Carísimo Papa
Francisco:
Nosotros, los cristianos abajo firmantes, así como
personas de otras religiones y personas de buena voluntad, le dirigimos esta
carta pública con una petición muy especial. Nos gustaría que Usted convocase un
evento global, como una Asamblea, para la defensa de la vida en la
Tierra.
Hoy la vida está herida de muerte por el hambre
(900 millones de personas en el mundo), por la sed (1200 millones de personas no
tienen agua limpia para beber todos los días y 2400 millones carecen de
saneamiento básico), por las guerras, por la destrucción del medio
ambiente (suelos, agua, biodiversidad, aire) y, sobre todo, se cierne sobre la
humanidad y sobre todas las formas de vida la amenaza asombrosa de los cambios
climáticos. Como dice el Documento de Aparecida, estamos
atravesando no solo una época de cambio, sino un cambio de época (DAp 44). Una
sociedad consumista y depredadora como la actual no es futuro para el conjunto
de la humanidad.
Cuando Dios creó el mundo entregó la Tierra a los
hombres y mujeres para que nosotros “la cultivásemos y guardásemos” (Gen 2,15).
Después del diluvio, cuando Noé salió del Arca con sus familiares y todos los
animales que estaban en ella, Dios hizo con ellos una alianza primordial,
diciendo: “por mi parte voy a establecer una alianza contigo y con tu
descendencia, con todos los seres vivos que están con vosotros, aves, animales
domésticos y salvajes, en fin, con todos los animales de la Tierra que salieron
con vosotros del arca” (Gen 9, 9-10). El propio apóstol Pablo nos dice que
“también la misma creación espera ser liberada de la esclavitud de la
corrupción, en vista de la libertad que es la gloria de los hijos de
Dios” (Rom 8, 21). Por tanto, Dios ama todo lo que ha creado y nos
ha dado el mandamiento de cuidar de su creación.
Los pueblos tradicionales y originarios y,
últimamente, los científicos han denunciado que todas las formas de vida corren
peligro sobre la faz de la Tierra. Sin embargo, no existe una respuesta a la
altura del desafío de este momento de la historia por parte del mundo político y
económico. Como Usted mismo ha dicho, no podemos aceptar pasivamente la
globalización de la indiferencia.
Usted tiene autoridad moral y espiritual ante toda
la humanidad para convocarla a este urgente debate y aún más urgentes acciones.
Le hacemos esta petición como una forma de contribuir a la efectividad de sus
gestos, los cuales nos interpelan a una postura de cuidado y de protección de la
vida amenazada. Gestos estos expresados en la ida a Lampedusa, en la Jornada
Mundial de la Juventud en Brasil, en la visita a los inmigrantes en Italia, o en
el ayuno contra las guerras. En caso de que usted convoque una Asamblea para
defender la vida en su plenitud, no sólo para oír a los especialistas, sino
también a los pueblos originarios impactados por la destrucción de su ambiente,
a los afectados y refugiados por los cambios climáticos, a las víctimas del
hambre y de la sed, ciertamente gran parte de la humanidad atenderá con
prontitud este llamamiento.
Es lo que los abajo firmantes también esperamos.
Con respeto y un abrazo fraterno, en el espíritu de san Francisco de Asís, en
comunión con todas las formas de vida y toda la humanidad, confirmamos nuestra
petición.
Brasilia-DF, 16 de septiembre de 2013
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