Por Peter Walker *.
Son evidentes las exigencias a
que tienen que enfrentarse ustedes, los de la nueva generación. Cualesquiera
que sean su afiliación política y la nación de donde procedan, tres amplias
metas deben regir su pensamiento:
La primera, librar al
mundo de la pobreza y de la incuria.
La segunda, dar a la humanidad
un ambiente, tanto en el hogar como en el trabajo, que convierta la vida de
cada persona en una experiencia agradable y provechosa.
La tercera, librar al
mundo de la discriminación y de los prejuicios raciales.
Será difícil lograr estos fines. La distancia que separa a las naciones
ricas de las pobres, lejos de acortarse, se ensancha cada día. El espíritu
nacionalista contribuye a ahondar los prejuicios raciales; no a superarlos.
Además, entre los políticos de la nueva generación hay quienes consideran que
la busca de la propia realización significa libertad para hacer lo que a uno le
plazca, pasando por alto a los demás.
El papel de los jóvenes ha sido, por tradición, mantenerse al margen de
los acontecimientos, criticando a sus mayores que están en la lid y toman todas
las decisiones. Ahora, por primera vez en la historia, los jóvenes de 20 a 30 años están mejor
educados que los viejos de 50 a
60.
En lo sucesivo, estos jóvenes más instruidos deberán entrar en la
palestra; participar en las decisiones y enfrentarse a problemas que sólo puede
resolver una generación desembarazada de los dogmas del pasado. Los conceptos
de Adán Smith acerca del capitalismo y la concepción comunista de Carlos Marx
deben ser desechados por igual, ya que no corresponden a nuestros problemas
actuales. El comunismo no ofrece elección de caminos ni alienta la iniciativa
individual; en cambio exige demasiado, porque elimina los derechos humanos fundamentales.
Por su parte, si el capitalismo tiene algo positivo que brindarnos, habrá de ser en
forma distinta de cómo lo ha hecho hasta ahora. El capitalismo debe
perfeccionar más, y con mayor rapidez, una solución racional de la asociación
entre patrono y empleado. Debe orientar su productividad y su energía hacia la
eliminación de la pobreza, no a desentenderse de ella; ha de ofrecer una vida
de mejor calidad, en vez de ahogar la vida misma. Debe usar la tecnología de
tal suerte que las generaciones futuras no se vean condenadas a pasar la mayor
parte del día encerradas en las fábricas, cumpliendo un trabajo incapaz de
proporcionar satisfacción mental o espiritual.
Entramos en un período histórico en que el choque de las ideologías
habrá de ser sustituido por la voluntad unánime de realizar idénticos
propósitos; un período en que el verdadero reformador sea el hombre de acción.
Por el privilegio de haber sido el primer ministro al frente del primer
Departamento para el Ambiente creado en el mundo, logré más satisfacción
eliminando la fealdad de los montones de escoria dejados en la primera etapa de
la revolución industrial; que cualquier satisfacción derivada de dogmáticas
discusiones políticas.
Mis colegas y yo hemos hallado grandes satisfacciones políticas al
fomentar un amplio programa de eliminación de barrios infectos y de
transformación de los hogares de centenares de miles de compatriotas nuestros
que durante varios decenios necesitaron mejoras y modernización.
Así pues, el llamamiento que ahora hago ante ustedes es a favor del
idealismo práctico. Cuentan ustedes con la ventaja de medios de comunicación,
tanto verbales como físicos, que anteriormente no existían. Disponen de los
conocimientos científicos y tecnológicos que pueden transformar los factores negativos en positivos con una
prontitud antes inconcebible. Asimismo, pueden ustedes, al igual que las
generaciones anteriores, aprender de los errores del pasado y aprovechar todo
lo bueno que se ha logrado hasta ahora.
La valoración que haga el mundo del éxito o del fracaso de ustedes se
pronunciará al finalizar este siglo. Tienen ustedes 30 años por delante, en los
cuales podrán fracasar, en perjuicio definitivo del género humano, o triunfar
más ampliamente que cualquiera otra generación que nos haya precedido.
* PETER WALKER (Caballero de la Orden del Imperio Británico)
fue el más joven de los ministros del gabinete de Gran Bretaña. Ocupó el cargo
de secretario de Estado para el Ambiente y luego secretario de Estado del
Departamento de Comercio e Industria.
SELECCIONES DE
JULIO DE 1973.
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