce que no existe gravedad;
las nubes murmuraron la terrible aventura
del ave condenada a la desilusión exhalando su último adiós.

   La pena caló muy hondo y el cielo se enlutó
aflorando nostalgia y tristeza que en llanto estalló
cual fatídica tormenta que asola sin piedad;
la tierra acogiendo las lágrimas regadas /su sed calmó.

   Germinando las semillas /el campo floreció,
hay verdor y gama de colores en la jungla terrenal;
emana aromas singulares presagios de amor,
que la paloma mensajera nunca supo y sabrá jamás.

   Así, las acciones nuestras/ persisten y viven en la mente;
los años venideros jamás explicarán lo indecible;
ni la memoria traicionará lo acontecido;
sólo vibran las vivencias con enérgica pasión.-

                    HIMNO PATERNAL

   Líricos recuerdos ocultos en mi mente,
florecen con encanto de natura sempiterna,
cúmulos de nubes vagan incansables en el tiempo,
refrescando insólitas vivencias de leda profusión.

   Racimos vitales de dimensiones siderales
surcan cálidas masas con memorable lucidez;
imbatible anhelo de efervescente origen,
trascienden épicas y álgidas escenas vivenciales.

   Gime el destino arredrando paz y calma,
flotan las miradas en la soledad terrena,
nostalgia agobiante tras la fuga de mi ancestro
clamando su ausencia con fúnebre dolor.

   Con irónica protesta increpo el pasado,
el acervo de acciones de contagio entrañable,
trastocan barreras que exacerban la razón;
descorren telones develando ascendencias.

   Era muy sensible y de meridiana lucidez,
muy claro en sus ideas y de filosófica pasión,
conseguía con audacia y vehemencia excepcional,
el pan de cada día que era la hostia vital.

   Evocando memorables sueños de angustia,
preludio agonizante de una época fatal;
se retó a dura lucha con la iracunda muerte,
soportando estoicamente los lances irascibles.

   Sufrió un vendaval de funestas punciones,
esgrimiendo a cada instante mortíferos ataques;
obediente y tranquilo merodeaba la antesala,
muy sereno aguardaba el inexorable anochecer.

   Su heráldica firmeza anunciaba
que los cósmicos días se agotaban,
clamando peticiones convictas y confesas,
entregó su alma entera a merced del Hacedor.

   Renacen cuadros de suplicio y agonía;
melancólicas escenas que engendran gran dolor;
facetas que palpitan al unísono de los suspiros,
augurando paz y calma en la otra dimensión.-

ORACIÓN MATERNAL

   Mujer de inocencia inmanente,
candorosa y de encanto virtual;
llegaste airosa a un lugar naciente
siendo acogida por el vaivén de la soledad.

   Navegaste hábilmente en las aguas de la vida
debutando en un lóbrego calvario,
torbellino emotivo que lograste vencer,
siendo fuente de nobleza y bondad.

   Tu fecundo regazo generó semillas
que con orgullo tus genes ostentan,
sólidos pilares que estampan sus nombres
en la tupida fronda del árbol familiar.

   Los arrullos que brotaron de tus labios
laten y perduran en nuestros corazones;
el calor y ternura de tu fragante pecho
vibran dulcemente con fragor en las entrañas.

   Como un rayo fugaz llegas a mi mente
en las horas de solaz y en las noches de vigilia,
legando energía / jolgorio y frenesí
como un impulso vital para vencer la adversidad.

   En un halo de luz te envío este mensaje
redimiendo culpas y exhortando el perdón;
fluyen oraciones como el vapor ardiente
clamando absolución de la santa que partió.

   Imploro plegarias con flujo ascendente,
te dedico mi alma con gloria y honor;
trato de emular siempre tu ejemplo,
dulzura que se expande en los íntimos rincones.

   Murió mi madre una tarde lóbrega y cruda para mí,
consciente, serena, sin angustia y dolor;
lúcidamente entregó su alma al Redentor,
hoy /está en otro reino sonriente y feliz.

   ¿Cómo no sollozar al recordar su imagen?
¿Cómo no suspirar al evocar el cielo al que voló?
¿Cómo no lamentar por el silencio sepulcral?
¿Cómo no llorar por el inexorable anochecer?  

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