. Concerto Italiano /Rinaldo Alessandrini.
En la cúspide de sus mayores avances en la ópera, en 1605,
Monteverdi publicó su quinto libro de madrigales, en parte
un manifiesto contra los embates del viejo y reaccionario
Artusi.
Está claro que la ópera el paso innovador lógico en el libro
quinto:
la introducción de un bajo continuo para favorecer al
solista, que
culmina en una “cantata” a nueve voces, Questi vagi concenti.
El eterno tópico: los altibajos agridulces del amor en una
Arcadia
paradisíaca.
El disco de Concerto Italiano viene a llenar el vacío en el
catálogo;
los aficionados, no obstante, esperarán algo más que
exhaustividad.
Otros discos anteriores han insinuado un ciclo completo,
pero este
disco es el mejor; y parte importante en su éxito tiene la
pasión
nativa del grupo por el idioma y sus matices.
Encontramos interpretaciones idiomáticas llenas de
espontaneidad,
fluidez e intuición.
La música habla directamente y de verdad. Es exquisito, pero
además el sonido revela el termostato infalible de
Alessandrini.
Sabe cuándo adoptar una actitud fría, dónde calentar una
nota o
inflamar una frase dentro de los límites de la poesía. Ante
todo,
las disonancias son susceptibles de adoptar todo tipo de
luces y
sombras, algo impensable en un grupo mayor. Quizá el canto
solista carezca de un ápice de carisma, pero las florituras
se
aceptan con valentía y los cambios de emoción se modulan
con sutileza.
El sonido es ejemplar.
Ir a las fuerzas más acomodaticias del Coro de cámara de
Colonia
es como cambiar de un cuarteto a una orquesta de cuerdas.
Los de Colonia forman un grupo cuyo director tiene buen oído
para las líneas bien moduladas y la acometida incisiva. A
veces
la propia magnitud del coro invita a los gestos
grandilocuentes,
pero los madrigales más antiguos, más “corales”, dan buen
resultado.
Es obvio que no tienen la misma intuición para las letras
que
Concerto Italiano, pero el disco de MGD ofrece un programa
más
que satisfactorio.
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