martes, 26 de mayo de 2015

EL SILENCIO / Frank CRANE

¿Ha pensado usted alguna vez en los grandes silencios?

Son las fuentes de nuestros más hondos, de nuestros más sublimes sentimientos.

De ellos obtienen las almas superiores su sustento habitual.


   Hay el Silencio del Espacio. ¿Quién no ha experimentado una sensación del temor, un soplo de miedo, al mirar hacia arriba, hacia los remotos, silentes mundos que no nos conocen?

   Hay el Silencio de la Noche cuando las aves duermen, cuando el viento ha cesado de silbar, cuando el mundo permanece oscurecido y quieto. iCuántas ideas nos invaden entonces, reluciendo portentosas, inmensas!

   Hay el Silencio del Mar, continente enorme de agua que brilla al sol, en el que existen las más silenciosas profundidades y los monstruos más callados.

   Hay el Silencio del Arte, con el atractivo mudo de la Venus de Milo, de Monalisa, de la maja de Goya.

   Hay el Silencio del Pesar, más terrible que sus lágrimas; más espantoso que un grito de agonía; aterrador en su quietud que destroza el alma.

   Hay el Silencio de la Muerte, el más increíble de todos. ¿Es posible que esos labios queden mudos para siempre?

   Hay el Silencio de Dios. La más poderosas de todas las fuerzas, la más maravillosa de todas las personalidades, es la más callada de todas. Su voz es la más suave, la más insensible.

   Y el mejor y más grande de todos los silencios, es el Silencio del Amor, que es "sol que madura el fruto del alma".

   Las abejas  --dijo Carlyle --no trabajan sino en la oscuridad: el pensamiento no obra sino en el silencio; la virtud, en secreto.

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