domingo, 20 de enero de 2013

LAS LECCIONES DE LA HISTORIA : La Historia no distingue los colores / Will y Ariel DURANT



      La Historia no distingue los colores
HAY EN  el mundo 2000 millones de personas que no son de la raza blanca, y mil millones de blancos. Pese a tamaña diferencia, muchos “caras pálidas” se sintieron muy complacidos cuando el conde Joseph-Arthur de Gobineau publicó a mediados del siglo XIX un ensayo en que sostenía que una raza, la “aria”, era por naturaleza superior a todas las demás.
   La debilidad de cualquier teoría racista salta inmediatamente a la vista. Un erudito chino nos recordaría que su gente creó la civilización más duradera de la Historia : estadistas, inventores, artistas, poetas, científicos, filósofos, santos desde 2000 años a. de J. C. hasta nuestros días. Un mexicano podría indicar las imponentes construcciones de los mayas y los aztecas en la América precolombina. Un hindú advertiría que los oscuros pueblos grávidas del sur de Indostán dieron grandes constructores y poetas; los templos de Madrás, Madurai y Trichinópoli se cuentan entre las construcciones más impresionantes del mundo. Más sorprendente aun es la espléndida pagoda de los Kmers en Angkor (Camboya). La Historia no distingue los colores de las razas y puede desarrollar una civilización bajo cualquier piel.
   No es la raza la que hace la civilización, sino la civilización la que hace al pueblo.
   Razas diversas que entran en determinado territorio desde direcciones opuestas y en épocas distintas, mezclan su sangre, tradiciones y costumbres, y de esa mezcla puede resultar, en el curso de los siglos, un pueblo nuevo. Así se fundieron los celtas con los romanos, anglos, sajones, jutos, daneses y normandos para dar origen a los ingleses. Cuando el nuevo tipo toma forma, sus expresiones culturales son específicas y constituyen una nueva fisonomía, carácter, idioma, literatura, religión, moral y arte.
   Los antagonismos “raciales” tienen algunas raíces de origen étnico, pero también nacen de diferencias de la cultura adquirida…. de idioma, vestido, costumbres, moral o religión. Para tales antagonismos no existe otro remedio que la educación. El conocimiento de la Historia puede enseñarnos que la civilización es un producto cooperativo, que casi todos los pueblos han aportado algo a ella. Es nuestra común herencia y deuda, y el hombre civilizado se distingue en que trata a todo hombre y mujer, por humildes que sean, como representantes de uno de estos grupos creadores.

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