domingo, 30 de diciembre de 2012

QUINTA SECCIÓN DE "VERSOS POR ESPIGAR"


                                   VALORES Y ANTIVALORES

 Tarea urgente e imprescindible de todos, es la conservación de los Valores Permanentes dentro de  un mundo globalizado, con un quehacer distinto, y siguiendo el  buen camino, [el arte en las resoluciones].
  Se entiende por “globalización” a la tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales.
 Pues bien, como respuesta inmediata en nuestro medio,  encontramos la obra Historia General de Trujillo y la región La libertad [I VOL. del vasto y ambicioso proyecto) que trata de organizar e integrar en un conjunto el patrimonio cultural amenazado  por la globalización.
 Saniel Lozano, integrante del equipo de investigadores, nos dice : “Muchos se preguntarán si el mundo contemporáneo marcha hacia la globalización, a la ruptura de fronteras locales, a la eliminación de los nacionalismos, a la mirada de inserción en el futuro, a los procesos de integración continental y mundial, ¿qué sentido tiene detenerse en el local, aldeano, parroquial y provinciano? ¿Por qué añorar el pasado si el progreso nos proyecta hacia el futuro? En otras palabras : ¿por qué escribir una historia local y regional si lo que necesitamos es conectarnos con el conjunto nacional e internacional?
   La respuesta a estas interrogantes es que no podemos ver a la globalización como un fenómeno que simplemente viene de afuera, de los centros de poder cuyas concepciones, productos e implicancias se extienden, expanden y nos absorben automática y despersonalizadoramente.
  Es verdad que la globalización tiene connotaciones mundiales y es un fenómeno pluri y multidimensional No se puede verlo simplemente como expresión de la modernidad y del neoliberalismo. Es un proceso de creciente expansión, diversificación de mercados y de hegemonización de la producción bajo un modelo capitalista. En su configuración se integran factores tan decisivos como la continua producción e innovación tecnológica, la informática y la cibernética. La magnitud e intensidad de los cambios afecta inmediatamente los aspectos culturales, económicos, sociales, políticos y educativos de las naciones y los pueblos, ninguno de los cuales puede darse el lujo de quedar al margen.
   En este largo y complejo proceso necesitamos conocer, comprender y valorar lo que somos y, especialmente, lo que hemos recibido de nuestros ancestros como herencias vivas y vivificantes, pues la historia no es un recuento de hechos pasados y sepultados o producidos y almacenados. Entonces ella deja de ser un depósito o almacén de verdades, casos y cosas contadas, guardadas y ancladas en el pasado inerte, para convertirse en un proceso energético, vivificante y transformador.  En esta visión de conjunto, dada la complejidad, vastedad y heterogeneidad de nuestro país, cada región –como La Libertad- resulta también diversa y distinta a las demás y tiene su fisonomía y perfil propios.
   En el reconocimiento de esta nueva realidad que vive el mundo, para que el tiempo no pase y nos borre, ni barra y extinga las creaciones, productos, procesos, acciones, instituciones, proyectos y legados producidos a través de nuestro acontecer histórico, se requiere organizar e integrar en un solo conjunto el patrimonio cultural, construido y aportado por las gentes que aquí nacieron, se afincaron y se relacionaron y lo siguen haciendo hasta construir un solo conjunto humano, social y cultural con caracteres propios”.*

  Quehacer distinto
 Según San Agustín : La verdad habita en el hombre como esperanza y en el pensamiento como lumbre. Así como el hombre hace camino al andar –si el que habla es un poeta- el entendimiento –si el que escribe es un filósofo – sólo progresa si discurre desde sí mismo, dentro de sí mismo, aunque no consigo mismo.
  De esta manera contribuye, con “quehacer distinto a su trabajo”, para anular lo que es un antivalor y establecer, en cambio, el bien estimable de algunas realidades, en cuanto son positivas y superiores, por la polaridad y jerarquía de ellas.   
   Filosofía no es amor a la sabiduría, sino perseverancia en el amor a la sabiduría. En el agustinismo es el hombre el que ennoblece al filósofo. Uno de los méritos del agustinismo es el no dejar paso a la angustia, precisamente por la autenticidad de la inquietud. No se advierte la náusea, la angustia, sino la inquietud, como una saludable melancolía, como una inmortal nostalgia. Mientras la angustia, la náusea nos entrega a la tierra, a la crisis, con la melancolía / la nostalgia nos devuelve a la altura.
   Observamos, a la postre, que muchas “realidades” están  en crisis :
La justicia, la verdad, la paz, la prudencia, la templanza, etc.

   Historia universal
   Nos preguntamos con  Förster, en “El buen gobierno de la vida”, libro para grandes y chicos, ¿por qué la historia, la ciencia, el dominio a la naturaleza no han servido para obtener el dominio de sí mismo? Es decir, ¿por qué no suprimen, éstas, las pasiones humanas?
   La historia universal no es otra cosa que una eterna carnicería, que durará hasta  el día del juicio.
   ¿Qué gloria puede haber en poder telefonear desde Berlín a París, o en devorar las distancias en automóvil, si el hombre sigue asemejándose a las bestias feroces del desierto?
 El ministro de China en Londres dijo en cierta ocasión que, a pesar de los ferrocarriles y soberbios hoteles, los europeos no se han vuelto mejores hombres. Según él, las ventajas que todas sus invenciones les daban, se reducían a poder causar cien veces más daño que los demás pueblos.
  Hay muchos hombres  que darían cualquier cosa para conseguir ser dueños de sí mismos, pero lo malo es que no saben lo que deben hacer. Nadie se ocupa ni se ha parado a pensar en la manera de tratar al hombre, para que no haga explosión, ni en la vigilancia que debe tener sobre sí mismo para no perder el equilibrio, ni en las señales que le anuncian que está a punto de perderlo.
  Contamos hoy en día con una ciencia vastísima, que enseña a  producir y conservar la energía eléctrica y transformarla en trabajo; pero apenas si se  conoce la ciencia que enseña el modo con que deben tratarse las fuerzas instintivas del  hombre, cómo se producen y crecen y cómo deben acumularse y emplearse para hacerle progresar, en vez de ser fuentes de daño para sí y para los demás.
   ¿Es posible que no se llegue nunca a inventar un pararrayos humano, ni a conocer exactamente lo que en el corazón del hombre sucede, para guiar sabiamente sus fuerzas?
  Se hacen ahora grandes estudios para descubrir el modo de  desenvolver las inmensas fuerzas de la dinamita, para que no exploten de una vez, sino gradualmente, por manera que su fuerza de propulsión pueda sustituir al vapor; pero nadie cree que valga la pena de devanarse los sesos buscando el medio para emplear y guiar la poderosísima fuerza que encierran la voluntad y las pasiones del hombre, para que no se pierda en locas explosiones, sino que produzca un trabajo útil, bajo la guía de la razón, que sirva para la vida del espíritu.
  Por extraño que parezca, se aprende en la escuela qué cuerpos forman entre sí otros compuestos y cuáles no los forman, y los efectos  que producen los ácidos sobre los metales; pero no se nos dice una palabra sobre el modo de tratar a los hombres, y la conducta que debe seguirse, según las ocasiones; y eso que es lo más importante de la vida, y contribuye mucho más a la cultura, que las ciencias naturales.       Todos debemos preguntarnos siempre :
   “¿Qué efectos producen en mí  los malos tratamientos y las palabras ofensivas que debo tragar? ¿Acaso me vuelven más condescendiente y sumiso?”
   Bien sabemos que no basta conocer el buen camino, sino que es necesario seguirlo.    Lo mismo debe decirse de las buenas maneras : no basta  tan sólo saber el modo con que los hombres influyen los unos sobre los otros, los obstáculos que nos salen al paso, y lo que nos estimula, así como también los síntomas de la brutalidad, que hay todavía en nosotros; sino que debemos adquirir, con el constante ejercicio, la costumbre de reprimir los instintos rebeldes y el arte de poner en práctica las resoluciones tomadas. (A.P.C.)
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* Párrafo  tomado del Diario “La Industria”,  Saniel Lozano A. (Set-2012)

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