30-diciembre-12
En cuanto hombre Jesús es como todos los hombres : un trabajador, carpintero como su padre José, y campesino mediterráneo. Ni un superhéroe ni alguien especialmente piadoso que llamase la atención.
Era un hombre de pueblo, un pueblo tan pequeño, Nazaret, que no es citado nunca en todo el Antiguo Testamento; tal vez con unas 15 casas, no más. Participó del destino humillante de su pueblo, sometido por las fuerzas de ocupación romanas. Ningún documento de la época habló de él, fuera de los evangelios. No era conocido en los círculos de Jerusalén ni mucho menos en los de Roma.
Como dice irónicamente el poeta Fernando Pessoa, Jesús no tenía biblioteca y no consta que entendiese de contabilidad. Es un anónimo en medio de la masa del pueblo de Israel.
El hecho de haber sido la encarnación del Hijo de Dios no cambió en nada esa humilde situación. Dios quiso revelarse en ese tipo de oscuridad y no a pesar de ella. Y tenemos que respetar y aceptar este camino escogido por el Altísimo.
La lección es cristalina : cualquier situación, por humilde que sea, es suficientemente buena para encontrar a Dios y para que acojamos su venida en las labores cotidianas.
Jesús, dijo san Pablo, no se avergonzó de ser nuestro hermano. Y efectivamente es nuestro hermano, no sólo porque quiso revestirse de nuestra humanidad, sino principalmente por haber participado de nuestra vida cotidiana, tediosa, sin brillo y sin renombre, la vida de la gente anónima.
De todo esto sacamos esta sencilla lección : vale la pena vivir la vida así como es : larga, monótona como el trabajo de cada día, y exigente en paciencia para convivir con los otros, oírlos, comprenderlos, perdonarlos y amarlos así como son.
Es también nuestro hermano mayor, porque dentro de esta vida de luz y de sombra, vivió su humanidad radicalmente hasta el punto de traer a Dios hacia dentro de ella, un Dios próximo, compañero de caminata, energía escondida que no nos deja desesperar frente a los absurdos del mundo.
Por eso, a pesar de tantos pensadores desesperados y escépticos, es necesario reafirmar : el cristianismo no anuncia la muerte de Dios. Anuncia la humanidad, la benevolencia, la jovialidad y el amor incondicional de Dios. Un Dios vivo, niño, que llora y que ríe, y que nos revela la eterna juventud de la vida humana atravesada por la vida divina.
-Leonardo BOFF
El propósito primordial es compartir los mensajes recibidos a fin de formar una opinión o corriente generalizada sobre los acontecimientos y su aplicación a nuestro medio de acuerdo a las circunstancias y situaciones concretas. Compartir el tesoro....
domingo, 30 de diciembre de 2012
NUESTRO LUGAR EN EL CONJUNTO DE LOS SERES / Leonardo BOFF
La ética de la sociedad dominante en el mundo es utilitarista y antropocéntrica. Quiero decir : considera falsamente que el conjunto de los seres de la naturaliza tiene razón de existir sólo en la medida en que sirve al ser humano y éste puede disponer de ellos a su gusto.
Continúa creyendo que el ser humano, hombre y mujer, son el centro del Universo y el rey y la reina de la creación.
No se da cuenta de que nosotros, los humanos, hemos sido uno de los últimos seres en entrar al teatro de la creación. Cuando llegó a estar listo el 99'98% del conjunto de la realidad, surgimos nosotros. El Universo, la Tierra y los ecosistemas no necesitan de nosotros para organizarse ni para 0rdenar su majestuosa elegancia y belleza.
Cada ser tiene valor intrínseco, independiente del uso que nosotros hagamos de él. Representa una emergencia de aquella Energía de fondo, como dicen los cosmólogos, o de aquel Abismo generador de todos los seres. Tiene algo que revelar, algo que sólo él puede mostrar. Y nosotros tenemos ahí algo que escuchar, y tenemos que celebrar lo que nos revele.
Nosotros hemos entrado en el proceso de evolución cuando ésta alcanzó un nivel altísimo de complejidad. Entonces, irrumpió la vida, y como subcapítulo de la vida, la vida humana, consciente y libre. Por nosotros el Universo llegó a la conciencia de sí mismo. Y eso ha ocurrido en un minúscula parte del Universo que es la Tierra. Por eso, nosotros somos esa parte de la Tierra que siente, que ama, que piensa, cuida y venera. Somos Tierra que anda, como dice el poeta y cantautor indígena Atahualpa Yupanqui.
Nuestra
misión específica, nuestro lugar en el conjunto de los seres es el de ser
aquellos que pueden ver la grandeza del Universo, escuchar los mensajes que cada
ser proclama, y celebrar la diversidad de los seres y de la vida.
Y
porque somos portadores de sensibilidad y de inteligencia, tenemos una misión
ética : la de cuidar de la creación y ser sus guardianes para que continúe con
vitalidad e integridad y con las condiciones de seguir evolucionando, ya que
está haciéndolo desde hace 4.400 millones de años.
Cabe
pues reconocer y respetar la historia de cada ser de la creación, vivo o inerte.
Existieron antes de nosotros, y durante millones y millones de años atrás, sin
nosotros. Por esta razón, deben ser respetados como respetamos a las personas
más ancianas y las tratamos con respeto y con amor. Todos estos seres tienen
también derecho al presente y al futuro, junto con nosotros.
-Leonardo Boff 28-diciembre-12
-Leonardo Boff 28-diciembre-12
QUINTA SECCIÓN DE "VERSOS POR ESPIGAR"
VALORES Y
ANTIVALORES
Tarea urgente e imprescindible de todos, es la conservación de los Valores
Permanentes dentro de un mundo
globalizado, con un quehacer distinto, y siguiendo el buen camino, [el arte en las resoluciones].
Se entiende por “globalización” a la tendencia de los mercados y de las
empresas a extenderse alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las
fronteras nacionales.
Pues bien, como
respuesta inmediata en nuestro medio,
encontramos la obra Historia General de Trujillo y la región La libertad
[I VOL. del vasto y ambicioso proyecto) que trata de organizar e integrar en un
conjunto el patrimonio cultural amenazado
por la globalización.
Saniel Lozano, integrante del equipo de investigadores, nos dice : “Muchos se preguntarán si el mundo contemporáneo marcha hacia la globalización, a la ruptura de fronteras locales, a la eliminación de los nacionalismos, a la mirada de inserción en el futuro, a los procesos de integración continental y mundial, ¿qué sentido tiene detenerse en el local, aldeano, parroquial y provinciano? ¿Por qué añorar el pasado si el progreso nos proyecta hacia el futuro? En otras palabras : ¿por qué escribir una historia local y regional si lo que necesitamos es conectarnos con el conjunto nacional e internacional?
Saniel Lozano, integrante del equipo de investigadores, nos dice : “Muchos se preguntarán si el mundo contemporáneo marcha hacia la globalización, a la ruptura de fronteras locales, a la eliminación de los nacionalismos, a la mirada de inserción en el futuro, a los procesos de integración continental y mundial, ¿qué sentido tiene detenerse en el local, aldeano, parroquial y provinciano? ¿Por qué añorar el pasado si el progreso nos proyecta hacia el futuro? En otras palabras : ¿por qué escribir una historia local y regional si lo que necesitamos es conectarnos con el conjunto nacional e internacional?
La respuesta a estas interrogantes es que no
podemos ver a la globalización como un fenómeno que simplemente viene de
afuera, de los centros de poder cuyas concepciones, productos e implicancias se
extienden, expanden y nos absorben automática y despersonalizadoramente.
Es verdad que la globalización tiene
connotaciones mundiales y es un fenómeno pluri y multidimensional No se puede
verlo simplemente como expresión de la modernidad y del neoliberalismo. Es un
proceso de creciente expansión, diversificación de mercados y de hegemonización
de la producción bajo un modelo capitalista. En su configuración se integran
factores tan decisivos como la continua producción e innovación tecnológica, la
informática y la cibernética. La magnitud e intensidad de los cambios afecta
inmediatamente los aspectos culturales, económicos, sociales, políticos y
educativos de las naciones y los pueblos, ninguno de los cuales puede darse el
lujo de quedar al margen.
En este largo y complejo proceso necesitamos
conocer, comprender y valorar lo que somos y, especialmente, lo que hemos
recibido de nuestros ancestros como herencias vivas y vivificantes, pues la
historia no es un recuento de hechos pasados y sepultados o producidos y
almacenados. Entonces ella deja de ser un depósito o almacén de verdades, casos
y cosas contadas, guardadas y ancladas en el pasado inerte, para convertirse en
un proceso energético, vivificante y transformador. En esta visión de conjunto, dada la
complejidad, vastedad y heterogeneidad de nuestro país, cada región –como La Libertad- resulta
también diversa y distinta a las demás y tiene su fisonomía y perfil propios.
En el reconocimiento de esta nueva realidad
que vive el mundo, para que el tiempo no pase y nos borre, ni barra y extinga
las creaciones, productos, procesos, acciones, instituciones, proyectos y
legados producidos a través de nuestro acontecer histórico, se requiere organizar
e integrar en un solo conjunto el patrimonio cultural, construido y aportado
por las gentes que aquí nacieron, se afincaron y se relacionaron y lo siguen
haciendo hasta construir un solo conjunto humano, social y cultural con
caracteres propios”.*
Quehacer distinto
Según San Agustín : La verdad habita en el hombre como esperanza y en el
pensamiento como lumbre. Así como el hombre hace camino al andar –si el que
habla es un poeta- el entendimiento –si el que escribe es un filósofo – sólo progresa si discurre desde sí mismo,
dentro de sí mismo, aunque no consigo mismo.
De esta manera contribuye, con “quehacer distinto a su trabajo”, para
anular lo que es un antivalor y establecer, en cambio, el bien estimable de
algunas realidades, en cuanto son positivas y superiores, por la polaridad y
jerarquía de ellas.
Filosofía no es amor a la sabiduría, sino perseverancia en el amor a la sabiduría. En el agustinismo es el hombre el que ennoblece al filósofo. Uno de los méritos del agustinismo es el no dejar paso a la angustia, precisamente por la autenticidad de la inquietud. No se advierte la náusea, la angustia, sino la inquietud, como una saludable melancolía, como una inmortal nostalgia. Mientras la angustia, la náusea nos entrega a la tierra, a la crisis, con la melancolía / la nostalgia nos devuelve a la altura.
Filosofía no es amor a la sabiduría, sino perseverancia en el amor a la sabiduría. En el agustinismo es el hombre el que ennoblece al filósofo. Uno de los méritos del agustinismo es el no dejar paso a la angustia, precisamente por la autenticidad de la inquietud. No se advierte la náusea, la angustia, sino la inquietud, como una saludable melancolía, como una inmortal nostalgia. Mientras la angustia, la náusea nos entrega a la tierra, a la crisis, con la melancolía / la nostalgia nos devuelve a la altura.
Observamos, a la postre, que muchas “realidades” están en crisis :
La justicia, la verdad, la paz, la prudencia,
la templanza, etc.
Historia universal
Nos preguntamos con Förster, en “El buen gobierno de la vida”, libro para
grandes y chicos, ¿por qué la historia, la ciencia, el dominio a la naturaleza
no han servido para obtener el dominio de sí mismo? Es decir, ¿por qué no suprimen,
éstas, las pasiones humanas?
La historia universal no es otra cosa que una eterna carnicería, que
durará hasta el día del juicio.
¿Qué gloria puede haber en poder telefonear desde Berlín a París, o en
devorar las distancias en automóvil, si el hombre sigue asemejándose a las
bestias feroces del desierto?
El ministro de China en Londres dijo en cierta ocasión que, a pesar de
los ferrocarriles y soberbios hoteles, los europeos no se han vuelto mejores
hombres. Según él, las ventajas que todas sus invenciones les daban, se
reducían a poder causar cien veces más daño que los demás pueblos.
Hay muchos hombres que darían
cualquier cosa para conseguir ser dueños de sí mismos, pero lo malo es que no
saben lo que deben hacer. Nadie se ocupa ni se ha parado a pensar en la manera
de tratar al hombre, para que no haga explosión, ni en la vigilancia que debe
tener sobre sí mismo para no perder el equilibrio, ni en las señales que le
anuncian que está a punto de perderlo.
Contamos hoy en día con una ciencia vastísima, que enseña a producir y conservar la energía eléctrica y
transformarla en trabajo; pero apenas si se conoce la ciencia que enseña el modo con
que deben tratarse las fuerzas instintivas del
hombre, cómo se producen y crecen y cómo deben acumularse y emplearse
para hacerle progresar, en vez de ser fuentes de daño para sí y para los demás.
¿Es posible que no se llegue nunca a inventar un pararrayos humano, ni a
conocer exactamente lo que en el corazón del hombre sucede, para guiar
sabiamente sus fuerzas?
Se hacen ahora grandes estudios para descubrir el modo de desenvolver las inmensas fuerzas de la
dinamita, para que no exploten de una vez, sino gradualmente, por manera que su
fuerza de propulsión pueda sustituir al vapor; pero nadie cree que valga la
pena de devanarse los sesos buscando el medio para emplear y guiar la
poderosísima fuerza que encierran la voluntad y las pasiones del hombre, para
que no se pierda en locas explosiones, sino que produzca un trabajo útil, bajo
la guía de la razón, que sirva para la vida del espíritu.
Por extraño que
parezca, se aprende en la escuela qué cuerpos forman entre sí otros compuestos
y cuáles no los forman, y los efectos
que producen los ácidos sobre los metales; pero no se nos dice una
palabra sobre el modo de tratar a los hombres, y la conducta que debe seguirse,
según las ocasiones; y eso que es lo más importante de la vida, y contribuye
mucho más a la cultura, que las ciencias naturales. Todos debemos preguntarnos siempre :
“¿Qué efectos producen en mí los
malos tratamientos y las palabras ofensivas que debo tragar? ¿Acaso me vuelven
más condescendiente y sumiso?”
Bien sabemos que no basta conocer el buen camino, sino que es necesario
seguirlo. Lo mismo debe decirse de las buenas maneras : no basta tan sólo saber el modo con que los hombres
influyen los unos sobre los otros, los obstáculos que nos salen al paso, y lo
que nos estimula, así como también los síntomas de la brutalidad, que hay
todavía en nosotros; sino que debemos adquirir, con el constante ejercicio, la
costumbre de reprimir los instintos rebeldes y el arte de poner en práctica las
resoluciones tomadas. (A.P.C.)
-------
* Párrafo tomado del Diario “La Industria ”, Saniel Lozano A. (Set-2012)
martes, 25 de diciembre de 2012
domingo, 23 de diciembre de 2012
NAVIDAD : Actualidad del PUER AETERNUS, el ETERNO NIÑO / Leonardo BOFF
LA NAVIDAD es siempre oportunidad de volver al cristianismo originario. En primer lugar, existe el mensaje de Jesús : la experiencia de Dios como Padre con características de madre, el amor incondicional, la misericordia y la entrega radical a un sueño : el del Reino de Dios. En segundo lugar, existe el movimiento de Jesús: de aquellos que, sin adherirse a alguna confesión o dogma, se dejan fascinar por su saga generosa y radicalmente humana y lo tiene como una referencia de valor. En tercer lugar, están las teologías sobre Jesús, contenidas ya en los evangelios, escritos 40-50 años después de su ejecución en la cruz. Las comunidades subyacentes a cada uno de los evangelios elaboraron sus interpretaciones sobre la vida de Jesús, su práctica, su conflicto con las autoridades, su experiencia de Dios y sobre el significado de su muerte y resurrección. Sin embargo, cubren su figura con tantas doctrinas que resulta difícil saber quién fue realmente el Jesús histórico que vivió entre nosotros. Por último, existen las Iglesias que intentan llevar adelante el legado de Jesús, una de ellas, la católica, que reivindica ser la única verdadera guardiana de su mensaje y la intérprete exclusiva de su significado. Tal pretensión hace prácticamente imposible el diálogo ecuménico y la unidad de las Iglesias a no ser mediante la conversión.
Hoy tendemos a decir que ninguna Iglesia puede apropiarse de Jesús. Él pertenece a la humanidad y representa un don que Dios ofreció a todos, de todos los rincones de la Tierra.
Tomando como referencia a la Iglesia Católica, notamos que, en su milenaria historia, dos tendencias, entre otras menores, alcanzaron gran desarrollo. La primera se funda mucho en la culpa, en el pecado y en la penitencia. Sobre tales realidades planea el espectro del infierno, del purgatorio y del miedo.
Efectivamente, podemos decir, que el miedo fue uno de los factores fundamentales en la penetración del cristianismo, como lo mostró J. Delumeau en su clásico El miedo en Occidente (1989). El método en tiempo de Carlomagno era: conviértete o serás por el filo de la espada. Leyendo los primeros catecismos hechos en América Latina como el primero de Fray Pedro de Córdoba Doctrina Cristiana (1510-1544), se ve claramente esta tendencia. comienza con la descripción idílica del cielo y después la terrorífica del infierno "donde todos están todos vuestros antepasados, padres, madres, abuelos y parientes... y adonde iréis todos vosotros si no os convertís". Hoy día todavía hay sectores de la Iglesia que manejan estas categorías del miedo y del infierno.
Otra tendencia, más contemporánea, y pienso que más próxima a Jesús, pone el énfasis en la compasión y el amor, en la justicia original y en el fin bueno de la creación. Entiende que la historia de la salvación se da dentro de la historia humana y no como una alternativa a ella. De ahí surge un perfil de cristianismo más jovial, en diálogo con las otras culturas y con los valores modernos.
La fiesta de Navidad se liga a esta última tendencia del cristianismo. Lo que se celebra es un Dios-niño, que está llorando entre la vaca y el buey, y que no mete miedo ni juzga a nadie. Es bueno que los cristianos vuelvan a esta figura. Arquetípicamente representa al puer aeternus : el eterno niño que, en el fondo, nunca dejamos de ser.
Una de las mejores discípulas de C. G. Jung, Marie -Louise von Franz, analizó en detalle este arquetipo en su libro Puer Aeternus (Paulinas 1992). Posee cierta ambigüedad. Si ponemos el niño detrás de nosotros, desencadena energías regresivas de nostalgia de un mundo que ya pasó y que no fue totalmente superado e integrado. Continuamos siendo infantiles.
Pero si colocamos el niño eterno delante de nosotros entonces suscita en nosotros renovación de vida, inocencia, nuevas posibilidades de acción que corren en dirección al futuro.
Estos son, pues, los sentimientos que queremos alimentar en esta Navidad en medio de una situación sombría para la Tierra y para la humanidad. Sentimientos de que todavía tenemos futuro y de que podemos salvarnos porque la Estrella es magnánima y el puer es eterno y porque él se encarnó en este mundo y no permitirá que se hunda totalmente. En él se manifestó la humanidad y la jovialidad del Dios de todos los pueblos. Todo lo demás es vanidad.
-Leonardo BOFF / 23-DICIEMBRE-12.
Hoy tendemos a decir que ninguna Iglesia puede apropiarse de Jesús. Él pertenece a la humanidad y representa un don que Dios ofreció a todos, de todos los rincones de la Tierra.
Tomando como referencia a la Iglesia Católica, notamos que, en su milenaria historia, dos tendencias, entre otras menores, alcanzaron gran desarrollo. La primera se funda mucho en la culpa, en el pecado y en la penitencia. Sobre tales realidades planea el espectro del infierno, del purgatorio y del miedo.
Efectivamente, podemos decir, que el miedo fue uno de los factores fundamentales en la penetración del cristianismo, como lo mostró J. Delumeau en su clásico El miedo en Occidente (1989). El método en tiempo de Carlomagno era: conviértete o serás por el filo de la espada. Leyendo los primeros catecismos hechos en América Latina como el primero de Fray Pedro de Córdoba Doctrina Cristiana (1510-1544), se ve claramente esta tendencia. comienza con la descripción idílica del cielo y después la terrorífica del infierno "donde todos están todos vuestros antepasados, padres, madres, abuelos y parientes... y adonde iréis todos vosotros si no os convertís". Hoy día todavía hay sectores de la Iglesia que manejan estas categorías del miedo y del infierno.
Otra tendencia, más contemporánea, y pienso que más próxima a Jesús, pone el énfasis en la compasión y el amor, en la justicia original y en el fin bueno de la creación. Entiende que la historia de la salvación se da dentro de la historia humana y no como una alternativa a ella. De ahí surge un perfil de cristianismo más jovial, en diálogo con las otras culturas y con los valores modernos.
La fiesta de Navidad se liga a esta última tendencia del cristianismo. Lo que se celebra es un Dios-niño, que está llorando entre la vaca y el buey, y que no mete miedo ni juzga a nadie. Es bueno que los cristianos vuelvan a esta figura. Arquetípicamente representa al puer aeternus : el eterno niño que, en el fondo, nunca dejamos de ser.
Una de las mejores discípulas de C. G. Jung, Marie -Louise von Franz, analizó en detalle este arquetipo en su libro Puer Aeternus (Paulinas 1992). Posee cierta ambigüedad. Si ponemos el niño detrás de nosotros, desencadena energías regresivas de nostalgia de un mundo que ya pasó y que no fue totalmente superado e integrado. Continuamos siendo infantiles.
Pero si colocamos el niño eterno delante de nosotros entonces suscita en nosotros renovación de vida, inocencia, nuevas posibilidades de acción que corren en dirección al futuro.
Estos son, pues, los sentimientos que queremos alimentar en esta Navidad en medio de una situación sombría para la Tierra y para la humanidad. Sentimientos de que todavía tenemos futuro y de que podemos salvarnos porque la Estrella es magnánima y el puer es eterno y porque él se encarnó en este mundo y no permitirá que se hunda totalmente. En él se manifestó la humanidad y la jovialidad del Dios de todos los pueblos. Todo lo demás es vanidad.
-Leonardo BOFF / 23-DICIEMBRE-12.
sábado, 22 de diciembre de 2012
DOMINGO 30, DÍA FESTIVO por...
SEÑOR, por
tu amor misericordioso,
no cargues sobre nosotros
nuestros pecados,
perdona lo pasado
y danos gracia para
enmendar nuestra vida:
apártanos del pecado
e inclínanos a la virtud,
para que podamos caminar
con corazón perfecto
en tu presencia,
ahora y siempre.
-Cristianismo, Oraciones del obispo Nicholas RIDLEY
TEMAS DE REFLEXIÓN...
PARECE característica de toda magna obra que sus creadores lleven velo de imprecisión. A Einstein solía considerársele un hombre distraído, poco práctico. Muchos científicos aún lo consideran así. No obstante, en realidad los cálculos de este sabio alcanzaron un grado tal de precisión y exactitud de pensamiento que no pueden lograr quienes lo acusaban de ser poco práctico. La mujer con quien deseaba casarse Mozart dijo después de la muerte del músico que lo había rechazado por creerlo atolondrado y por pensar que nunca haría nada valioso. El poeta Wordswort tenía razón al opinar de Newton : “El índice de su mente navega solo por extraños mares del pensamiento”. El hombre que navega por mares extraños necesariamente tiene que sentirse poco seguro de sí mismo. Deberíamos desconfiar del que irradia aplomo y pretende saberlo todo ; del que siempre está “al día”. En un futuro no lejano, la máquina computadora imitará a la perfección la conducta de este engreído”.
- Fred Hoyle.
LOS SOCIÓLOGOS y antropólogos urbanistas estudian actualmente las diferencias socio-económicas y culturales observando lo que la gente más desea del ambiente y las prioridades de las personas en los distintos niveles de ingresos. Yo pienso que la mayoría de los norteamericanos ( y de los europeos) desean lo mismo : tener una casa en las afueras de una gran ciudad, aunque la quisieran en el campo y a cinco minutos de las comodidades urbanas.
-Herbert Gans.
SI LOS ancianos se han convertido en un “problema”, esto se debe a que estamos ayudando a más gente a llegar a una edad avanzada… pero no hemos hecho gran cosa para hacer que esos años de más valgan la pena de ser vividos.
-M.V.
INVENTOR POLIFACÉTICO / BELL / Por Paul FRIGGENS
ALEXANDER GRAHAM BELL concibió la idea de una máquina tan fantástica
que años después uniría al mundo.
El 25 de junio de 1876 era domingo. En Filadelfia hacía un
calor bochornoso y los sudorosos jueces acababan de examinar el “último”
artefacto de los presentados aquel día en la Exposición del
Centenario. Ya se disponían a salir del tórrido vestíbulo cuando se presentó
ante ellos una figura imponente: un joven alto, esbelto, de revuelta cabellera
negra, patillas oscuras y bigote de guías colgantes, quien exhibía unos
aparatos científicos en la
Exposición.
Uno de los jueces,
el emperador Pedro II de Brasil, reconoció inmediatamente al joven, cuyo
trabajo de profesor había presenciado
una vez en una escuela de sordomudos de Boston, así que pidió a los cansados
jueces que examinaran una más de las muestras : una especie de telégrafo capaz
de trasmitir la voz humana a un receptor que era una “caja de hierro”
cilíndrica y tosca ; en el extremo de la gran sala, a unos 150 metros , estaba
instalada la cabina de trasmisión. El inventor explicó con entusiasmo el
funcionamiento de su aparato, y se apresuró a enviar su voz a través del
alambre. “Ser o no ser”, comenzó a recitar desde la cabina, y el sonido fue
saliendo del cilindro ante los asombrados jueces, que se agolparon a escuchar
el monólogo de Hamlet. “¡Dios mío,
esto habla!” exclamó el emperador don Pedro.
Si los jueces no se
hubieran detenido a examinar esa muestra aquel día, el inventor, desalentado,
habría vuelto a sus clases para sordomudos y con ello habría perdido la mayor
oportunidad de su vida. Pero la
Exposición del Centenario no sólo le otorgó la medalla de oro
por el teléfono, sino que dio a conocer al mundo uno de los inventores más
prodigiosos de los siglos XIX y XX : el incomparable Alexander Graham Bell,
maestro de sordomudos, especialista en fonética, filántropo y fomentador del
progreso humano en muchos campos.
El “telégrafo armónico”. ¿Qué impulsó a
este genio, que concibió la idea del teléfono en Canadá hace cien años? Bell
nació el 3 de marzo de 1847 en Edimburgo (Escocia), donde su padre y su abuelo
figuraron entre los primeros fonetistas. La familia emigró a Canadá en 1870
para establecerse cerca de Brantford (Ontario). Poco tiempo después Alexander
se mudó a Boston, y en esta ciudad se dedicó a dar clases especiales a los
sordomudos.
Bell pudo al mismo
tiempo reanudar sus estudios de telegrafía, estimulado por la Compañía Wester Union
Telegraph, que prometía una fortuna a quien
lograra trasmitir seis u ocho mensajes simultáneamente por el mismo
cable eléctrico. El joven maestro, que también cultivaba la música, tuvo una
idea muy sencilla: así como las cuerdas del piano producen notas muy diversas
cuando son golpeadas, también debía ser posible enviar distintas ondas sonoras
o vibraciones eléctricas por un alambre y, en el otro extremo, volver a
convertir esas vibraciones en los sonidos originales. Trabajando febrilmente
hasta altas horas de la noche en el desván de la casa de huéspedes donde se alojaba,
probaba con varios diapasones que hacía vibrar con impulsos eléctricos, y cada
uno de esos diapasones enviaba un mensaje diferente según el tono o altura del
sonido que emitiera. Pero su “telégrafo armónico” resultó muy costoso, y poco
después el inventor se encontró en apuros.
Muy impresionado
por aquel joven visionario que daba clases a su hijo sordomudo de cinco años
durante el día y se dedicaba a hacer experimentos por las noches, Thomas
Sanders, peletero muy rico que vivía cerca de Boston, se ofreció a financiar el
equipo necesario junto con Gardiner Hubbard, abogado bostoniano cuya hija Mabel
se había quedado sorda a los cuatro años de edad de resultas de la escarlatina.
Aunque se resistía a aceptar la ayuda gratuita, Bell convino por último en
fundar una sociedad que se convirtió después en la Asociación de Patentes
Bell y, por último, en el enorme Sistema Bell.
Un sueño persistente. Prosiguiendo sus
estudios, hizo experimentos con un tímpano humano extraído a un cadáver;
concluyó que las ondas sonoras hacían vibrar la pequeña membrana del tímpano, y
que los nervios recogían estas vibraciones para trasmitirlas velozmente al
cerebro. Se le ocurrió entones que, de manera análoga, podía pasar una
corriente a través de una membrana o diafragma, para que ésta funcionara como
el oído humano y “telegrafiara el sonido”. Durante unas vacaciones pasadas en
Ontario, comentó entusiasmado sus ideas con su padre, Melville. Al cabo de los
años Alexander recordaría que aquella idea genial, embrión del teléfono, “fue
concebida en Brantford en el verano de 1874” .
Pero el teléfono
propiamente dicho no apareció hasta dos años después. Los que respaldaban al
inventor no consideraban práctico arriesgar dinero en aquel juguete, pues
creían que lo verdaderamente lucrativo era el telégrafo armónico. Bell
complació temporalmente a sus socios, tanto por gratitud a ellos como por
haberse enamorado de Mabel, la encantadora hija de Hubbard, que por entonces
había cumplido ya 16 años.
Pero seguía soñando
con el teléfono, y en la primavera de 1875 confió a Thomas Watson, su joven
ayudante mecánico, la idea de imitar el témpano. Poco después, mientras Watson
y él trabajaban en el telégrafo armónico, en el reducido y asfixiante taller
del desván, descubrieron algo : Watson unió un diminuto diafragma magnético a un
tímpano que vibraba por la acción de un electroimán, y estaba apretando y
afinando sus lengüetas cuando de pronto una de ellas se quedó pegada. Al
separarla vibró con un sonido seco que Bell percibió débilmente desde la
habitación contigua con el audífono que tenía aplicado al oído. “Watson, ¿qué
ha hecho usted?” le gritó el inventor. Y plantándose en la puerta, el ordenó:
“No toque nada. Déjeme ver qué ha pasado ahí”.
Aquel sonido
accidental fue, en efecto, el primer mensaje telefónico. La lengüeta
“estropeada” vibraba produciendo ondas sonoras, tal como el diafragma del
tímpano, y así verificaron casualmente la hipótesis de Bell. Tras varias
pruebas para comprobar el descubrimiento, los dos hombres siguieron trabajando
toda la noche, abortos, para construir el rudimentario primer teléfono de la
historia.
“¿Para qué sirve eso?” En febrero de
1876 el joven inventor presentó una solicitud para patentar el teléfono, y el 7
de marzo obtuvo la patente número 174, 465, que es una de las más valiosas en
los anales de las invenciones. Pero resulta inconcebible que Bell haya
presentado su solicitud tres horas antes que otra persona, igualmente soñadora,
Elisha Gray, que también exhibió un proyecto para construir algo muy semejante.
Tres días después
ocurrió otro incidente insólito: su trasmisor experimental se convirtió en el
portador de la primera frase inteligible de la historia del teléfono, entre el
dormitorio de Graham Bell y el laboratorio del desván. El inventor, al derramar
sobre el traje el ácido de una pila, gritó:
-¡Señor Watson, venga; quiero verlo! –e inmediatamente
después, cambiando de lugar en la línea, que sólo funcionaba en un sentido, el
ayudante preguntó:
-Doctor Bell, ¿entiende usted lo que digo?
Por extraño que
parezca, hace un siglo muy pocas personas creían en el futuro teléfono. “¿Qué
utilidad tendrá tal invento?” preguntaba un diario. “Los teléfonos dejarán sin
trabajo a los mensajeros, y, si eso sucede, ¿qué harán las madres viudas
indigentes?” comentaba el editorial de otro diario. Por si fuera poco, la
reciente invención no conseguía atraer el capital indispensable para
explotarla. Los amigos que respaldaban económicamente a Bell habían llegado al
límite de sus recursos. Sanders ya había invertido más de 100.000 dólares, y
Hubbard, descorazonado, propuso que vendieran la patente, en esa cantidad, a la
poderosa Western Union. Pero a aquella gran compañía no le interesaba, ni
remotamente, el “juguete eléctrico”, lo cual la llevó a cometer uno de los más
crasos errores mercantiles de que se tenga noticia.
En los dos años
siguientes se dieron grandes pasos, aunque esporádicos, en las comunicaciones
telefónicas. En agosto de 1876 se hizo la primera llamada de larga distancia
entre Brandford y París, ciudad de la provincia de Ontario. El siguiente mes de
julio se constituyó la Bell Telephone
Company, que contaba ya con más de 700 teléfonos en operación, y en enero de
1878 se inauguró la primera central telefónica comercial en New Haven (Connecticut)
con ocho líneas que daban servicio a 21 abonados.
Las batallas jurídicas. Los primeros
teléfonos se alquilaban “sólo a personas refinadas y de buena familia”.
Aquellos toscos aparatos pesaban alrededor de cuatro kilos y medio, y era
preciso llevar el instrumento a la boca para hablar, y pasarlo rápidamente al
oído para escuchar. El primer anuncio publicitario del teléfono ofrecía
servicios para “trasmitir la voz articulada mediante instrumentos se parados
hasta un máximo de 32
kilómetros ”. El costo era de 20 dólares cada anuales por
dos teléfonos intercomunicados “para conversaciones sociales”, y de 40 por un
par de los destinados a las transacciones comerciales.
El 11 de julio de
1877 Bell se casó con Mabel Hubbard y, después de pasar una larga luna de miel
en Inglaterra, regresaron a Norteamérica, donde inmediatamente se vieron
sumidos en una de las batallas legales más largas y costosas de la historia de
los Estados Unidos. El genial inventor y sus patrocinadores de Boston se
hallaban metidos hasta el cuello en unos 600 litigios complejísimos, comenzando
por las reclamaciones de la Western Union ,
que había adquirido la patente de Elisha Gray y había establecido un servicio
telefónico en competencia con el de Bell.
Las apelaciones llegaron hasta la Corte Suprema de los
Estados Unidos, que falló a favor de Bell. Una vez que vio debidamente
protegidas sus valiosísimas patentes, convino magnánimamente en conceder a la Western Union un 20 por ciento de participación en los
ingresos por concepto de alquiler y regalías durante 17 años. A pesar de todo,
el inventor y sus socios, incluso el fiel Watson, obtuvieron pingües ganancias.
El día de la victoria final en los tribunales las acciones de la Bell se cotizaron a 995
dólares cada una.
Enriquecido a los
treinta y tantos años de edad, Bell se propuso el resto de su vida combatir los
efectos perniciosos que hubieran podido tener su temprana riqueza y su fama, y
lo cubrió sobradamente. Obtuvo la ciudadanía norteamericana y, como detestaba
el calor de Washington, pasó el verano de 1885 descansando en la maravillosa
isla de Cabo Bretón. Al año siguiente volvió allí y compró una propiedad en una
península boscosa cerca de Baddeck (Nueva Escocia), donde edificó
posteriormente una enorme mansión: Beinn Bhreagh, que en gaélico quiere decir
Montaña Hermosa. Construyó también un laboratorio en las inmediaciones y,
acompañado por un grupo muy hábil de investigadores, se lanzó a hacer
experimentos en muchos campos científicos.
El maestro de los sordomudos. El Museo
Alexander Graham Bell, situado en Baddeck, alberga en la actualidad una
colección valiosísima de croquis, notas y maquetas del inventor. Al entrar en
el vestíbulo leemos las ideas fundamentales de Bell: “El inventor es el hombre
que observa el mundo circundante y no se siente satisfecho con lo que ve. Desea
mejorar todo lo que encuentra para beneficiar al mundo ; cuando lo persigue una
idea, el espíritu de la invención se apodera de él y no lo deja, a partir de
entonces, hasta que se convierte en realidad”.
Poseído de tales
ideas, Bell siguió trabajando en Baddeck e inventó una especie de corsé de
vacío (precursor del pulmón de acero), la construcción tetraédrica (que se
utiliza mucho actualmente en arquitectura), un “volante alado” de tres aspas
(antecesor del rotor de los helicópteros), el cilindro gramofónico de cera y
una sonda quirúrgica. Propuso también un sistema para localizar los icebergs mediante la detección de ecos
(el sonar), hizo un modelo primitivo de snorkel
o tubo respiradero para buzos y diseñó una embarcación de tipo hidrofoil (de desplazamiento sobre un
cojín de aire entre la quilla y la superficie del agua) que estableció la marca
mundial de velocidad de 114,04 kilómetros por hora.
Fue también uno de
los pioneros de la aviación; en 1907 organizó la Asociación para los
Experimentos Aéreos, que construyó cuatro aviones de ensayo. La tarde del 23 de
febrero de 1909 fue remolcado sobre el hielo de la bahía de Baddeck un
primitivo aparato aéreo, el Silver Dart,
que ante la mirada emocionada de Alexander Graham Bell y de sus conciudadanos
despegó y voló unos 800
metros . Aquel fue el primer vuelo con motor del Canadá y
del Imperio Británico.
Aunque ya era un
inventor de fama mundial, no menguó su interés por los inválidos. “Soy profesor
de sordomudos”, declaraba siempre que le preguntaban su profesión, a la cual
dio enormes aportaciones. Por ejemplo, la idea de que los niños sordomudos
podían aprender a hablar era radicalmente revolucionaria en Norteamérica hace
un siglo. Los sordomudos estaban marginados; se solía enviar a los niños
aquejados de esta enfermedad a instituciones donde sólo aprendían el lenguaje
manual. Pero Bell, campeón de los nuevos métodos “orales”, logró enseñarles a
hablar, esto es, a comunicarse y a alegrar su existencia. Fundó y patrocinó
económicamente lo que es ahora la Asociación Alexander
Graham Bell para los Sordomudos, centro mundial de información sobre la
materia, y emprendió investigaciones sobre el carácter hereditario de la
sordera. Fue el decidido apoyo y el inspirador de su esposa, Mabel, quien logró
sobreponerse de tal modo a su incapacidad que su sordera pasaba inadvertida a
las personas que no estaban en el secreto.
En la casa de la montaña. Los últimos
años del genio fueron tan fructíferos como su mocedad “Perseguido por una
idea”, todavía trabajaba en ella con entusiasmo incesante. Centenares de
aspirantes a inventores le escribían pidiéndole consejo. “Un descubrimiento
conduce a otro”, les contestaba para estimularlos. “Todos los hallazgos realmente
importantes son fruto del pensamiento”.
En el invierno de 1921 a 1922 Bell y su esposa
hicieron un crucero por el Caribe, del que “gozaron como nunca”. Pero al
regresar a su hogar, el inventor, que ya tenía 75 años y desde hacía varios
padecía diabetes, se debilitó mucho. A fines de julio casi no abandonaba la
cama que se le instaló en el porche-dormitorio, desde donde se divisaba la
“Montaña Hermosa”, y allí siguió dictando notas y cartas hasta el fin. Aunque
permanecía semiconsciente, su debilidad fue acentuándose hasta las de 2 de la
madrugada del 2 de agosto de 1922, cuando falleció mientras Mabel le sostenía
cariñosamente la mano a la luz de una lámpara.
Lo enterraron en
Beinn Bhreagh y durante los funerales el servicio telefónico se suspendió un
minuto en la enorme red del sistema Bell de Norteamérica. Los homenajes
póstumos llegaron a granel de todo el mundo, pero entre ellos el más señalado y
certero es el epitafio que le dedicó Tomás Edison, viejo amigo del inventor :
“Alexander Graham Bell venció al tiempo y al espacio, y unió estrechamente a la
familia humana”.
LOS GRANDES MAESTROS DEL JAAZ / THELONIUS MONK
THELONIUS MONK “El gran sacerdote”
A partir de los años 40-50 surge uno de los principales
músicos y maestros del Jazz. Pianista y, sobre todo, compositor, fue un genio
solitario e incomprendido, en muchos casos, por sus compañeros, aunque nunca
por el público. Siempre a caballo entre el be-bop y el Jazz moderno, supo
realizar su propio camino con disonancias y juegos rítmicos, creando con ello
un estilo realmente personal.
Thelonius Sphere Monk
nació en Rocky Mount (Carolina del Norte) el 10 de octubre de 1917 y, aún en su infancia, se inició en el
piano de forma autodidacta, de modo que, contando tan sólo con once años y
recién trasladada su residencia familiar a Nueva York, comienza a estudiar con
los grandes maestros d la época –Fast Waller, James P. Johnson -.
En 1940 conoció al batería Kenny Clake, gracias al cual
formó parte de la orquesta Club Minton´s de Harlem durante 3 años, participando
en numerosas jam-sessions junto a los músicos más sobresalientes del momento :
Dizzy Gillespie, Charlie Parker, Charlie Christian…; ahí es donde empezó a
surgir ese nuevo estilo llamado “be-bop”.
146 le trajo su entrada en la
Big Band de Gillespie y posteriormente, ya
en solitario, la formación de su propio grupo, que realizó sus primeras
grabaciones bajo el sello “Blue Note”. Pero cuando las cosas parecían no poder
ir mejor, fue detenido y condenado por posesión de estupefacientes junto al
pianista Bud Powel, reteniéndole durante seis años la licencia para tocar en
los clubes de Nueva York
Superado este negro episodio vuelve, en 1957, a la citada ciudad y
comienza una etapa inolvidable tocando junto a genios de leyenda con John
Coltrane, Johnny Griffin y Gerry Mulligan, aunque con quien encontró una complicidad especial fue Charlie
Rouse. Su época dorada continuó repleta de festivales, conciertos y giras por
Japón y Europa hasta que, en 1972, totalmente por sorpresa y sin ningún tipo de
explicación, se retiró de los escenarios para siempre. El creador de uno de los temas más bellos de la historia
del Jazz, “Round About Midnight”, muere
el 17 de febrero de 1982 en casa de su gran amiga, la baronesa Nica de
Koenigswarte.
AUDIOCLÁSICA.
SIN TEMOR A LA MUERTE / Por Paul-Heinz KOESTERS
LA NADA puede ser una idea aterradora para el occidental.
No obstante,
ciertos estudios demuestran que la mayoría de los seres humanos afrontan con
serenidad su hora postrera.
“Mi fin se
aproxima”, musitó en sus últimos momentos un hombre de 34 años de edad enfermo
de cáncer. Y cuando su médico le preguntó si temía a la muerte, respondió :
“Tal vez le parezca extraño, pero no siento miedo. ¿ Por qué ? No lo sé.
“Por favor, doctor,
suspenda el tratamiento”, suplicó un anciano de 72 años. “Déjeme morir. Estoy
satisfecho de la vida, y la muerte no me infunde terror”.
“Sé que pronto voy
a morir”, dijo serenamente a su médico una mujer de 64 años ; “gracias por todo
lo que se hizo para curarme”.
El profesor Arthur
Jores, de Hamburgo, está convencido de que la mayoría de las personas
presienten su fin, criterio que comparte con él la siquiatra norteamericana
Elisabeth Kübler-Ross, que entrevistó en Chicago a más de 200 moribundos cuando
les quedaban unas semanas o unos meses de vida. En general, la doctora
Küber-Ross observó que los enfermos desahuciados pasan por cinco etapas :
- Huyen de la realidad. Se niegan a aceptar el diagnóstico del médico o afirman, por ejemplo, que hubo confusión de pruebas o radiografías con las de algún otro paciente del hospital.
- Se enfadan. El enfermo se pregunta desesperado : “¿ Por qué me ha tocado a mí? ¿ Por qué no a Fulano, que tiene ya 80 años ?”
- Tratan de entrar en componendas con Dios para que les conceda una prórroga : “Si me das otro año de vida, socorreré a los pobres”.
- Se sienten deprimidos. A la ira sucede la tristeza.
- Por último, se resignan. Han dejado de luchar ; logran adaptarse a la certeza de su fin cercano.
Parece que en esta última etapa la inminencia del trance ya no es
aterradora, y casi todos lo aguardan con dignidad. El Dr. Lothar Witzel, de la Clínica Médica de la Universidad de Berna,
considera que el temor a la muerte mengua al paso de las fuerzas. En la Universidad de
Erlangen interrogó a 110 pacientes con sólo 24 horas de vida por delante. “El
moribundo pierde interés por su propio destino”, declara “Rara vez tiene
conciencia de su agonía”.
En el grupo que estudió este médico (formado por personas con edades de 24 a 86 años) 27 enfermos
declararon espontáneamente que se iban a morir. Hubo 29 que respondieron a la
pregunta de cómo se sentían : “Creo que mi fin está cerca”. Dos preguntaron por
el futuro curso de su enfermedad, y nueve (menos del ocho por ciento) se
quejaron de dolores.
Sólo dos de los 110 se lamentaron de su suerte ; ambos confesaron que la
muerte les inspiraba temor. Los demás enfermos la afrontaron serenos o
indiferentes.
Hoy muchos médicos concuerdan con la idea de Witzel, de la muerte sin
temor, y él mismo afirma que los moribundos se muestran con frecuencia serenos
en sus horas finales. Sus movimientos son menos tensos, y las palabras “Esto es
el fin” no trascienden angustia.
Entonces, ¿cuál es la causa de que la sociedad occidental, en su mayor
parte, evite hasta pensar en el tránsito final?
“La muerte ha llegado a ser algo obsceno”, afirma el antropólogo social
inglés Geofrey Gorer ; “un tabú, como años era hablar de la sexualidad”. Según
el filósofo Ernest Bloch, al rehusarnos a escuchar o a mencionar cuanto se
relacione con la muerte, tratamos de mitigar el temor que nos inspira.
Desde luego, esto no se aplica a todas las culturas. En Rusia, por
ejemplo, la gente se interesa por la muerte durante toda su existencia. “Se
consideran huéspedes en la tierra”, observa Gottfried Benn, poeta y médico,
“por lo cual les resulta más fácil dejarla”.
En occidente, en cambio, hemos convertido en fetiches la actividad y el
éxito. Ha surgido una generación de hombres y mujeres para quienes el mundo es
propiedad personal y que piensan, ante el inmenso progreso de la técnica (desde
la exploración de la Luna
hasta el trasplante de corazones), que el hombre es sobrehumano. Pero la muerte
desmiente esa idea.
La reacción que provoca este hecho inevitable es de impotencia : el
hombre borra de su conciencia a la muerte. Tratamos a los que van a morir como
si fueran un peligro para la sociedad, como traidores a la raza de los hombres.
Hasta el arte refuerza el concepto de que la muerte es temible. Los
artistas la han representado con un gesto de crueldad. La describen, la
esculpen y la pintan como un brutal estrangulador, crujiente esqueleto armado
de su guadaña y su hoz o traicionero flautista que nos atrae con engaños. Son
muy pocos los ejemplos en que el arte nos la muestra como amiga y hermana.
Aunque según Karl Jaspers, “Nadie puede librar al hombre del horror a la
nada”, los filósofos han intentado una y otra vez extirpar el aguijón de la
agonía y la muerte. Schopenhauer dudaba de que el ser humano estuviera
realmente convencido de lo inevitable de su fin. Simone de Beauvoir comenta
que, para una persona saludable, la muerte carece de significado. “En el
pensamiento, la muerte no está ni lejos ni cerca”, escribió. “Es verdad que el
anciano sabe que puede morir pronto y, sin embargo, esta palabra es tan vaga a
los 70 como a los 80 años de edad”.
Consuela saber que virtualmente casi toda la gente da el paso de la
existencia a la inexistencia sin terror, llegada la hora. Pero nos aflige que
el moribundo esté completamente solo en este trance.
“Todos conocemos al paciente que se acerca a su fin”, dice el Dr.
Richard VanderBergh, siquiatra norteamericano, “y lo han trasladado al último
rincón de la sala”. A los vivos les
repugnan tales espectáculos. Los médicos de los hospitales saben que los
parientes y amigos se abstienen cada vez más de visitar al agonizante en sus
últimos momentos. Muchos adultos jamás han visto un muerto cara a cara.
Incluso los facultativos se sienten a veces abrumados por la impotencia
cuando los llaman para dar asistencia sicológica al enfermo en agonía. El
sicólogo de cierto hospital comenta que muchos médicos evitan conversar con el
desahuciado, pues les podría plantear problemas que ni siquiera ellos serían
capaces de resolver.
También las enfermeras, en general, se alejan subconscientemente de los
moribundos. En un estudio extraoficial, Lawrence Le Shan, sicólogo de un
hospital neoyorquino, midió con un cronómetro la rapidez con que las enfermeras
respondían a las llamadas de los pacientes. He aquí los resultados : Estos
“ángeles de bondad” acuden más rápido y espontáneamente en ayuda del paciente
menos grave que a la cabecera de un desahuciado.
Alexander Mitscherlich, sicólogo y médico, opina : “Hace ya mucho tiempo
que el galeno de mentalidad científica perdió de vista su obligación de guiar
al doliente hacia la muerte”. Y afirma que debe aprender la manera de ayudarlo
eficazmente en el trance final.
Hasta
la fecha, es en Inglaterra donde se ayuda mejor a los moribundos. Hay allí 25
casas y hospitales dedicados a atender enfermos incurables. En el Asilo de San
Cristóbal, el más conocido, se cuenta con numeroso personal especializado, y
cada paciente recibe asistencia equivalente a la que le dispensaría una
enfermera de tiempo completo. Todos los empleados de la institución han
aprendido a ayudar a los familiares a aceptar el inminente fallecimiento y
también los preparan para que sepan cómo tratar al pariente moribundo. En San
Cristóbal no hay un horario fijo de visitas ; los amigos y parientes pueden
acompañar al enfermo (en su habitación, en algún salón o en el jardín) de las 8 a las 20 horas, o permanecer
con él toda la noche si está muy grave.
En este asilo no se recurre a tratamientos intensivos o heroicos para
prolongar la vida del enfermo desahuciado, aunque se hace lo posible para
evitarle los sufrimientos. No cuentan con un aparato de resucitación, pues,
según su director médico, el Dr. Cicely Saunders, dice : “Nos proponemos superar el aislamiento en que
nuestra sociedad tiene a la muerte, mitigar el dolor y ayudar al moribundo a
conservar la dignidad hasta el momento final”.
-Paul-Heinz KOESTERS
CUARTA SECCIÓN DE "VERSOS POR ESPIGAR"
MUERTE
Corazón alerta y ojos que ven son necesarios para
enfrentarnos con nuestro destino de muerte ; y si, como cristianos, debemos saber “que es bello
morir en Jesucristo”, (como lo dice Ignacio de Antioquía, Ad Rom. 6,1),
entonces es también importante y buena una teología de la muerte que no teme el
ceñido trabajo del concepto aunque aparentemente transforme vivencia y
estremecimiento de la muerte real en sombra fantasmal de conceptos y definiciones
teologales deficientes.
Habrá de preguntarnos siempre de nuevo, qué afirmaciones de
la fe cristiana son las que recaen de manera clara sobre la muerte. Al enumerar
tales afirmaciones no se afirma sin embargo que las que vayan a ser expresadas,
enunciadas, constituyan el todo integral del contenido de la conciencia
cristiana sobre la muerte. Efectivamente puede haber muchas otras.
No es temor y temblor de la muerte o a la muerte, sino
temblor y temor de muerte ante el peligro constante de infidelidad a la verdad
descubierta. Porque no se trata ya de ser infiel al amor que desde lejos nos
llame y espere, sino de olvidar a quien es más íntimo a nosotros que nosotros
mismos, más entrañable al alma que el alma misma, más amante de nosotros que el
amor que de nosotros nace, según el pensamiento (filosofía) de San Agustín y el
agustinismo. Ellos hablan, ciertamente, sobre la Tristeza Inmortal ,
la cual es una “nostalgia operante” que mantiene al alma en situación de
humildad y en vigilia de incesante plegaria, dándole al peregrino seguridad de
llegar a la Patria
definitiva.
Leonardo Boff, nos dice : “La vida no está destinada a
desaparecer con la muerte sino a transfigurarse alquímicamente a través de la
muerte”.
Con dos hechos impactantes de la vida real, reforzados por
el testimonio de los estudiosos, llegamos a esta resolución…..
Forster relata la actitud de los “Marineros de la muerte” :
Durante una furiosa tempestad que se desencadenó en las costas de España, chocó
un vapor inglés contra unos escollos, y se fue a pique. Echados los botes al
mar, bastaron apenas para salvar a las mujeres y los niños, por lo que la mayor
parte de la tripulación no tuvo más remedio que quedarse a bordo del vapor, que
poco a poco se iba sumergiendo, y esperar la muerte. Ya se encontraban lejos
del sitio del siniestro los náufragos salvados, cuando hirió sus oídos un
cántico que se elevaba de la nave, ya casi sumergida, y vieron a los marineros
agrupados sobre la toldilla que cantaban el himno nacional “Dios salve a la
reina..” Así, en vez de blasfemar y abandonarse a la más negra desesperación
murieron como hombres sobre quienes no tiene poder la muerte. ¡Hermoso y
sublime espectáculo!
El ejemplo de estos marineros ha de ser para nosotros el
amaestramiento para soportar con calma y resignación los casos difíciles y
desagradables de la vida, el más señalado, la enfermedad. Es la enfermedad la
ocasión más propicia y magnífica en el que se puede demostrar la fortaleza de
ánimo, y las energías con que cuenta para elevarse sobre los dolores y las
privaciones que le cercan. No hay más remedio que soportar lo que no puede
evitarse, pero no a la fuerza y regañadientes, sino con tan grande paciencia y
serenidad que cuantos nos asistan queden edificados.
El otro, el hundimiento del tristemente famoso trasatlántico
Titanic, el 14 de abril de 1912. El
pastor Robert Bateman se quedó al pie de la cubierta mirando cómo su
cuñada Ada Balls subió al bote, “si no
nos volvemos a ver de nuevo en este mundo –le dijo- nos veremos en el otro”.
Cantaron el Himno “Más cerca de Ti, oh Dios”, mientras se
hundía, acompañados de la Banda
del Titanic.
El Himno fue compuesto en 1841 por Sarah Flower Adams. Ha
dado lugar a varias versiones ; las conmovedoras :
¡Más cerca, oh Dios de Ti,
más cerca, Sí!
Aunque una dura cruz me oprima a mí,
será mi canto aquí : ¡Más cerca, oh Dios de Ti!
¡más cerca, sí!
Cuando al fenecer,
volando allá con
inmortal placer te vea ya
mi canto será así :
Más cerca oh Dios de Ti,
más cerca, oh Dios de
Ti,
muy cerca, sí.
PRÓXIMA IMPRESIÓN CON LOS VERSOS RESPECTIVOS...
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