lunes, 14 de octubre de 2013

LA MÚSICA QUE ESTRECHA EL VÍNCULO / Jeremy NICHOLAS

Jeremy Nicholas explica la historia de la música nupcial, intercalando algunos consejos.

   YA HE  perdido la cuenta de cuántas veces he guiado a propios y extraños a través del libro de himnos para elegir el que quieren que se toque en su boda, o la cantidad de bodas en las que he tocado en el órgano de la capilla de mi pueblo natal. La cantidad de música que se puede elegir para una ceremonia de estas características es ingente. Los años me han enseñado que se pueden clasificar a las parejas felices en dos grupos : los que tienen ideas precisas y definidas sobre la música que quieren, y los que piden los “Coros nupciales” de Wagner o la “Marcha Nupcial” de Mendelssohn. Es curioso que sean precisamente dos piezas de teatro musical las que se hayan convertido en los acompañamientos más populares en las bodas religiosas. Una es de una ópera de 1850, Lohengrin, y la segunda de la versión musical de El sueño de una noche de verano. También es extraño que esta ceremonia religiosa haya atraído a tan poca música “de entrada y salida” no secular: de las piezas más populares para estas ocasiones, pocas son de producto de las creencias cristianas: “La llegada de la Reina de Saba” (¿oratorio?), solos de trompeta del tipo de los de Purcell, Clarke y Stanley o la ubicua tocata de la Quinta sinfonía de órgano de Widor.

   Entonces, ¿cómo llegaron  las piezas de Wagner y Mendelssohn a convertirse en parte inseparable de las ceremonias nupciales? Antes de su composición, ¿qué música acompañaba a los novios en su marcha hacia el altar?

   La música forma parte de las ceremonias nupciales inglesas desde hace al menos cuatro siglos, pero sólo desde mediados del pasado cobran su forma actual. En los siglos XVI y XVII la pareja nupcial era acompañada hasta el atrio de la iglesia por una procesión festiva. Es de suponer que durante la ceremonia cesarían todos los ruidos y músicas; la música fue admitida durante la ceremonia en algún momento del siglo pasado. Los himnos creados especialmente para las ceremonias nupciales empezaron a proliferar; por ejemplo, O Perfect Love” de Gourney, compuesto para la boda de su hermana en 1883 y cantado por Joseph Barnby en una boda real en 1889 (John Dykes compuso una versión alternativa para otra boda real en Windsor en 1894).

   Fue precisamente la familia real inglesa la que popularizó las obras de Wagner y Mendelssohn como piezas casi obligatorias a finales de la época victoriana. Se había compuesto poca música específica para bodas, aparte de la cantata (secular) Boda nº 202 de Bach y los himnos compuestos para ocasiones reales. Las descripciones en novelas y periódicos del contenido musical de las bodas previctorianas eran mus escasas.

   Haendel parece haber sido el rey indiscutible de la música nupcial inglesa hasta la llegada de los otros dos alemanes. La mayor parte de la gente elige arreglos para órgano u otros instrumentos de sus oberturas, marchas y movimientos de oratorios, así como selecciones de Música Acuática, Música para los fuegos artificiales y El Mesías; la realeza le encargó nueva obras, como Sing unto God, compuesta en 1736 para la boda de Federico, príncipe de Gales, con la princesa Augusta de Sajonia-Coburgo. Dado que Mendelssohn era amigo y compositor favorito de la reina Victoria, cabe pensar que ella fue la que puso de moda su Marcha nupcial. Pero no fue así: Victoria se casó en 1840 y la música para El sueño de una noche de verano fue completada en 1842. Para los amantes de las curiosidades musicales, diremos que la primera vez que esta marcha nupcial fue tocada en órgano, fue en 1844, pocos días después del estreno de la obra de Mendelssohn dirigido por el propio compositor. La ocasión fue un recital ofrecido por el longevo E. J. Hopkins (1818-1901), organista de la Temple Church en Londres entre 1843 y 1898. Pero el primer organista que realmente tocó la marcha durante una ceremonia nupcial fue un tal Samuel Reay (1822-1905) en una ceremonia en St. Peter, iglesia parroquial de Tiverton en Devon en 1847. Algunas fuentes indican que la primera vez que se interpretaron juntas las piezas de Mendelssohn y Wagner fue en 1858, con motivo de la boda de la princesa Victoria (la entonces Princesa Real) con el príncipe Federico Guillermo de Prusia. Eso no es estrictamente cierto: durante la ceremonia se tocaron piezas de Haendel y salieron a los compases de Mendelssohn; la procesión nupcial, la marcha nupcial y “Epithalamium” de Lohengrin no fueron oídos hasta la tarde, durante le concierto. Sin embargo, el acontecimiento estableció el patrón para una tradición que ya tiene siglo y medio de vida.

   El único rival de Mendelssohn es la tocata de Widor, movimiento final de su Quinta sinfonía para órgano. Los duques de Kent rompieron con la tradición real en 1961, no sólo al casarse en York Minster, sino también al elegir a Widor como acompañamiento en su marcha hacia el altar, presentándoselo a todo una generación que nunca había oído nada de este compositor. Desde entonces los organistas aficionados tuvieron que luchar con una obra sensiblemente más difícil que la de Mendelssohn: es imposible tocar esta obra en un órgano rural.


   ¿Qué música elegí para mi boda? Mi novia avanzó por la nave al compás de Rose of England de Ivor Novello; dos amigos cantaron cada uno una pieza mientras firmábamos en el registro, y para la salida compuse una tocata de órgano como arreglo para mi mujer. Romántico, ¿no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario