jueves, 23 de agosto de 2012

MÚSICA SACRA RUSA.

La Iglesia Ortodoxa Rusa ha sido una fuente de inspiración para Stravinsky, Tchaikovsky y Rachmaninov. ¿En qué consiste la fascinación de una de las músicas más misteriosas del mundo?

ROMPIENDO CON EL CÓDIGO
La gente lo solía llamar “el Credo ruso”, pero el cliente de la tienda de discos del barrio pedía “esos monjes rusos”. Un disco que adquirió una enorme popularidad en l9os años cincuenta, oído hasta la saciedad en programas musicales de Europa Occidental. La letra del Credo ruso era entonada con veneración por una mezzosoprano, con el tono y la intensidad de su voz creciendo frase a frase, apoyada por un coro en bajos profundos y sepulcrales. Un sonido escalofriante que parecía proceder de siglos atrás, del más remoto pasado ruso. Cualquiera podía leer en el disco que el autor era Gretschaninov, y se imaginaba que éste era un pío y recoleto monje ruso que vivió en la Edad Media. No obstante, Aleksandr Tikhonovich Gretschaninov aún vivía cuando el disco estaba de moda, afincado en Nueva York.

Ecos de antigüedad. Aunque nunca haya oído ese disco, seguro que ha oído algo similar. En Rachamaninov por ejemplo: no sólo en sus grandes obras religiosas corales, donde es de esperar que encontremos ecos de canto antiguo, sino en varias de sus obras mayores para concierto, como la Primera Sinfonía o las Danzas Sinfónicas. En Boris Godunov de Mussorgsky, cuando se oye a los monjes cantar fuera del escenario, pero también cuando el Zar agonizante instruye a su hijo sobre cómo proteger la verdadera fe y honrar a los santos. Stravinsky nunca olvidó las melodías de la Iglesia rusa; las evoca en un ritual medio sacro medio pagano en las escenas coreográficas de Les Noces, y su recuerdo está presente incluso en sus últimas obras, serialistas. Tchaikovsky compuso música litúrgica con el espíritu de estas melodías, y en su última sinfonía, la Patética, la febril intensidad de la sección de desarrollo del primer movimiento apenas ha empezado cuando la música hace una pausa y los metales anuncian una coral solemne: un canto tradicional de la Misa Ortodoxa de Requiem: “Cristo, da a tu siervo paz espiritual entre tus santos”.

   Incluso el ateo Rimsky-Korsakov utilizó las melodías de los cantos ortodoxos en su Obertura del Festival de la Pascua Rusa, ya que consideraba que la música de la Pascua rusa era sumamente conmovedora y porque reflejaba ceremonias paganas. Para él, como para tantos otros rusos, estos cantos no sólo evocan la religión de su país, sino su antigüedad. Pero ¿de cuándo datan? Rusia se convirtió al cristianismo mucho más tarde que Europa occidental y meridional; la fecha tradicional que se da es el 988 d.C.; los misioneros que la evangelizaron procedían en su mayor parte de Grecia, y llevaron consigo los cantos bizantinos, por supuesto en la única forma de notación musical disponible en la época, que por cierto era bastante ambigua: un galimatías de puntos, guiones y líneas llamados neumas. Las melodías traídas por esos monjes estaban diseñadas para ser cantadas en griego; sin duda fueron alteradas, quizá incluso en gran medida, cuando fueron adaptadas a las letras eslavas. Con los siglos estos cantos cambiaron y se desarrollaron de forma extensiva, quizá recogiendo influencias de la música popular profana. Sabemos que había repertorios vocales según las diversas regiones, repertorios por cierto independientes dada la enorme extensión del país.

   Mientras ocurría todo esto fue inventado nuestro sistema de notación musical, mucho más preciso, pero Rusia, aislada del resto de Europa, tardó siglos en adoptarlo: no lo haría hasta fecha tan tardía como el siglo XVIII. Rusia continuó utilizando neumas durante siglos, pero durante ese período cambiaron sus significados y se añadieron nuevos, algunos de ellos sumamente elaborados. Incluso un erudito occidental muy versado en notación musical rusa habría encontrado indescifrables los manuscritos de cantos rusos. La situación se tornó tan confusa que la iglesia ortodoxa acabó por instaurar unas reformas que hicieron que los neumas fueran más fáciles de leer; pero estas reformas sólo consiguieron cierto éxito a finales del siglo XVII. La consecuencia es que aunque hay manuscritos de cantos rusos, los únicos que pueden ser leídos con certeza son los más antiguos (que pueden ser comparados directamente con el canto bizantino) y los más modernos, posteriores a la reforma del XVII.

    De una  época oscura a otra. Esto crea un enorme vacío musical. Aunque muchas melodías tradicionales “famosas” pueden ser muy antiguas, en la práctica no podemos remontarlas más allá de 1700; y en esta época los rusos habían dejado de utilizar la monodía para cantar en una armonía de cuatro partes. Esto se debió a la fuerte influencia en primer lugar de la música eclesiástica alemana del norte, y más tarde por la de los italianos, de los cuales tomaron la voz “concerto” para referirse a las piezas más elaboradas. Incluso en la época de mayor occidentalización el resultado sonaba intensamente ruso, en parte gracias a que los bajos rusos habían cultivado el extremo más bajo del registro vocal, alcanzando notas una octava más allá de lo que un bajo occidental consideraría el límite.

   Para preservar su música de la influencia extrajera –muchos ultraortodoxos consideraban a la polifonía una “herejía romana”- la iglesia rusa publicó una colección oficial de cantos tradicionales en 1774, y el emperador Pablo intentó prohibir los “conciertos”. Pero el gusto por las armonías ricas ya se había  asentado, y era muy difícil de erradicar. Peor aún: los propios cantos antiguos habían sido “armonizados” de una forma que debía más a las reglas occidentales puras y duras que a las mismas melodías, que quedaron distorsionadas a consecuencia del proceso. Sólo a finales del siglo XIX empezó a aparecer algo parecido a una armonización “auténtica” de esas melodías. Pero para entonces ya habían coexistido con los “conciertos” del siglo XVIII y con las composiciones del estilo de Sphor o Mendelssohn, que ya parecían “tradicionales” a los ojos de muchos rusos. Los dos grandes eventos de la historia moderna de la música ortodoxa rusa tuvieron lugar en el mismo año. La revisión final del repertorio oficial de canto organizado de la Iglesia Ortodoxa (el Obijod) y la composición de las Vísperas de Rachmaninov, obra basada en melodías tradicionales de esta colección. Ambos aparecieron en 1915, año en el que la música ortodoxa rusa estaba a punto de entrar en otra época oscura.

Si desea internarse en este interesante mundo de la música sacra , una excelente elección es la serie de Douphon sobre estos cantos corales:
Ostergesänge der Russich-Ortodosen Kirche (Cantos de la iglesia ortodoxa rusa) Con obras de Balakirev, Nikolski, Tchaikovsky, Tschesnokov.

Gesänge der Bulgarisch-Ortodoxen Kirche von Dobri Cristow (Cantos de la iglesia ortodoxa búlgara de Dobri Christov)
Gesänge der Russisch-Ortodoxen Kirche von Alexander Gretschanikow (Cantos de la iglesia ortodoxa rusa de Alexander Gretschanikov
Liturgie des St. Johann Chrysostomos Opus 31 von Sergej Rachamaninow (Liturgia de San Juan Crisóstomo Opus 31 de Serguei Rachmaninov)
Gesamt Ausgabe der Geistlichen Komposisitionen von N. Rimski-Korsakow (Compendio de composiciones religiosas de Rimski-Korsakov).
AUDIOCLÁSICA.

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