La existencia de las islas Hawaii fue uno de
los secretos mejor guardados de la historia. Estas islas fueron descubiertas en
1555 por el navegante español Juan Gaitano. España ocultó celosamente su
existencia hasta que las islas fueron descubiertas de nuevo por James Cook,
(1728-1779) el más grande de todos los navegantes ingleses.
Cook era hijo de un peón agrícola y logró
algo no muy corriente en el siglo XVIII: llegar a capitán de la Armada Real y
ser reconocido como “caballero científico”.
Fue primero aprendiz de operario en una
camisería y después en un astillero pero cuando pasó de los doce años de edad
ingresó en la Armada. En 1755 llegó a su primera posición de mando gracias a la
intervención de su jefe y patrón Sir Hugh Palliser. Una de las primeras
encomiendas que recibió fue cartografiar y sondear el río San Lorenzo y cuando
Sir Hugh fue designado gobernador de Terranova nombró a Cook supervisor naval
de las costas de Terranova y Labrador.
Cook fue también reconocido en su tiempo
como notable matemático y astrónomo y su informe sobre un eclipse de sol dio
por resultado que se le designaras capitán de un viaje de exploración
científica en el sur del Pacífico.
Desde Tahití, y su vasto grupo de botánicos,
zoólogos y astrónomos hicieron una vastísima exploración de los Mares del Sur
con la esperanza de localizar grandes masas de tierra que se rumoreaba existían
en ellos. Exploró docenas de grupos insulares y Nueva Zelandia y Australia,
reclamando estas tierras para Inglaterra.
En su segundo viaje descubrió y cartografió
–descubrió de nuevo y volvió a cartografiar con mayor precisión –otras muchas
islas del sur del Pacífico y penetró dentro del círculo Antártico. Cuando
regresó a Inglaterra fue electo miembro de la Real Sociedad sin un solo voto en
contra.
Su tercer y último viaje fue al Pacífico
Central y Septentrional. Después de redescubrir las islas Hawaii en 1778, a las
cuales llamó Islas Sandwich en honor al Primer Lord del Almirantazgo británico,
exploró el mar de Bering, la costa norte de la América del Norte y Asia. Al
siguiente año regresó a Hawaii, donde resultó muerto durante un encuentro
armado con los nativos.
Le habían robado una de sus embarcaciones y
Cook tomó en rehenes al rey de las islas determinado a retenerlo hasta que le
devolvieran la embarcación robada. En un encuentro sobre la playa los nativos
obligaron a los hombres blancos a regresar a sus naves y Cook, el último en
retirarse, fue derribado de un golpe con un pesado madero asestado por las espaldas.
Se puso en pie y peleó pero finalmente fue dominado y muerto por los nativos.
Su memoria fue honrada en Inglaterra y se
dijo entonces que el Rey Jorge III tenía pensado en otorgarle un título
nobiliario cuando regresara de su tercer viaje.
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