viernes, 25 de enero de 2013

"LAS LECCIONES DE LA HISTORIA" : UNA UNIDAD SECRETA / Will y Ariel DURANT


LAS LECCIONES DE LA HISTORIA
WILL y  ARIEL DURANT
En La Historia de la civilización, obra de diez tomos, culmina un magno trabajo de erudición contemporánea calificado por el eminente historiador Allan Nevins como “una de las grandes obras de la historiografía norteamericana”. Durante los 40 años trascurridos desde que los Durant iniciaron sus investigaciones se han vendido más de tres millones de volúmenes de la serie.
   Las lecciones de la Historia es el compendio  de esta empresa monumental, la síntesis de lo que 20 civilizaciones, en un período de 4000 años, nos enseñan acerca de la larga peregrinación del hombre a través de la guerra, la conquista, la creación y la exploración de sí mismo. Es una obra profunda y original, llena de ingenio, advertencias y esperanza en nuestra herencia humana.

  Una unidad secreta

¿CUÁNTO ha cambiado la naturaleza humana en el decurso de la Historia? Teóricamente tiene que haber habido algún cambio, pues es de presumir que la selección natural haya obrado sobre las variaciones, tanto sicológicas como fisiológicas. Con todo, la Historia conocida muestra poca alteración en la conducta de la humanidad.
   Los griegos de la época de Platón se comportaban de manera muy parecida a los franceses de siglos modernos, y los romanos actuaban como los ingleses. Los medios y los instrumentos cambian; los motivos y las finalidades permanecen iguales : obrar o reposar, adquirir o dar, pelear o retirarse, buscar compañía o soledad, aparearse o rechazar, ofrecer protección paternal o resentirse por ella. Tampoco varía la naturaleza humana de una a otra clase social : los pobres sienten los mismos impulsos que los ricos, aunque con menor oportunidad o capacidad de satisfacerlos. Nada es más claro en la Historia que ver a los rebeldes victoriosos adoptar los métodos que censuraban en los gobernantes depuestos.
   Se presentan, sin embargo, nuevas situaciones que requieren reacciones nuevas. Aquí el “gran hombre”, el “héroe”, el “genio”, representa su papel histórico. Hay momentos en que su elocuencia, como la de Churchill, vale por mil regimientos, su visión estratégica y táctica, como la de Napoleón, puede ganar batallas y campañas, y fundar Estados. Un Pasteur, un Morse, un Edison, un Ford, un Lenin, son efectos de innumerables causas y causas de efectos sin fin.
     Pero ningún hombre por sí solo, por brillante y bien informado que lo supongamos, puede llegar en el lapso de su vida a tal plenitud de sabiduría que le permita juzgar con seguridad y desechar las costumbres o instituciones de su sociedad, porque todo eso representa la sabiduría de muchas generaciones, adquirida en siglos de experimentación en el laboratorio de la Historia. Un joven supercargado de hormonas no entendería por qué no ha de dar rienda suelta a sus deseos sexuales. Si no lo moderan las costumbres, la moral o la ley, es posible que arruine su salud antes de haber llegado a la madurez necesaria para comprender que la actividad sexual es un río de fuego que tiene que ser encauzado y refrigerado por mil restricciones para que no consuma en el caos tanto al individuo como al grupo.
   Así pues, el conservador que se resiste al cambio es tan valioso como el radical que lo propone… quizá tanto más valioso cuanto las raíces son más vitales que los injertos. Está bien que se escuchen las nuevas ideas, para salvar las pocas que se puedan utilizar; pero también conviene que se obligue  a esas nuevas ideas a pasar por el molino de la objeción y la oposición. Esta es la piedra de toque a que la innovación tiene que someterse antes de que se le permita entrar en la raza humana. De esta tensión, de esta lucha de los sexos y las clases, resulta una fuerza creadora, un desarrollo estimulado, una secreta y básica unidad del todo.

(Continúa... Vicio y Virtud)

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